El cóctel calor y falta de luz crispó los ánimos de los rosarinos en una Navidad a oscuras y agobiante. Las quejas imparables de quienes expresaron su malestar en los 3 mil llamados que recibió la Empresa Provincial de la Energía (EPE) parecieron pasar tangencialmente entre las autoridades encargadas de hacer cumplir un servicio tan necesario como la electricidad.
Es cierto que el gobierno provincial se comprometió a mejorar el suministro y comenzó un ambicioso plan de obras. Sin embargo, pocos admitieron que ese programa aún resulta insuficiente y, probablemente, se hizo a destiempo. La gente escuchó excusas de todo tipo, básicamente ligadas a una situación inédita de elevadísimas temperaturas y exceso de consumo. Y, una vez más, se solicitó responsabilidad a los usuarios, como si fueran los culpables de los cortes y no las víctimas.
Los rosarinos tuvieron que hacer malabares para evitar que la comida navideña se echara a perder y también para hallar algún sitio iluminado en busca de reunirse durante estas fiestas. En definitiva, los argumentos por las interrupciones del suministro son siempre los mismos y se repiten año a año.
El gobernador Antonio Bonfatti dijo que los cortes afectan al 0,5 por ciento de los clientes, pero omitió admitir que, al registrarse pendularmente en toda la ciudad, terminan por afectar, de un modo u otro, a un enorme porcentaje de la población. En medio de la ola de reclamos, y cuando ya había poco por hacer en las horas previas a la Navidad, fue el subgerente de Explotación de la EPE, Eduardo Passerini, quien se sinceró con una frase que otros funcionarios prefirieron eludir: "No me queda más que pedir disculpas a la gente". Fue una confesión de parte que no necesita explicación.