La secundaria de Arnold funciona en el mismo edificio de la primaria, una por la mañana, otra por la tarde. Desde este año, Adrián Thomsen es el director de la Escuela Secundaria Orientada Nº 373. Antes había sido profesor de historia. Presenta a un grupo de profesores, a la preceptora y a la portera, y arranca en un recorrido con el que pretende explicar cómo es que todos sus alumnos llegaron a 5º año sin llevarse a rendir nunca una materia.
"En general todos los cursos son muy buenos, pero siempre hay alguno que se lleva materias. Estos chicos —por los de 5º año— siempre vinieron a la misma escuela, desde la primaria, el mismo grupo. Antes había cuatro o cinco más pero se quedaron en Zavalla cuando se abrió el anexo de esta secundaria allá. La verdad es que aquí hay pocos problemas de deserción", indica.
Analiza la buena noticia de reconocer que sus alumnos llegaron al final de una etapa escolar tan compleja como desafiante sin problemas. "Fue una idea, una estrategia que surgió de ellos", reconoce sobre el valor de la habilidad de los jóvenes para salir adelante.
Suma a este protagonismo de los adolescentes el entusiasmo con el que asumen cada invitación a estar en diferentes proyectos; además de la ayuda que reciben de la cooperadora para sostenerlo, y del aprovechamiento que hacen de los programas y planes que se ofrecen oficialmente. Enumera entonces desde los laboratorios pedagógicos la posibilidad de contar con una sala de informática con conexión a internet —están a la espera de las netbooks—, hasta los beneficios del Plan Mejora de Nación (para escuelas secundarias), con cuyos fondos también sostienen muchas iniciativas, y hasta les compararon bicicletas a los alumnos para asistir a la escuela.
Optimista. Todo se aprovecha, dice una y otra el director Thomsen que tiene una mirada absolutamente optimista sobre todo lo que puede generar la educación. Agrega aquí que actualmente cursa un postítulo en Tics (tecnologías de la comunicación y de la información) que dicta a distancia —de manera gratuita— el Ministerio de Educación de la Nación. Una formación con la que ya logró entusiasmar a otros colegas para que las nuevas tecnologías sean una herramienta más en el aula.
"Aunque los medios tengan que mostrar todas las noticias, hay cuestiones que pasan en la escuela que son muy buenas, y que hay que mostrarlas también", dice convencido que la que se vive en sus aulas es una de esas buenas historias.
En su visión, que sea un pueblo pequeño mucho ha influido para que se pueda enseñar sin mayores sobresaltos como ocurre en escuelas de contextos complejos, o de alta concentración de matrícula. Sin embargo, considera que no es menor "la cuestión de los vínculos afectivos, eso es lo importante". "Por eso siempre les digo que conmigo van a tener toda la confianza del mundo, que me pueden decir «Adrián», pero no «Che, Adrián». La verdad es que en esta escuela las amonestaciones no existen, apenas algunas firmas que sirven como llamados de atención", profundiza sobre cómo marcar la autoridad sin perder la cercanía con los adolescentes.
Repasa que en los primeros años este grupo de alumnos eran todos de "8 y 9, y hasta una alumna tuvo en segundo año todo promedio 10". "Cuando estaban en tercer año, algunas chicos comenzaron a bajar los promedios, pero era absolutamente entendible, es la edad en que comienzan a salir más, a tener una noviecita".
Por eso Thomsen insiste en la importancia del vínculo afectivo que pueda darse con los estudiantes. "Cuando uno deja de dar un poquito de historia y les pregunta qué les pasa, qué hizo ayer, eso suma. En otras escuelas donde son más esto también vale. No es la cantidad de alumnos, sino el lazo que pueda darse en las relaciones humanas".
"Siempre les digo a los profesores que las materias que enseñan tiene que ser significativas y que eso depende de nosotros. Yo tengo que saber por qué es importante. Cuando nos convencemos de esto, eso se transmite", finaliza.