Es que muchos se acercan al método KonMari por motivos diversos. La relacionista pública Daiana Alvarez acudió a sus volúmenes por una mudanza y por la promesa de hacer orden y mantenerlo en el tiempo. "No creo que los libros de Kondo brinden felicidad, pero a mí me ayudaron a ordenarme y a tirar cosas que ya no uso más. De hecho, me deshice del 40% de mi placard”, sostuvo.
Mónica Adler, realizadora de joyería y piezas en vidrio, leyó sus libros porque no le salía el orden de manera natural. “Además me gustó la idea de decirle a los objetos de los que quería desprenderme «gracias por los servicios prestados», en especial cosas que había heredado de mi mamá y que no elegí”. Es que Kondo postula tratar a cada posesión con amor, tocarla —y si transmite una chispa de alegría conservarla—. Si eso no sucede, entonces agradecerle por haber cumplido una función en el pasado y deshacerse de ella.
La periodista científica Valeria Román se acercó al método KonMari porque no encontraba la ropa cuando tenía que salir rápido, pero con el tiempo sintió las promesas de la autora cumplidas. “Fue un gran cambio porque al lograr reorganizar mi casa durante más de un mes creció mi paciencia y mi confianza en lo que puedo lograr. Lo tomé como un proceso diario y disfruté de cada paso que conseguí”, contó.
“Seguí el consejo de quedarme solo con lo que me hiciera feliz. Así solté un montón de ropa que tenía sin usar o que no me gustaba cómo me quedaba. La doné a personas afectadas por inundaciones, y la verdad es que me puso muy contenta...por las prendas con las que me quedé y por el hecho de donar a gente que lo necesitaba. En el caso de los libros, el consejo de Kondo es quedarse sólo con 30. ¡Para mí fue imposible!. Me quedé con muchos que me gustan y me ponen bien con sólo verlos. Igualmente fue la primera vez en mi vida que pude regalar más de 100 libros y revistas de un saque. Y también me hizo feliz porque mi donación fue para una escuela secundaria y terciaria pública”, agregó la periodista.
Pero más allá de las experiencias individuales, ¿por qué el tema del orden es algo que puede convertirse en un boom en nuestros tiempos? Miguel, quien es también profesora de sociología e investigadora de la Universidad de Buenos Aires, arriesga que como “las personas generan contenidos con su vida cotidiana como insumo y componen fotos con los pies en pantuflas sobre la mesa ratona y la pantalla del televisor para publicarla en las redes bajo el título Día de fiaca y Netflix, el entorno debe acompañar y no pueden aparecer diarios tirados ni el plato de fideos de la noche anterior, sino que se construye un desorden cuidado de los ambientes”, subrayó.
“Además, los espacios para habitar son cada vez más chicos. Si se compara un tres ambientes construido en Buenos Aires en 1950 con uno de la actualidad, uno se encuentra con una reducción de alrededor de un 20% de la superficie en metros cuadrados. Antes las habitaciones eran más generosas y los techos más altos. Eso hace que haya menos espacio de guardado?, ¡y al mismo tiempo se consume mucho más!. ¿Y qué se hace con los cachivaches y cosas que uno va juntando? Ahí Kondo viene como anillo al dedo. Me desprendo y me quedo, no con lo indispensable de una vida austera, sino que aprendo a detectar los highlights de mi consumo, mis objetos con apego, con empatía y al resto lo dejo ir”, agregó la socióloga.
¿Felicidad garantizada?
La clave de Kondo es ordenar por categorías y no por lugares. Y hacerlo en el siguiente orden, que a grandes rasgos, va de lo más fácil a lo más difícil: ropa, libros, papeles, objetos varios y recuerdos. Se deben recolectar los ítems de cada categoría y ponerlos en el suelo. Sólo así uno puede darse cuenta de la cantidad de cosas que posee. El último paso es seleccionar aquello que da felicidad.
Valeria Román sostiene que el método KonMari la hizo feliz porque está en paz cuando ve su casa ordenada. “Al saber dónde tengo las cosas también siento que tengo más control sobre mi lugar y sobre mi propia vida”. Considera que personas que siguen el género de autoayuda pueden apropiarse de los libros de Kondo porque poseen un mensaje simple y claro, y no se necesitan mucho estudio para entenderlos. “Además, en un momento en que la sociedad actual presiona al mundo para que gaste y consuma exageradamente la gente empieza a darse cuenta que pasó a convivir con un exuberancia de cosas que compra sin tener la necesidad”, indicó.
Ordenar puede resultar tedioso, incluso una tarea titánica. Sin embargo no deja de ser algo relativamente fácil en comparación con solucionar otros conflictos del ser. Y si bien Kondo asegura que el orden es un primer paso para ser feliz y conseguir objetivos, ¿se puede encontrar en esta acción la base para la superación personal?
La médica psicoanalista Lía Ricón pone en jaque esta idea al sostener que “la superación personal no puede estar supeditada a tener la casa en orden” y que unos ambientes organizados no están asociados a la felicidad sino “a encontrar las cosas que necesitamos de una forma más rápida”.
“El orden mismo es una patología tanto o más penosa que el desorden y sólo debe estar al servicio de la tarea a realizar”, indicó Ricón, quien es miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Ante la pregunta de si este tipo de libros puede ayudar a los acumuladores compulsivos, su respuesta fue no. E insistió en que tanto guardar como tirar de manera excesiva puede ser una señal de desorden emocional.
La socióloga Paula Miguel mencionó que “la búsqueda de la felicidad ha sido un tema presente a lo largo de la historia, particularmente desde mediados del siglo XX” y que el mandato de superación ha estado presente desde mucho antes, “pero el tema es comprender de qué manera esos mandatos modulan en cada momento histórico, qué discursos los expresan y con qué elementos tienen empatía”.
“Una respuesta posible podría argumentar que en contextos de gran incertidumbre se dan fenómenos que apuntan a compensarla en la búsqueda de lo seguro y la vuelta a las raíces: la familia, las tradiciones, el hogar, pero no tenemos explicaciones unívocas para fenómenos comparables como los de Kondo, más allá del contexto, porque nadie, ni siquiera con los algoritmos más importantes en los análisis de datos puede predecir por qué algo será un éxito”, agregó.
Siento y lo publico
Vivimos en la época del “posteo, luego existo” y si nos gusta algo lo compartimos y lo usamos como una carta de presentación hacia el mundo entero. Por supuesto, el fenómeno de Kondo no resulta la excepción y muchos usuarios se lo apropian en las redes, ¿pero con qué fines?
“Los avances tecnológicos y la posibilidad de comunicación alimenta una fantasía de conexión amistosa con el mundo. En mi opinión, compartir esos contenidos es un intento de solucionar conflictos que no se arreglan con contar con un nombre y una foto en internet”, dijo Ricón.
Por su parte, Miguel sostiene que “desde el lado de la producción, los contenidos permean al público no de manera unidireccional productor/marca = público sino en la perspectiva 3.0 donde los usuarios generan contenido y los distribuyen a sus propios públicos, lo cual hace más interesante el mensaje ya que no es lo mismo que una recomendación te la dé tu mejor amigo o un referente que recibir una publicidad de marca”.
Estas estrategias permiten que —si se logra que la gente “se enganche”— los temas estén vigentes durante un tiempo mayor y alcancen a más consumidores, ya que desde la publicación de un libro o cualquier otro producto, se crean apps para celulares, grupos de Facebook, blogs y canales de YouTube.
La socióloga agregó que desde el lado de los usuarios/públicos, entre quienes están en las redes sociales, existe una necesidad cada vez más grande de mantener la participación social cotidianamente. “Es como postear o morir. Si no generás tus contenidos e interacciones no existís en la red. En ese punto, cada quién elije qué compartir, y los fans de Kondo muestran sus roperos; el fan de la comida rápida muestra un pancho gourmet y el enloquecido por las mascotas, un trajecito de peluche para la iguana”.
La periodista Valeria Román opinó que las páginas de Facebook sobre el orden operan como grupos de autoayuda virtuales en el que cada cual cuenta lo que ordena porque “puede que los amigos de siempre no estén realizando el cambio y es más redituable compartir experiencias con gente que si esté reorganizando sus casas y quiera dar aliento a los demás”.
Se puede decir que en sus páginas Kondo brinda pautas para sacarnos de encima los objetos que nos sobran, pero también nos promete “algo” que nos falta, eso que sus múltiples seguidores persiguen entre clics y hojas de papel.
Lo concreto es que se juntó con lo abstracto para convertirse en un éxito. ¿Perdurarán las ventas? ¿Las casas se mantendrán ordenadas bajo sus instrucciones? Sólo el tiempo lo dirá.
Consejos de Kondo
• Rodeate de cosas que te hagan feliz.
• Primero desechá, tirá, regalá, luego ordená.
• Buscá el equlibrio entre conservar y tirar.
• Agradecé el uso que diste a los objetos y despedite de los que no te sirvan con gratitud.
• Si ordenás bien no tendrás que hacerlo de nuevo.
• Debe existir un mismo lugar para cada categoría.
• Las cosas que no necesitás no sólo ocupan lugar en tu casa, también en tu cabeza.
• Lo más lujoso de tu casa debe ser el espacio.
Raquel Harari / Especial para Más
Edición general: Sebastián Riestra.
Editora Ciencia y Salud: Florencia O'Keeffe.
Edición fotográfica: Ángel Amaya. Diseño y diagramación: Esteban Figna, Enrique Figna y Fabiana Colovini.