En ocasión de dirigirme a arrojar la bolsa de basura al contenedor de mi cuadra, tiré junto con ella un objeto personal de poco valor material pero si afectivo. Cuando quise recuperarlo vi que el mismo estaba en el fondo del receptáculo, imposible para mí alcanzarlo. Espere entonces la llegada de algunas de esas personas que se dedican a revolver y buscar elementos dentro del mismo. Finalmente, apareció una persona a la que despectivamente denominamos "crotos", pobre, muy pobre. Le expliqué lo sucedido y le prometí 20 pesos si lo sacaba. Esta persona primero busco en la cuadra un palo largo para alcanzarlo, no lo consiguió, luego recurrió a la ferretería de la zona done consiguió un palo largo con un gancho. Finalmente, pudo extraerlo. Entonces le agradecí su acción, le dije que en vista al trabajo que se había tomado y a su buena acción, no le ofrecería 20 pesos sino 50. Sorpresa fue cuando me respondió que los favores no se cobran, y se negó a aceptar el dinero. Insistí repetidamente, la respuesta fue la misma. Agradecí a ese señor el favor que me hizo y la lección que me dio: los favores no se cobran".