Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), las poderosas fuerzas militares cubanas nacidas de los "barbudos" de Fidel Castro que tomaron el poder en 1959, son un pilar militar, económico y político clave para la supervivencia del régimen de su hermano Raúl. El carácter militar del régimen, autodenominado "la revolución" pese a los 57 años transcurridos desde ese episodio, se ha acentuado con la apertura económica: las FAR dominan las principales empresas del Estado que trabajan en "joint ventures" con empresas extranjeras.
Ministro y jefe indiscutido de las FAR durante nada menos que 49 años, hasta que en 2008 asumió formalmente la presidencia de Cuba, Raúl Castro —apenas cinco años menor que Fidel y único general de cuatro estrellas— considera "natural" el gran peso que tienen los militares en la isla, pues el ejército guerrillero salió el Partido Comunista y toda la armazón política cubana. Claro que esa "naturalidad" que cita Raúl está bien lejos de las normas democráticas. En las democracias, las FFAA ocupan un lugar subalterno y estrictamente limitado al rol que les asigna la Constitución. No así en Cuba. Las FAR "nunca renunciarán a cumplir" el papel de "servicio de la defensa del pueblo, del Partido, de la Revolución y el Socialismo", dijo Raúl Castro en el VI Congreso comunista.
De 1961 a 1989, mientras la Unión Soviética era el sostén de Cuba, las FAR recibieron armamento por 30.000 millones de dólares. Pero desde que se desplomó la URSS, bajaron de 300.000 a unos 50.000 hombres.
Bajo las reformas de los 90, crearon su propia industria militar y entraron en los negocios del turismo, donde hoy dominan. Sus empresas han fabricado o modernizado fusiles, proyectiles, minas, helicópteros, aviones, tanques y radares. También adoptaron el llamado modelo de "perfeccionamiento empresarial" de rentabilidad, eficiencia y control, que se fue extendiendo al sector civil, pero con mando militar.
Raúl nombró como su relevo en las FAR al general Julio Casas Regueiro, que antes administraba los negocios y la economía militar. Cuando éste falleció en septiembre de 2011, designó al general Leopoldo Cintra Frías. Un yerno de Raúl, el general Luis Rodríguez, es presidente ejecutivo del Grupo de Administración Empresarial de las FAR, el más grande del país, y es considerado uno de los "cerebros" de la reforma económica que impulsa el presidente.
Los militares incursionan en negocios en los sectores de comunicaciones, agricultura, transporte, azúcar y turismo. La segunda mayor fuente de divisas opera a través de la Corporación Gaviota, un gigante con más de 40 hoteles y villas, cuatro marinas, una línea aérea, una cadena de tiendas y empresas de renta de autos. Todo, en manos militares.
Las FAR están formadas por una pequeña Marina, la fuerza aérea, con aviones caza MIG muy anticuados, y el Ejército.
Cumplieron campañas internacionales de envergadura, la principal en Angola en los años 1970 y 1980, donde llegaron a tener 50.000 hombres en momentos cruciales de la guerra. También estuvieron en Etiopía y otra docena de países africanos.
Las FAR fueron golpeadas por el polémico caso del general Arnaldo Ochoa, jefe del cuerpo de expedicionario en Angola, y otros tres altos oficiales fusilados en 1989 acusados de narcotráfico. Ochoa era un mando de prestigio y muchos sospechan que el juicio fue el típico proceso de tipo estalinista que usaba Castro para destruir a rivales internos.
Aunque los analistas las consideran obsoletas, las FAR pueden ser apoyadas en caso de guerra por miles de hombres del Ejército Juvenil del Trabajo, más de un millón de las Milicias de Tropas Territoriales, 3,5 millones de las Brigadas de Producción y Defensa. Bajo la doctrina de la "Guerra de Todo el Pueblo", las FAR se prepararon para enfrentar con pequeñas escuadras móviles una hipotética invasión de Estados Unidos.