El fútbol tiene memoria selectiva. Es por eso que cuando las cosas funcionan, los elogios surgen a borbotones y la idolatría es un premio fácil. Es común encontrar entrevistas que trucaron rápidamente el espíritu crítico por preguntas de ocasión acomodadas a un contexto favorable, omitiendo los cuestionamientos ácidos en tiempos de cólera. No obstante, sin dudas que Gerardo Martino y Miguel Russo cometieron errores porque son falibles. Algunos de los cuales fueron marcados oportunamente. Pero ambos coinciden en una virtud que tiene más que ver con sus procederes que con sus capacidades tácticas. Y es el de haber aceptado volver en momentos muy complicados a clubes a los que estuvieron ligados profesionalmente. Porque a diferencia de otros casos que optaron por poner a resguardo sus trayectorias y no exponerlas en situaciones traumáticas, ellos decidieron lo contrario. El Tata asumió el reto de sacar y alejar a Newell’s de un lugar complicadísimo con el promedio descartando una oferta más que seductora desde la selección de Colombia, al tiempo que Russo accedió a regresar a Central ya no para salvarlo del descenso sino para intentar devolverlo a primera división. Hoy el DT rojinegro logró el objetivo y va por una meta superadora. En tanto el entrenador auriazul se acerca al cometido. Pero lo más destacable es que ellos sí estuvieron cuando Newell’s y Central los necesitaron.