A Bell Ville, la Capital Nacional de la Pelota de Fútbol y cada noviembre, sede de la fiesta nacional de la redonda, la importación puede llegar a "hacerla pelota". Así, con una típica salida cordobesa, describió la riesgosa situación económica de su empresa de 52 años de tradición, Fernando Fuglini. En diálogo con Ovación contó cómo lo afectó lo que ya había denunciado el diputado Andrés Guzmán del Movimiento Evita. Que la petrolera estatal YPF le pidió presupuesto para montar una promoción en las estaciones de servicio, pero finalmente decidió comprarlas en China: un stock de 900 mil pelotas a 70 pesos cada una, valor que el empresario bellvillense les paga a sus costureras para coser el balón. La importación ganó la pulseada por un valor tres veces menor al que cotizó el dueño de la firma Dale Más. Lo peor es que al empresario no lo dejó fuera de juego el mercado, sino los funcionarios de una empresa estatal. La pelota sí se mancha.
"No tenemos ninguna posibilidad de competir. Si nos hubieran dado, al menos, el 10 por ciento de esa producción, todos teníamos trabajo: los chinos, nosotros. Sólo puedo decirle que nuestras pelotas son de mejor calidad y 90 por ciento artesanales: están diseñadas acorde a los reglamentos de Fifa, AFA y la Confederación Sudamericana de Fútbol. Tienen 68,5 centímetros de circunferencia, pesan entre 420 y 450 gramos, lanzadas desde 2 metros de alto pican un metro, y tienen un forro especial que impide que se ovalen. Además las patearon Maradona y Messi y de allí para abajo, casi todos los más importantes jugadores del país", aseguró con orgullo.
Algo más y no poco importante: de estas número 5 depende el trabajo de 30 personas que trabajan en la fábrica y unas 300 costureras. Todos producen unas 5 mil pelotas al mes. Pero además, en esta localidad de unos 40 mil habitantes y cuna del ex Central Mario Alberto Kempes y el ex Vélez, Hernán Barcos hay decenas de talleres pequeños y familias que se dedican tradicionalmente al cocido de los gajos de la redonda. Todo un polo productivo en el rubro.
"Este verano es tuya. Pedila", invitaban los carteles de YPF que se expusieron en diciembre y enero pasados. Las bases y condiciones aclaraban que con la compra de 500 pesos de cualquier combustible o lubricante, más 180 pesos o canje de kilómetros en el serviclub, el cliente obtenía una pelota con el escudo de AFA.
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El 90 por ciento de las cordobesas Dale Más se hace a mano.
"Hasta agotar stock de 900 mil pelotas. Válidos todos los medios de pago que acepte el establecimiento", se agregaba. Un negocio redondo.
Fuglini, segunda generación familiar a cargo de la firma, en defensa de su propia producción, se refirió a la precariedad laboral escondida tras cada pase o cabezazo a estas baratísimas pelotas. Entiéndase salarios míseros, salubridad nula, falta de sindicalización y eternas jornadas laborales.
"Viajé a Paquistán y tengo fotos de cómo se fabrican pelotas allá prácticamente en esclavitud e incluso con niños", dijo el empresario cordobés.
La fábrica produce indumentaria deportiva, accesorios y balones sintéticos y de cuero, además de réplicas de tiento. Y entró a los récords Guiness por tener la "Mayor Colección del Mundo": 4 mil (entre ellas las réplicas de cada Mundial, desde 1930 hasta hoy). "Es una muestra itinerante, vamos con ella a donde nos llaman ", dijo Fuglini. Salvo el corte de los gajos, los balones de Dale Más se hacen a mano: por fuera, por dentro y también el cerrado de la boca.
"Coserlas lleva unas dos horas. Una persona puede llegar a terminar tres por día. Acá es común que las mujeres se lleven el trabajo a casa y lo terminen ayudadas por varios integrantes de la familia", aseguró el "dueño de la pelota".
River Plate de Bell Ville
El padre de Fernando, Roberto Fuglini fue quien fabricó en Bell Ville las máquinas con las que las pelotas con tiento pasaron a las de válvula invisible. Y luego abrió su propia empresa. Pero además, este hombre fue dirigente de River. Pero ojo: de River de Bell Ville, el único donde Boca y River son un sólo equipo. Sí. Fundado el 25 de marzo de 1923 por aficionados de uno y otro cuadro que tras varias discusiones y peleas acordaron un sorteo. El ganador definió el nombre y el perdedor ponía la camiseta. Así, hasta el día de hoy, el club se llama como el Millonario de Nuñez, pero viste los colores del xeneize. "Y los clásicos, hoy en día se conviven: dos hinchadas contrarias, en un mismo espacio. Somos únicos", dijo Fuglini hijo.