La escuela debe formar un sujeto colectivo para integrarse a una sociedad democrática que atienda a la diversidad. No entendida esta última como una suma de singularidades sino revalorizando socialmente los aportes individuales, construyendo procesos de enseñanza y de aprendizaje; enseñanza basada en la negociación de experiencias colectivas para la resignificación del espacio social.
Sociedades multiculturales y diversas han estado presentes en el aula escolar, dándoseles históricamente diferentes respuestas. La preocupación actual radica en la relación entre diversidad cultural y complejidad social.
¿Cuál es el riesgo de eludir la atención a la diversidad en el contexto actual? No sólo su consecuencia inmediata: el fracaso escolar —entendido como repitencia o deserción—, sino la que deriva de una escuela sin significado social que —a modo de caja de resonancia de los aspectos más conflictivos de la comunidad— margina y es marginada.
La experiencia internacional muestra que la educación es el área donde la intervención resulta más productiva. En este sentido, el Estado debe garantizar la implementación de políticas focalizadas en grupos vulnerables para así lograr la igualdad de oportunidades de estos sectores en la sociedad toda.
Política de Estado. La educación no sólo es un derecho de todos los habitantes de un país sino que ha de ser considerada una "política de Estado para construir una sociedad justa, reafirmar la soberanía e identidad nacional, profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, respetar los derechos humanos y libertades fundamentales y fortalecer el desarrollo económico-social de la Nación" (ley de educación nacional). Así lo entendieron los legisladores que sancionaron la ley de educación nacional, quienes también afirmaron que se debe "asegurar a los pueblos indígenas el respeto a su lengua y a su identidad cultural, promoviendo la valoración de la multiculturalidad en la formación de todos/as los/as educandos/as".
Revisar a fondo las políticas educativas de la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) e intervenir en ellas "en terreno" logrará el fortalecimiento de los trayectos escolares de los niños pertenecientes a pueblos originarios de la provincia. De esta manera, la distribución democrática del conocimiento propiciará el ser y estar de los niños aborígenes como futuros ciudadanos activos de nuestra sociedad.
El punto inicial es el reconocimiento de las necesidades específicas de los maestros que trabajan en contextos de diversidad con pueblos originarios.
En la realidad cotidiana y para el docente, trabajar con la diversidad constituye un obstáculo, colocándolo en una situación problemática de la cual no puede salir (tanto porque no ha sido capacitado para ello como porque no sabe de qué manera saldar los obstáculos que encuentra) ya que vivencia esa diversidad como una característica negativa dentro de su realidad del aula. El cómo lograr que se perciba la diversidad como un factor de enriquecimiento es el desafío; y si bien no existen fórmulas ni recetas, sí se puede comenzar a orientar la tarea a partir de diseñar, poner en práctica y evaluar en forma conjunta experiencias que atiendan a esta problemática y ayuden a develar las potencialidades que tiene.
Conclusiones. El diagnóstico realizado luego de 20 años de trabajo en terreno lleva a concluir que:
-Las modalidades dialógicas y de reflexión sobre la acción de capacitación de los docentes son las intervenciones más potentes para lograr la transformación de la escuela en un ámbito participativo y solidario, que contemple la identidad de los alumnos aborígenes y no aborígenes.
-Atender a los modos de apropiación y construcción del conocimiento propio de los pueblos originarios facilitará la construcción, por parte de los educadores, de la elaboración de un currículum que constituya una herramienta de cambio los procesos de enseñanza y de aprendizaje en contextos complejos.
Distintos factores. Dicho diagnóstico posibilitó también detectar que en estos ámbitos, la realidad sociocultural resulta compleja para el docente puesto que se entrecruzan diferentes factores, destacándose entre ellos la situación de enseñanza y de aprendizaje dentro de un contexto multicultural, y en un medio geográfico ajeno al lugar de origen al que pertenecen los alumnos. En este sentido, las diferencias culturales que existen entre educandos y educadores, los cambios de ámbito geográfico sufridos por la comunidad y el bilingüismo son otros aspectos constitutivos del problema a tratar.
El trabajo del Centro de Estudios Interculturales de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional Rosario (UNR) propone actuar como "puente" intercultural entre escuelas y pueblos originarios para lograr la revalorización de los saberes étnicos y tomarlos como punto de partida hacia la incorporación de los saberes universales que les permitirán a estos alumnos incorporarse exitosamente a la sociedad circundante.
La interculturalidad dentro del aula es fundamental para la construcción de una sociedad democrática, en la que se superen los modelos de uniformidad y asimilación basados en la desigualdad, la intolerancia, y el etnocentrismo. "La educación intercultural, a diferencia de la educación indígena, —señala Ignacio Hernaiz— de la occidental o de la indigenista, se refiere sobre todo a espacios y modos de convivencia dentro y fuera del aula, cuando coexisten dos o más culturas. Por lo tanto no basta con diseñar textos, técnicas de desarrollo curricular y/o dinámicas de enseñanza que combinen saberes y haceres de las diferentes culturas. Estamos hablando de un proceso de enseñanza-aprendizaje-acción en el cual se diluye la dicotomía oficial maestro/alumno".