"Si me vienen a matar yo no me voy a dejar. Antes me mato. Pero no me voy a dejar matar". Gustavo Daniel Alegre reflexionó así ante sus amigos del barrio La Rana, en Villa Gobernador Gálvez, una noche cualquiera del último mes. Lo que en ese momento fue cuestionado y hasta tomado con sorna por quienes compartían el momento con él, tomó fuerza el jueves a la madrugada cuando el cuerpo del muchacho, de 28 años y un pedido de captura por un homicidio en la ciudad correntina de Esquina, apareció con un balazo en la cabeza en un descampado en la zona rural de Alvear. Su crimen pasó casi desapercibido porque el cuerpo, con un tiro en la cabeza, fue hallado casi a la misma hora en la que la policía encontraba en el fondo de un pozo ciego de un villa de Génova al 2100 el cadáver de Fabricio Zulatto, un chico de 21 años que faltaba de su casa desde la tarde del martes (ver aparte).
Alegre era buscado por la Justicia correntina como principal sospechoso de haber asesinado, la madrugada del 4 de agosto pasado a Ramón López en una esquina del barrio La Providencia, en la localidad ribereña de Esquina. Entonces la víctima recibió cuatro disparos cuando bajaba de un colectivo. Pocas horas después de ese crimen el fiscal de Instrucción correntino Carlos Gallardo ordenó la detención de la mujer de López, quien al declarar no dudo en involucrar directamente a Alegre.
Gustavo Alegre nació en la localidad de Esquina. A los 14 años emigró de Corrientes en busca de nuevos aires y recaló en la casa de unas tías, en el barrio La Rana de Villa Gobernador Gálvez. Allí terminó de estudiar y llegó a cursar el primer año en el Instituto de Seguridad Pública de la Provincia de Santa Fe (Isep). Pero la carrera policial le dejó de interesar rápido y abandonó. Entonces comenzó a trabajar en una agencia de seguridad privada. Solían verlo en una moto de 150 centímetros cúbicos y era reconocido porque en su espalda lucía un tatuaje de San La Muerte. Además era un fanático practicante del sanda, un arte marcial oriental con técnicas de combate libre.
El lunes pasado, la pareja de Alegre llegó hasta la subcomisaría 26ª de Villa Gobernador Gálvez y realizó una denuncia por averiguación de paradero luego de que el hombre no se presentara a trabajar. El martes, la mujer ratificó la denuncia en la Fiscalía y el jueves a la madrugada Alegre apareció sentado entre los arbustos, cruzado de piernas y brazos, con un disparo en la cabeza, con orificio de entrada y salida sobre la zona derecha, en un montecito que se levanta al costado del camino que une Villa Gobernador Gálvez con Alvear. Llevaba puesta una pistolera de poliamida pero no tenía arma. Entre sus ropas tenía su billetera y la documentación como legítimo usuario de un arma de fuego. Tampoco se encontró su moto.
Sus vecinos del barrio La Rana lo recordaban ayer con una sonrisa, como "un buen muchacho, mujeriego y fanático de las armas". Alegre dejó dos hijos pequeños, fruto de dos parejas diferentes. En ese barrio vivió hasta hace un mes. "De un día para el otro vendió su casa y se fue a vivir a otro lugar", explicó una doña del lugar.
"En esa casa vivió con Belén, la madre de su último hijo. Era un buen pibe, pero se desbarrancó en el último año. Sus juntas empeoraron. Empezó a andar más con la gente de (el barrio) Los Eucaliptos. Hace poco le compró un arma a un transero. El sábado pasado anduvo por el barrio, compró bebidas y se puso a tomar con la gente de Los Eucaliptos", recordó una vecina de la zona.
Ayer, en las casas de referencia de la familia de Alegre en La Rana no había parientes. "Lo velaban en Rosario y lo llevaban (sepultaban) a la mañana", alertó otra vecina.
Otras fuentes indicaron que la última semana, tras el asesinato por el cual lo acusaban en Esquina, Alegre lo pasó refugiado en una humilde vivienda de La Ribera y la bajada Maipú, un territorio bajo el control del barra brava de Newell's apodado "Checho". Sin embargo, la muerte de Alegre nada tiene que ver con la interna de la barra del Parque Independencia.
A pedido
A 450 kilómetros al norte de Villa Gobernador Gálvez, en la localidad de Esquina, Alegre era buscado como principal sospechoso de asesinar a Ramón López, un operario de 34 años que trabajaba en un aserradero y que la madrugada del 4 de agosto, cuando regresaba a su casa del barrio La Providencia fue atacado a balazos (dos de ellos por la espalda) a tres cuadras de donde bajó de un colectivo. En la escena del crimen fueron colectadas 9 vainas servidas y un testigo del ataque relató a los investigadores que vio cuando el agresor de López huía en una moto.
López estaba casado con Vanesa G., de 29 años, quien fue detenida por orden del fiscal Carlos Gallardo junto a Lucio A., de 32 años y sindicado como su amante. La causa está caratulada como homicidio, pero podría variar por las novedades de la investigación calificándolo como homicidio agravado por el vínculo o doblemente agravado.
"La hipótesis que manejan los pesquisas es que Vanesa G. planeó el asesinato y pagó a alguien (sería Alegre) para que lo consumara. Para ello habría mantenido conversaciones con el muchacho a través de Whatsapp y por eso se remitieron celulares y una tablet del joven asesinado en Alvear para ser peritados en Corrientes", consignó el diario Norte de esa provincia.
"La policía logró determinar después que la esposa de López era conocida de Alegre, y que ambos mantenían comunicación después de haber mantenido tiempo atrás una relación sentimental. En esos diálogos ella le habría pedido que asesine a su marido y que por el encargo le pagaría unos 5.000 pesos", explicó el diario correntino. La presencia de Alegre en Esquina días antes del crimen fue corroborada por la madre del sospechoso, además de lo que quedó asentado en el registro del hospedaje que ocupó en su estadía. Otro elemento que confirmó su presencia en esa ciudad litoraleña fue que se tomó una selfie en la playa y la subió a su cuenta de Facebook.
En ese marco, la semana pasada desde el juzgado de Instrucción de Esquina se había requerido a la Fiscalía Regional Rosario un exhorto para dar con el paradero del Alegre como sospechoso del homicidio de López. No lo encontraron sino una vez que lo habían asesinado.