El viento mueve las cosas, las cambia y en Rosario deja en evidencia severas falencias. En dos semanas consecutivas, sendas tormentas pusieron al descubierto lo que los vecinos vienen padeciendo desde hace meses: una pésima prestación de la recolección de residuos.
Mientras el monto a pagar por la tasa general de inmuebles (TGI) crece al ritmo de la inflación, los servicios esenciales se prestan cada vez peor. Ergo, el rosarino (siempre cumplidor) paga sus impuestos y el Estado le cumple cada vez menos.
La postal de contenedores rebalsados de residuos fue un clásico y los funcionarios le echaron la culpa a la tormenta. Habrá que aceptar que en la tercera ciudad del país, un meteoro de consideraciones deja a la mayoría de los barrios tapados de residuos.
En medio de este panorama, la intendenta llamó a los vecinos a ser responsables y sacar la basura cuando corresponde (muchos incumplen los horarios). El Estado también debería retirarlos cuando corresponde.
Y así, tras 15 días de mugre, Mónica Fein anunció en la apertura de sesiones del Concejo que multó por esos incumplimientos a las empresas prestadoras. Todo ante el estruendoso aplauso de la militancia, que lo hace sin escuchar al mejor estilo del kirchnerismo cuando copaba la Casa Rosada. ¿Era para aplaudir que la Municipalidad multe a quien no cumple con su trabajo?.
Entre medio de los fervorosos “clap clap”, Fein destacó el jueves pasado: “Los barrios serán nuestra prioridad. Caminaremos, miraremos de frente”. Un objetivo un tanto tardío para una administración que hace cuatro años gobierna esta ciudad y un partido político que lo hace desde hace más de 25.
“Hay que superar la cultura de la anomia”, dijo la intendenta. La anomia es la ausencia de ley, un conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación. Tal vez esa anomia generó que ahora la prioridad sean los barrios. O que los trapitos ganen las calles hasta el extremo de que el lunes pasado se hayan adueñado de la playa de estacionamiento de la plaza Sarmiento, en pleno centro de la ciudad.
Esa anomia que cita la intendenta genera que ahora se destine una millonaria inversión para sanear a la Villa Moreno, el lugar donde en el Año Nuevo de 2012 fueron acribillados tres jóvenes militantes sociales. Allí, con ausencia estatal, el narcotráfico se movió a sus anchas, lo que derivó en una intervención federal de los barrios.
Fein dijo que “la proximidad es esencial para reparar los lazos sociales lesionados”. Habrá que preguntarse por qué el Estado se alejó tanto en estos años, al punto de tener que solicitar la presencia de Gendarmería para poder volver a caminar las barriadas.
Como se ve, el viento dejó en evidencia muchas cosas y hasta trajo discursos que ya se vienen escuchando desde hace años. Habrá que esperar si, como dice la canción de Scorpions, esta vez son “vientos de cambio”.