—Oiga, por qué no les dice a los periodistas de ese diario que se dejen de joder!
—¿Epa, qué le pasa que anda tan enojado?
—Me hicieron entrar con el temita ese de las ruedas del auto de Fangio y parece que no se las habían robado.
—La nota nunca afirma eso.
—Pero lo insinúa.
—Bueno, usted parece del Ministerio de Seguridad o de la Policía de Inteligencia. Dicen lo mismo.
—Leí que el auto vino desarmado y ustedes los medios le pidieron que lo armaran para la foto. Obvio, después se las volvieron a sacar. Hay que ser malpensado para imaginar otra cosa.
—Pero admítame que la situación es extraña. Un día completo, al otro sin ruedas, volante y asiento. Encima en la primera aclaración explican que lo hicieron por falta de lugar. ¿Cuánto espacio ocupa un volante?
—Lo concreto es que están en un depósito de al lado y se terminó la discusión.
—¿Usted las vio?
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Los médicos de cabecera de Pami protestan hasta que se produzca el pago de sueldos.
—¿Está ahí?
—Si, es que me parece que me están escuchando este teléfono. Le cambio de tema.
—Adelante.
—¿Sabe qué está pasando en la puerta del Pami que hay tanta gente?
—Creo que hubo un paro. ¿Por?
—Mi esposa fue a hacer un trámite y se encontró con una discusión absurda. Le decían a los que iban por temas oncológicos que formaran una fila y pasaran. Los otros, no.
—Debe ser por la decisión del gobierno de suspender la entrega de medicamentos a los que tienen recursos para comprarlos.
—También, ¿a quién se le ocurre ir al Pami teniendo yate o avión?
—Me dijeron que eso es lo que le preguntan a los familiares de los afiliados cuando van a pedir una excepción.
—Escuche, ¿no hubiera sido más práctico sacarle el beneficio a esos casos comprobados de gente pudiente y no suspendérselo a tantos miles y someterlos a un largo trámite para que demuestren que lo necesitan?
—Y, mire. También era lógico no haber cambiado algunos feriados, no condonar la deuda del Correo o corregir para menos el haber de los jubilados... Con sentido común, cualquiera es vivo.
—No me chicanée. Usted sabe que el día de la elección yo estaba confundido y voté esto.
—Dele tiempo, recién va un año.
—Pero ya hubo demasiados errores.
—Bueno, recuerde que el lema fue Cambiemos, y para cambiar algo hay que equivocarse.
—Me está tomando el pelo. Lo llamo otro día.
—No se enoje.
—Por qué no aprovecha la llegada de La Capital y le pide a todos los jubilados que tengan yates y aviones que ya bajen y vayan viniendo, así le evitan tanto lío al resto.
—No creo que sea la mejor manera.
—Y entonces, ¿cómo hacemos?
—Tengo una sobrina que trabaja en el Pami y me contó que empezó el psicólogo. No se banca llenar el formulario donde le preguntan a gente casi indigente si tiene avión o lancha.
—Qué barbaridad. Y mientras, ¿quién paga los medicamentos?
—Los familiares, los mismos que contrataron una prepaga que ahora es causal para que le corten los medicamentos. Oiga, ¿el que autorizó esto no tendrá un problema con el padre?
—Ah usted también quiere psicoanalizar este tema!. No, así no sigo. Espero no tener que volver a llamarlo.
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En Moreno al 3000 se halló un símil del auto con que competía el piloto argentino Juan Manuel Fangio.
—Espere, ¿está ahí?
—Si. Diga.
—Lo llamé para esto. Y casi me olvido.
—Lo escucho.
—Me dijo un amigo, que sabe de estos temas, que esto de las megacausas que ahora saltan por todos lados es una campaña.
—¿De quien?
—De los fiscales.
—No entiendo.
—Es que parece que los tipos se presentan a un concurso para llegar a otro cargo en la Justicia.
—¡Y eso que tiene que ver?
—Que para hacer méritos y destacarse, activan estas causas o las hacen más espectaculares para tener notoriedad.
—¿Usted dice que inventan?
—No tanto. Pero exageran, dan conferencias de prensa y buscan cómo darle trascendencia mediática a investigaciones que en otro tiempo tendrían un desarrollo más normal.
—¿Y qué quiere que haga?
—¡Qué mala onda! Se lo digo para que no se coma la curva. Veo que todos los periodistas entran ciegos en ese juego.
—Lo tengo en cuenta.
—Má si, haga lo que quiera! Así estamos.