Es mediados de 2011 y Tokio está desierta. Por sus calles camina el músico rosarino Fernando Kabusacki; porta su mochila y su guitarra; va a dar uno de los veinte conciertos que tiene previsto realizar en Japón. El tsunami de marzo de 2011 ocurrido allí, que motivó el accidente nuclear de Fukushima y la expansión de masa radiactiva, no lo amedrenta: ha decidido ir y tocar, a contracorriente de las recomendaciones. Al cabo del concierto de la noche en cuestión, un espectador japonés se le arrima y le hace este regalo: "Señor, desde el tsunami nuestros corazones están cerrados, gracias por habernos permitido abrirlos nuevamente". Fernando Kabusacki atesoró esas palabras para el resto de los tiempos y ahora, mientras conversa con Más sobre tantas otras cosas, las resignifica: "Para eso estamos los músicos".
Kabusacki (Rosario, 1965) deambula hoy por las calles del mundo como en esa noche de 2011: con entusiasmo, expectativas, con la pupila abierta para poder apreciarlo todo. Está afincado en Buenos Aires, y la variedad y cantidad de proyectos en los que se involucra es sorprendente: suele tocar con Marina Fajes, con Sumo x Pettinato, con Rayos y Centellas, con las películas mudas, con la Kabusacki Band, con el Ensamble de Guitarras de Coghlan. En tanto, está armando un set para salir a tocar solo, pero dice que a veces lo hará con Maxi Trusso o con los Electric Gauchos, no sabe aún. Mientras hace todo eso, imagina futuros discos, planea una gira italiana en dúo con Fabio Mittino y le da cuerdas a la Kabusacki Guitar Academy, donde da clases individuales y grupales.
Ahora conversa con Más mientras desempaca sus maletas. Acaba de llegar de una gira por el midwest estadounidense; en esta ocasión fue con Robert Fripp & The Chamber Orchestra of Crafty Guitarists, un ensamble acústico de treinta guitarras que alterna la ejecución de piezas escritas tocadas por grupos pequeños o más grandes, con improvisaciones orquestales grupales. "Ensayamos dos días en Minneapolis y tocamos allí, en Madison y en Chicago ——dice Kabu—. Después se sumaron otros treinta guitarristas, ensayamos una semana en Oxford, Michigan, y tocamos allí un dress rehearsal (ensayo general). Finalmente dimos un concierto en Detroit, con 63 guitarras, en la segunda iglesia más antigua de los Estados Unidos, un lujo ... ".
Versátil, prolífico, entregado a su intuición, Kabusacki da su arte como una ofrenda. Aún en el mundo de músicos y melómanos, él es más conocido que escuchado. Parte de su obra deberá ser atrapada por el oyente en un concierto o en alguno de sus discos, ya que su difusión es nula en las radios de Argentina. Y cuando se habla de su obra, construida a lo largo de más de treinta años, hay que incluir no sólo sus composiciones y discos solistas, sino todo su trabajo en colaboración, donde el guitarrista ha salido al cruce para abrazarse, en el camino, con tantos otros músicos colegas. Fernando Kabusacki es un beatnik, aunque Dean Moriarty no lo haya conocido.
—Siempre que se nombra Kabusacki o su música en Argentina, aparece la referencia a Robert Fripp, uno de tus maestros ¿Qué emociones te mueve su persona? ¿Qué significa él en tu vida y en tu música?
—Es uno de mis maestros y uno de mis guitarristas favoritos. Un guitarrista único. Me siento muy afortunado. Desde que conocí a Fripp en 1989 (NdlR: Kabusacki viajó especialmente al Reino Unido a estudiar con el creador de King Crimson), siempre estuve en contacto con él y con su trabajo, con Guitar Craft y con Guitar Circle; entre todas las cosas que hago y vivo es fundamental para mí continuar aprendiendo. En un momento de mi aprendizaje entendí que mi trabajo es hacer mi propio camino y desarrollar mi propia voz, y en eso estoy hace más de veinticinco años. Los músicos tenemos que hacer. Cada uno de nosotros necesita hacer cosas, todo el tiempo.
—¿Te imaginás una radio argentina donde se difunda la música de Fripp, la tuya o de tantos otros?, ¿O esto te suena a Neptuno?
—Mirá, hace poco un miembro norteamericano de la Orchestra ... me dijo: "Estoy acá porque un día escuché a Los Gauchos Alemanes tocando «Vroom», de King Crimson". Ahí entendí un montón de cosas, del por qué uno hace un montón de cosas. Para mí las radios son muy importantes. Era una radio universitaria. No creo que acá en Argentina haya radios así. Creo que la información pasa por otros canales en Argentina. Y nuestra música no es muy "radial". Ahora acá en Buenos Aires hay una nueva radio llamada Bitbox, con programas excelentes. También hay muy buenas radios online, pero las radios de aire en Argentina están casi completamente tomadas por otros intereses.
—¿Te considerás un músico de rock?
—Me considero un músico. El rock es el medio donde más me siento cómodo. Sí, soy un guitarrista de rock, aunque puedo transitar por muchos otros géneros con algo de solvencia, flirtear con otros géneros musicales o moverme entre los intersticios de esos géneros. También puedo tocar la música más abstracta del planeta y arreglármelas.
—¿Y cómo ha sido, desde ese lugar de guitarrista de rock, tu diálogo con músicos de otros géneros, o más arraigados en otros géneros?
—He tocado con muchos músicos de otros géneros. Como no pretendo ser músico de jazz, o de folclore, etcétera, y siempre me acerco con respeto, siempre fui aceptado en otros ámbitos. Tuve la suerte de compartir momentos con músicos brillantes de distintos mundos musicales y salir ileso, como Hermeto Pascoal, Otomo Yoshihide, Roger McGuinn, Charly Garcia, Lucio Balduini, Vernon Reíd, Valdo Delgado, Liliana Herrero... Músicos que vienen de otros estilos, y me fue bastante bien. Para mí la música es toda una y viene del mismo lugar. Y respeto todos los dialectos por igual.
—Hace mucho tiempo que tu quehacer y tu nombre aparecen ligados a Japón ¿qué te une al público japonés? ¿sentís una escucha diferente de tu música allí?
—Siento muchísima afinidad con algunos músicos japoneses. Mayor a la que siento con la gran mayoría de los músicos argentinos que escucho, con algunas excepciones. Siento como si fueran mis hermanos. Aunque no puedo hablar mucho con ellos, sí puedo tocar con ellos. Los músicos japoneses con los que suelo tocar tienen una cultura, una capacidad, una apertura, una libertad y una sensibilidad admirables. Los respeto y los admiro muchísimo. Las audiencias japonesas son increíblemente generosas y abiertas a lo que están oyendo. Son muy afectuosos y amables. Fui nueve veces a Japón, la primera vez con Juana Molina y Alejandro Franov; después fui casi siempre solo. Trato de ir todos los años. Aprendo mucho en estos viajes.
—Y has ido al Japón también en tiempos difíciles ...
—Una vez fui justo un mes después del tsunami, y todos me decían que estaba loco, que tenía que cancelar. ¿Cancelar una gira de veinte conciertos? Todos cancelaban. En las páginas de las embajadas se decía: "Peligro extremo de radiactividad. Se recomienda viajar a Japón sólo en caso de necesidad esencial". Y yo pensé: para mí la música es una necesidad esencial. Tokio estaba desierta, todos muy asustados por Fukushima. Vino mucha gente a los shows y al final de mi primer concierto alguien del público se me acercó y me dijo: "Desde el tsunami nuestros corazones están cerrados. Gracias por habernos permitido abrirlos nuevamente". Para eso estamos los músicos.
—Ahora estás en una banda de música para el público infantil, ¿habías tocado antes música para niños o con la clara intención de entablar un diálogo con ellos?
—Rayos y Centellas (que antes era el grupo Papando Moscas y ahora se está reformando) es una banda para público de niños, pero en realidad es una gran banda de rock ¡y muy buena! La paso muy bien tocando con ellos ... Los niños son niños pero no son tontos y los respetamos mucho. Estamos haciendo un disco maravilloso, producido por Damián Torrisi. Lo bueno es que con ellos tocamos a la tarde, lo que me permite seguir con mi agenda...
—¿Y Sumo x Petinatto?
—Sumo x Pettinato, tremenda banda. La idea que me expresó Peti es ser fieles al espíritu del Sumo original, pero con un sonido más nuevo. Tocamos los temas de Sumo pero con un vuelo musical que está por fuera del standard del rock nacional actual. Hay influencias de Van der Graff Generator, Ian Dury, Pink Floyd, Clash, Ali Farka Toure, bandas que Luca y Peti admiraban... Son los temas de Sumo con otra vuelta de rosca. Los guitarristas (Esteban Latrechian, Peti y yo) trabajamos muchísimo para cubrir las cosas que solían hacer Mollo o Dafunchio, pero al mismo tiempo tenemos una impronta original. Los shows se llenan y son muy pero muy intensos y tienen mucho vuelo. Un lujo. Y tocamos muuuuy fuerte ...
La película como partitura
"Es un privilegio: veo películas maravillosas en fílmico y les pongo la música que me parece, sin que el director me cambie nada: la película es la partitura, los músicos leemos la película como si fuera una partitura y tocamos lo que vemos", dice Fernando Kabusacki
Hace casi veinte años Fernando Kabusacki empezó a dirigir y coordinar la National Film Chamber Orchestra en el Museo de Arte Latinoamericano en Buenos Aires (Malba), con la cual musicaliza en vivo películas mudas. Una experiencia que tiempo antes había iniciado en Rosario junto a su amigo, el realizador Pablo Rodríguez Jáuregui, y que con el paso de los años convocó a miles de espectadores que, a la vez que hacían contacto con aquellas maravillosas piezas del cine mudo, apreciaban hoy la música que ellas sugerían. El vínculo de Kabusacki con el cine es constitutivo de su arte: "El cine es muy importante en la vida de la gente, nos enseña mucho, y la música es muy importante en las películas. Hace más de veinte años con Fernando Martín Peña llevamos adelante esto de proyectar películas mudas con música en vivo. Lo seguimos haciendo en la Enerc, en el Malba, en la Filmoteca en Canal 7, en la Usina del Arte, en Mar del Plata... Pero en verdad este proyecto nació en Rosario junto a Pablo Rodríguez Jáuregui, las primeras funciones fueron en el Parque de España con los cortos de Winsor Mc Cay. Ahora suelo tocar con Matías Mango, un tecladista increíble, y a veces tenemos invitados de lujo: el Mono Fontana, Charly (García), Sergio Verdinelli, Fernando Samalea, y muchos músicos amigos. Incluso con Fito (Páez) hicimos una función de Metrópolis en Buenos Aires".
Los gauchos alemanes
A comienzos de los 90, Fernando Kabusacki y Hernán Núñez, que habían estudiado y compartido experiencias musicales con Robert Fripp, deciden conformar Los Gauchos Alemanes junto a Martín Schwutke y Steve Ball. Esa formación de cuatro guitarras, a más de haber sido una experiencia estética innovadora en la escena musical argentina, recorrió el país y escenarios europeos con una aceptación que se expandió a lo largo del tiempo. Los Gauchos ... también fueron soporte de otros músicos solistas, entre ellos la entrañable María Gabriela Epumer. El nombre de Kabu, desde luego, también fue desde entonces inseparable de esa formación. Cuatro CD publicaron Los Gauchos: Santos Luminosos, 1996; Little Beast, 1998; Gauchomanía, 1999 y Commendatore, 2008.