La política santafesina empieza a desperezarse. Con el calor, también subirá la temperatura de los partidos, empezarán a florecer candidaturas y se desmadejará un escenario repleto de confusión.
Por Mauricio Maronna
La política santafesina empieza a desperezarse. Con el calor, también subirá la temperatura de los partidos, empezarán a florecer candidaturas y se desmadejará un escenario repleto de confusión.
La carta con la que el comité provincia de la UCR intentó marcarle la cancha al gobernador Miguel Lifschitz, pidiéndole mayor injerencia en la elaboración de las leyes —aunque lo haya circunscripto al presupuesto—, es en verdad un clásico y nada moderno reclamo para que el socialismo no olvide que no podrá gobernar sin el centenario partido.
Lo que más llamó la atención oficial es que el petitorio radical firmado por el presidente del radicalismo, Julián Galdeano, también llevara la adhesión del titular de la convención, Rodrigo Borla, quien milita en el NEO, sector interno que resiste la alianza con el macrismo. "Van a resistir siempre y cuando a Macri le vaya mal, si le va bien empiezan a hacer cola para venirse a Cambiemos", chicaneó el viernes un diputado provincial de otra vereda interna.
En otro escenario político, el socialismo les hubiera dicho a los radicales "quemen esa carta", pero más que nunca la necesidad tiene cara de hereje y la Casa Gris no puede perder un sólo peón.
Para el socialismo no hay otro opción en el aquí y ahora que la gestión de Lifschitz. De eso dependerá la sobrevivencia en 2019. Ese pleno al gobernador tendrá o no premio de acuerdo al resultado de la acción en seguridad.
El peso de la gestión. No es casual que hasta aquí Lifschitz haya puesto sobre sus hombros la responsabilidad por la seguridad, mucho más tras las dos movilizaciones ciudadanas. El largo plazo electoral es algo que recién podrá ser evaluado más lejos en el tiempo. El desvelo de la Gobernación es apostar a la gestión.
Sin embargo, a poco que el 2016 comience a dar las hurras, el propio Lifschitz deberá convocar a elecciones. Si firma el desdoblamiento electoral, el frente con el radicalismo tendrá sobrevida y le permitirá a la UCR mantener el cobro en dos ventanillas. Por el contrario, si hay elecciones locales y nacionales ese doble juego se habrá terminado.
No hace mucho tiempo, el propio vicegobernador, Carlos Fascendini, se entusiasmó con la idea de la unificación electoral. Era una forma de meter presión en la interna radical, dividiéndola entre tirios y troyanos. Para el gobernador no parece la mejor elección, salvo que al momento de estampar la firma ya tenga plena conciencia de que la UCR se irá casi en su totalidad a los brazos del PRO.
Un episodio motivó el nuevo enojo radical que derivó en la carta enviada al Ejecutivo: la secuencia que derivó en la aprobación, casi irresponsable, de la paridad de género. Los 8 diputados varones del radicalismo se abstuvieron, y fueron objeto de insultos y cánticos en contra de las barras militantes, al tiempo que sus pares socialistas aprobaban el proyecto por temor a quedar en falsa escuadra con lo que parece ser más políticamente correcto.
La media sanción generó malestar en la Casa Gris, como lo admite hoy el ministro de Gobierno, Pablo Farías, en una entrevista con LaCapital. "Hubiera sido mejor que el tema pasara por comisiones y tuviera allí dictámenes positivos", dijo el responsable de la cartera política (ver página 16).
En la Gobernación se respira hoy un clima mucho más agradable que el de meses atrás. Aquella relación plagada de infortunios con el gobierno nacional parece haber ingresado en un remanso o, al menos, en un contexto de mayor sentido común.
En medio del chirriante cruce de acusaciones entre el gobernador y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, cuando Nación amenazaba con intervenir la policía, Lifschitz calmó la preocupación de Maximiliano Pullaro: "No te preocupes, ningún gobernador trabaja más que yo, y esto se soluciona con laburo". Al final del camino, logró lo que quería: tener un vínculo mano a mano sin intermediarios con el presidente.
El horizonte político encapsulado en el deber ser que se escribió al inicio de los mandatos de Macri y Lifschitz recién ahora parece redireccionarse. No deja de ser un mal negocio para el presidente —a quien se lo tilda "de derecha" y de "gobernar para los ricos"— tener a mano y en las fotos a un gobernador socialista. Le airea el microclima.
Alguien pareció habérselo sugerido al jefe del Estado, quien en su momento consideró que Lifschitz era el peor de los gobernadores a la hora de trabajar en equipo. ¿Cambiamos?
Por el lado de la oposición, tampoco tienen por ahora demasiado handicap. En el PRO se asiste a la primera interna explícita desde la conformación del espacio, aunque no es sencillo ni habitual delimitar públicamente las referencias. Las disputas, los enojos, son más de carácter personal entre dirigentes que por connotaciones políticas.
Interna amarilla. Esa fue una de las razones que precipitó la decisión de Miguel Del Sel de correrse de la actividad preelectoral, y tal vez política. "Lamentablemente, va a tener que tomar partido hasta Macri si sigue así", exageró un legislador nacional del PRO.
Del Sel ya evalúa el regreso con Midachi en mayo o junio y, pese a que públicamente no descartó volver a competir por la Gobernación, su futuro mediato sólo pasará por su tarea artística. Habrá que ver cómo se acomoda el macrismo santafesino a la hora de intentar reconquistar la friolera de casi 600 mil votos que cosechó Del Sel en los últimos comicios.
Por lo pronto, el target electoral será distinto: Del Sel lograba votos en zonas de la periferia y de clase baja que en otras condiciones jamás hubieran ido al PRO.
En el peronismo santafesino se baraja la posibilidad de habilitar la competencia de dos frentes, opción similar a la que se tomó en los comicios legislativos de 2009. Agustín Rossi será candidato a diputado nacional, aunque habrá que esperar para saber si lo hará por adentro de la estructura del PJ. Si va por afuera, cambiarán las condiciones.
Como cada vez que se acerca una temporada electoral, la gran duda es si será o no de la partida María Eugenia Bielsa. La arquitecta mantuvo muchas reuniones con diferentes sectores y no se descartaba cerca suyo que pueda dialogar con los senadores peronistas, hoy por hoy el único grupo de poder que le queda al PJ santafesino.
Si bien hacia el interior de los partidos comienza a subir la adrenalina, la mayoría de la sociedad está bien lejos de aclimatarse a un tiempo preelectoral. Y, tal vez, no entre en clima hasta unas semanas antes de las elecciones.
Hoy sólo importan la seguridad y la economía. Y está bien que así sea.