Como un bálsamo que aplacó una agenda por demás de agitada, el Dakar se adueñó esta semana de Rosario y plasmó imágenes inusuales. Grandes camiones circulando por Pellegrini, motociclistas enfundados en sus trajes de competencia fotografiándose en los semáforos, gente hablando en inglés, ruso y francés por la peatonal, y arbolitos que subían el dólar blue más rápido que Stephane Peterhansel (11 veces campeón del Dakar) tomando una curva en plena carrera.
Un enero distinto e histórico, con comerciantes felices, hoteleros que rebosan de alegría y rosarinos que plasman con sus cámaras digitales o celulares todo lo que tenga el más mínimo dibujo o parecido a la simbología Dakariana.
El viernes, en Pellegrini y San Martín, un hombre no paraba de sacar fotos a los camiones desde el cantero central mientras su mujer lanzaba al aire la típica y trillada frase femenina. "No sé qué le ve de emocionante a ver pasar un camión lleno de calcomanías".
Y es que la pasión por los fierros es así. Incomprensible, adrenalínica y hasta milagrosa. Y a las pruebas hay que remitirse. El Dakar terminó, como por obra divina, con los extensos cortes de luz y la violencia. Desde el 1º de enero todo fue camiones, improvisados diálogos en inglés para pedir cerveza o cigarrillos y bellas promotoras luciendo sus curvas. Y créase o no, hasta bajó la temperatura.
La alegría oficial no es para menos. Hoteles colmados, parrillas repletas y dólares (esos billetes verdes que cada vez son más difíciles de conseguir) saliendo de las billeteras de los cientos de mecánicos e ingenieros que desembarcaron en Rosario por estos días.
Entre las cualidades de la ciudad, el piloto catalán Nani Roma (4º puesto en el Dakar 2013) le dijo a La Capital que lo primero que le nombraron fueron las palometas.
El milagro del Dakar se las llevó lejos, Misiones, Concordia... La movida no la vieron los funcionarios locales, que hasta podrían haber promocionado un eslogan del tipo "Rosario, ciudad libre de palometas".
Las postales milagrosas hasta plasmaron una ciudad llena de policías e inspectores de Tránsito. Inusual para enero. En rigor, inusual para todo el año.
Sin dudas la llegada de esta importante competencia internacional marcó un hito en la ciudad, que está demostrando estar a la altura de las circunstancias con una gran organización. Al ver esto cuesta entender aún más cómo la ignota Ciudad de la Punta (San Luis) le quitó la oportunidad de erigirse como sede de los Juegos Panamericanos.
Pero esa batalla ya se perdió. La actual, la del Dakar, se está ganando, y con creces.
Las calles están repletas, los helicópteros sobrevuelan. En la peatonal ayer no se podía ni caminar. Bienvenido entonces el show del Dakar.
Ese show que logró aplacar noticias como el tarifazo del estacionamiento medido. Casi un 100 por ciento de incremento y que ubica a Rosario como una de las ciudades más caras del país a la hora de dejar el auto estacionado en la calle.
En esa incómoda agenda que se empieza a vislumbrar debajo del hollín que sale de los caños de escape de los grandes camiones, también se anota el pedido de aumento salarial de los municipales. Esperan una respuesta oficial hasta este miércoles con la amenaza de medidas de fuerza in péctore.
Pero todo esto es el futuro. El presente es el Dakar. Rosario estuvo narcotizada esta semana por la pasión de los fierros y hasta se anota para volver a organizar la competencia en 2015. Postales de la Chicago o la Barcelona argentina, depende del cristal con el que se la mire. O de quien ponga el cristal para mirarla.