"¿Así que ahora tenés dónde jugar a la pelota?", le preguntó Ovación a Gonzalo Nahuel Perey ra, de 6 años, uno de los tantos nenes del paraje Las Hacheras en Chaco (a 400 kilómetros de Resistencia). "Sí", contestó el pibito. —¿Y de qué jugas? "Mmmm... de arquero. —¿Ah sí? ¿Arquero como quién? "Como Di María...".
Gonzalo aún no se ubicó en la cancha. Ya lo hará. Donde vive no hay televisión ni computadora para ver fútbol. Pero ahora él y unos 40 chicos del paraje cuentan con pelotas, algunas camisetas y un campo de juego con arcos, para poder jugar y aprender. Eso ayudará, aunque les falta un profesor que oficie de director técnico.
Los 25 x 14 metros de pura tierra y marcados a la cal son un logro más de la ONG rosarina La Higuera, que desde hace diez años realiza pediatría rural en la zona con el médico rosarino Gustavo Farrugia a la cabeza.
Un trabajo abnegado, actualmente de cinco médicos para 50 pacientes, en un lugar casi sin mapa ni reloj ni asfalto. La canchita de Las Hacheras es todo un estadio mundialista en ese rincón chaqueño, con mal de Chagas (enfermedad parasitaria que mantiene la misma prevalencia desde hace una década) y sin agua potable. Sólo un dato más: allí, en verano, el termómetro trepa cómodo a los 40 grados y si los chicos de este paraje y los cien de los alrededores quisieran refrescarse en el río más cercano deberían andar 50 kilómetros hasta el Bermejito.
"Acá falta de todo, pero una cancha de fútbol es un símbolo, una expresión hermosa: es la posibilidad de que los chicos jueguen, se socialicen, que podamos hacerles controles médicos. Queremos que puedan tener su camiseta, pantalón corto y medias para jugar contra chicos de otros parajes y pueblos de por acá. Ojalá alguien pudiera venir a enseñarles a jugar a la pelota y alguien también a tocar la guitarra o cantar, formar un coro. La música y el deporte son trascendentales. Esto podría ser la antesala de un club que queremos que tenga el nombre de Carlos Timoteo Griguol y Jorge Griffa. Y que cuente con una camiseta con los colores de los dos clubes más grandes de Rosario, porque Central y Newell's nos ayudaron a lograr esto", dijo Farrugia, de 48 años, casi un "chaqueño por adopción".
Al norte de la provincia de Chaco, a 33 kilómetros del pueblo Miraflores, se ubica Las Hacheras: 30 hectáreas de pobreza extrema. Tierra de El Impenetrable comprada por la ONG con lo recaudado en un recital que donó Juan Carlos Baglietto.
Unas 200 familias viven fundamentalmente de la cría de animales de corral y la Asignación Universal por Hijo (AUH). El lugar cuenta con una casa para los agentes sanitarios, hay algún que otro docente en la escuela pública Nº 683 y ocho colmenas de las que este mes se cosecharon cien kilos de miel. También tiene un flamante salón de usos múltiples (SUM) donde adultos y chicos ven cine y asisten a talleres y en el que se dan charlas a las mujeres sobre planificación familiar y control prenatal.
"Sin aportes estatales realizamos trabajo asistencial, de investigación, epidemiológico, prevención y promoción de la salud. Y no parece pero el deporte ayuda mucho en todo esto: es un elemento de cambio y proyección. Queremos que los chicos se queden en su lugar de origen y cuenten con todo lo necesario para vivir bien: que se los asista en salud, en educación, en actividad física y esparcimiento. Porque un chico que se va de acá a la ciudad termina en una villa. Por eso queremos un club y una escuela agrotécnica", aseguró Farrugia.
El pediatra dijo que el SUM cuenta con jueguitos para los niños más pequeños gracias a una actividad que impulsaron los ídolos de Central y de Newell's: Marco Ruben y Maximiliano Rodríguez. "Ambos llevan a sus hijos a un mismo jardín de infantes de Rosario y allí docentes y padres juntaron fondos y nos donaron hamacas, toboganes, subibajas y juegos para niños con parálisis cerebral", contó.
La Higuera sigue los lineamientos de Esteban Laureano Maradona (el médico rural fallecido en Rosario en 1995, quien pasó 50 años ejerciendo la medicina en Estanislao del Campo, Formosa). Funciona en Cerrito 3231, tiene web (www.lahigueraong.org.ar), Facebook ( La Higuera Ong) y Twitter (@lahigueraong).
Farrugia remarcó que la asociación no necesita víveres ni ropa. "Necesitamos aparatos de alta complejidad en salud, porque acá no hay ecógrafos para embarazadas, por ejemplo. Necesitamos un tractor, elementos de construcción, chapas", señaló y rescató al "aljibe" como el emprendimiento para almacenar agua más importante logrado en el lugar.
"Anoche llovieron 40 milímetros y bajó la temperatura unos quince grados —dijo el pediatra—. Esa agua es un bien preciado acá, imaginate... la tierra de la cancha parece cemento, un pibito se cae y se raspa todo". Y no sólo a un pibito le pasa eso. También le pasaría a Di María, a Ruben, a Maxi o a cualquier ídolo de primera.
Jugar en Las Hacheras es cosa seria. Médicos para atender a los lesionados hay, falta todo lo demás.