¿Por qué limpia el jabón? ¿Por qué vuela un avión? Preguntas simples pero difíciles de responder sin los conocimientos adecuados. La ciencia no muerde y puede ser disfrutada por todo el mundo. Al menos es lo que plantean con un lenguaje desestructurado y ameno la física Carla Baredes y la bióloga Ileana Lotersztain, las titulares de Ediciones Iamiqué, y quienes un día de 2000 se plantearon escribir libros donde la ciencia fuera la gran protagonista, pero vista de una manera más interesante, original y creativa.
Ileana Loterzstain (38) es una de las asociadas de la editorial. Se graduó de bióloga en la UBA al igual que su compañera Carla Baredes (45) lo hizo en física y fue una científica del Conicet. La primera, a punto de recibirse, se dio cuenta de que no tenía ganas de dedicarse a la carrera. En charla con La Capital desmenuza una historia muy rica desde lo humano y lo profesional.
“Empezamos a trabajar en una editorial de libros de texto. Primeros hicimos un curso de divulgación científica donde nos conocimos y empezamos con esos libros sobre ciencia. Ahí te vas dando cuenta todas
las restricciones, los temas que no se pueden abordar. Y es mucho más complicado en una gran editorial”, comienza Ileana la charla.
—En resumen, lo que hacían les resultaba aburrido...
—Y...Nos surgió entonces la idea de hacer un libro que tuviera el placer de leer y contemplara las preguntas que hacen los chicos cuando tienen un científico en la familia. Entonces te vas dando cuenta qué
cosas les interesa saber. Cuando tuvimos que hacer el libro primero pensamos en ofrecérselo a una editorial y después nos planteamos ver qué pasaba si nos largábamos por nuestra cuenta.
—El nombre de la editorial suena como un desafío.
—Es que averiguamos y todos los pronósticos eran de lo más desalentadores. Era el año 2000, la etapa previa a la crisis, había que competir contra verdaderos holdings editoriales y nos decían que arrancar
con un solo libro era muy difícil. Y nosotros dijimos: “¿y a mí qué me importa?” Y de ahí el “Iamiqué”. Así empezamos.
—¿Es cierto que arrancaron en un desván de Palermo, junto a la caja de herramientas y al ropero de la abuela?
—Sí, esa era mi casa. Yo no tenía chicos en ese momento, Carla sí y trabajar en la suya se hacía más complicado. Entonces trajo su computadora a un cuartito de mi casa. Durante bastante tiempo trabajamos
con una estructura muy limitada.
—¿A qué tipo de lector apuntaron, teniendo en cuenta que en las contratapas se plantean que son libros para curiosos de 8 a 108 años y para padres y maestros en apuros, por ejemplo?
—Nos pasa todo el tiempo. Por un lado pensamos en un chico, pero en uno bien urbano, bien de Capital te diría. Y nos sorprende permanentemente cómo nuestros libros son ampliamente aceptados es escuelas
rurales, en lugares impensados. Lo que pasó también fue que nunca subestimamos a los chicos y los tratamos como corresponde.
—Pero los adultos se enganchan con esta propuesta.
—Sí, también un adulto los puede leer perfectamente. Muchas veces nos encontramos con gente que compró el libro para regalar y te cuenta que primero lo leyó él y aprendió muchas cosas que no sabía.
Por eso siempre en las contratapas ponemos que es para lectores de 4 a 104 o cosas por el estilo porque nos parece que no hay un límite para disfrutarlos. No pensamos en hacer dinero, sí lo suficiente como
para seguir haciendo libros originales y artesanales.
—¿Con qué libro comenzaron?
—Con “Preguntas que ponen los pelos de punta”, una colección de física aplicada a la vida cotidiana y que contesta preguntas demasiadas simples como: por qué moja el agua, por qué limpia el jabón o por qué el
cielo se ve azul. Son cosas que requieren de mucho conocimiento y mucha rigurosidad como para poder contestarlas. Fue muy gracioso porque era nuestro primer libro y le pusimos un número 1 en la tapa. Fue a propósito porque muchos nos recomendaron no hacerlo pero teníamos la esperanza de que hubiera un dos.
—¿Cómo siguió la experiencia?
—Ese fue uno de los más vendidos y va por su décima edición y también llegó a México, a Chile, ingresó en varios planes de lectura y ganó varios premios. Hoy tenemos publicados unos 38 libros. El último
es “La Medicina no fue siempre así”, el quinto de la serie “Las cosas no siempre fueron así” y que además salió con otras novedades que sacamos para la Feria del Libro. Y vamos por más, aunque a cada proyecto
se le dedica dos años, que es lo más anticomercial que se te puede ocurrir.
Aceptación docente
Cuando la pregunta apunta a la aplicación que los libros tuvieron en la Argentina, Loterzstain dice que a esta altura ya no debería sorprenderla la aceptación que tienen, pero asegura que las gratificaciones
no cesan. “Nuestros libros se usan en todo el país. Me sigo sorprendiendo porque si bien somos una editorial joven y chica, es como que somos muy conocidas. Se sabe que somos una editorial que trabaja con
material de ciencias para chicos. Es muy bueno haber logrado un lugar de reconocimiento con los docentes. Pensábamos que ellos los iban a tomar como libros muy transgresores o informales. Pero en nuestro público, las maestras son nuestras primeras fans. Son las que te dicen que están podridas de dar el ciclo del agua y que quieren contar, por ejemplo, por qué moja. Y te dicen que el libro les viene bárbaro. Hay algunos planes de lectura en los que están nuestras publicaciones, pero estamos en proyectos que abastecen a bibliotecas y librerías escolares. Está la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares que siempre
nos compra y eso va a los establecimientos de todo el país y entonces nos sentimos bastante representadas. En realidad, todo lo que nos está pasando es gratificante. Y me parece que eso es lo más importante
para nosotras”.
Entre las novedades de la editorial figuran títulos como “Un paseo matemático por el museo”, “¿Y si contamos?”, de la serie Descubridores, “¿Qué es el tiempo?”, “Plumas y más plumas”, de la serie los animales
por fuera y que uno de sus próximos lanzamientos será “Vitamina, ¿dónde estás?”. Como para ir pensando y eligiendo. O eligiendo y pensar un poco más.