El peso que soportan los chicos al cargar diariamente sus mochilas escolares disparó el número de consultas por dolores de espalda, cuello y hombros. El presidente de la Asociación Rosarina de Ortopedia y Traumatología de Rosario, Sergio Gorodischer, aseguró que alrededor del 20% de los niños en edad escolar que concurren a un médico de la especialidad, lo hacen porque sufren las consecuencias de transportar una cantidad desmedida de cuadernos, carpetas y libros.
El equipaje escolar no debería superar el 10% del peso corporal del chico, pero muchos lo superan por amplio margen. Un estudio realizado por el Centro de Investigaciones en Salud, Educación y Deportes del Instituto Superior de Ciencias de la Salud, con sede en Buenos Aires, determinó que el 60% de los alumnos de escuelas primarias y secundarias (públicas y privadas) transportan pesos inadecuados. En algunos casos se demostró que llegan a triplicar la carga sugerida por los médicos.
"A esto hay que sumarle que las mochilas que existen en el mercado no suelen ser las más recomendables. Además de tener precios altísimos, no poseen los compartimentos necesarios para repartir la carga, no tienen tiras anchas para no lastimar los hombros ni el cinturón que se recomienda para mejorar la postura. Es decir, no son ni ergonómicas ni anatómicas”, remarcó Gorodischer.
En algunas escuelas de la ciudad de Rosario los padres plantearon quejas por este tema. Hay casos en los que se decidió comprar casilleros, con la colaboración de la cooperadora, para que los chicos no tengan que acarrear todos los días las mochilas repletas de útiles y libros; otros lo charlaron con los maestros y acordaron que los libros más pesados queden en el aula. “Sin dudas es un problema que requiere una discusión seria y una respuesta institucional”, enfatizó el traumatólogo.
Pero los inconvenientes no se circunscriben a las mochilas que se llevan en la espalda, las que tienen carros también son riesgosas. “La mayoría de los colegios tiene escaleras en los ingresos y para llegar a las aulas, por lo tanto, aunque usen mochilas de arrastre, los chicos deben subirlas y bajarlas varias veces por día lo que puede dañar hombros y muñecas”, explicó Gorodischer.
El especialista comentó que a pedido de los padres es frecuente que el pediatra o traumatólogo expida certificados médicos para que no tengan que cargar las mochilas dentro de las escuelas cuando hay escaleras. En esos casos, los docentes o los porteros suelen hacer la “ingrata” tarea.
Gorodischer manifestó que “los alumnos de primaria, por ejemplo, están en pleno crecimiento; la columna está formada por vértebras, y entre cada una hay un disco que funciona como un amortiguador. Cualquier peso excesivo puede inflamarlo provocando contracturas y dolor”.
Respuestas efectivas. Omar Tabacco, médico pediatra, coincidió con el traumatólogo sobre las consecuencias indeseadas de los sobrepesos. “Como pediatras sugerimos que elijan las mochilas que se arrastran y no las que se cuelgan porque siempre los riesgos son menores. También hay que tener en cuenta qué tipo de equipaje se compra, y revisar, día por día, qué materias tienen los chicos para que no transporten peso sin necesidad”, agregó.
Tabacco mencionó que los pediatras deberían hacer sugerencias más a menudo en este sentido pero que sin dudas el problema excede el ámbito médico ya que son los las autoridades educativas, los directores y los maestros los que deben tomar medidas al respecto.
Gorodischer, por su parte, comentó: “En algunos países de Europa, por ejemplo, se están replanteando la necesidad y utilidad de las tareas que los alumnos se llevan a la casa; se intenta con esto, no sólo que no carguen con todo el peso de los libros y cuadernos en forma diaria, sino que además usen el tiempo libre para hacer más deporte y actividades recreativas que les sumen salud”.
Mientras se intenta resolver el problema de fondo en Argentina, algunas opciones para “aliviarlo” a corto plazo son: que en las escuelas se dispongan espacios para dejar el material didáctico, organizar los horarios para que los chicos no tengan todos los días todas las materias y evitar que los más chicos _y por ende los más débiles en cuanto a su estructura ósea_ suban y bajen escaleras dentro de las instituciones.