La crisis de Mil Hojas comenzó en el 2000, cuando luego de un largo proceso de desgaste, los trabajadores comenzaron las gestiones para constituir una cooperativa. En mayo de 2001, despidieron a cinco empleados y el proceso continuó cuando el juez decretó la quiebra de la empresa y dejó a los empleados como depositarios de la SRL.
Cáceres recuerda que el proceso no fue nada fácil pero señala que el inicio del proceso, cuando se encontraban en plena lucha para lograr constituir la cooperativa era más sencillo. "Cuando se levanta cabeza se hace más complicado porque se diversifican los intereses", aseguró para dar cuenta de un proceso que no es ajeno a ningún emprendimiento de este tipo en el cual los trabajadores pasan a convertirse en empresarios cooperativos.
No obstante Cáceres señala que, aún con sus dificultades, el capital humano es lo que distingue a una empresa recuperada.
Su lugar casi de pioneros como empresa recuperada rosarina los hace ir de lugar en lugar para dar charlas sobre este proceso, contar la experiencia y trasmitir que es posible la autogestión. "Somos ejemplo para otras empresas y es importante que sepan que no están solos", agrega.
Asegura también que aún cuando las condiciones económicas del país cambien, seguirán siendo una empresa recuperada porque así nacieron y así se seguirán desarrollando.
Empresas recuperadas
Para José Abelli, consultor de Indaco América latina, las empresas recuperadas son nuevas formas de organización de los trabajadores frente a un capitalismo cambiante. “El neoliberalismo rompe con estructuras y los trabajadores encontraron nuevas formas para dar ese primer paso. Después empezamos a generar riqueza. Somos empresas democráticas un socio un voto, o sea valemos todos los mismo”, explicó el consultor y se explayó diciendo que en ese tipo de formas asociativas el valor está en el conocimiento, con lo cual, se contribuye a generar riqueza.
Bajo ese concepto, y surgidas en la mayoría de los casos a la luz de una crisis que derivó en la quiebra de la empresa original, se formaron en el país alrededor de 205 empresas de estas características que emplean alrededor de 9.000 trabajadores, según datos de un estudio realizado por el Programa Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En la provincia de Santa Fe, se contabilizan 24 empresas recuperadas, las cuales emplean 1.100 personas en forma directa y 700 de modo indirecto. Los rubros son los más variadas y van desde alimenticios y servicios hasta metalmecánica.
En Rosario, con la caída de la carrocera DIC y la cooperativa del restaturante Rich, están funcionando 9 empresas bajo esta forma organizativa: La parrilla Del Centro, Herramientas Unión, Pastas Merlat (Resurgir), La Cabaña, Mil Hojas, Maderera Rosario, los bares NuvaCoop y Terrazas y la cooperativa La Masa.
Las firmas emplean alrededor de 400 trabajadores y según Abelli, facturan 40 millones de dólares en conjunto.
Otro caso testigo de lo que son las empresas recuperadas en Rosario es el de La Cabaña, una firma que elabora productos lácteos como mantecas y crema de leche, aunque ya están pensando en expandirse a otros rubros una vez que puedan terminar su nueva planta en General Lagos.
Si bien originalmente fueron 54 empleados y hoy permanecen 38 en actividad —ya que se fueron por jubilación o para trabajar en otras empresas— los que trabajan siguen firme en este proceso que comenzó en el año 2006.
Ediht Encinas, presidenta de la cooperativa, explicó que hubo como diversas etapas en este proyecto. La primera en 2006, y quizás la que fue más fuerte, la de recuperarse. “Tuvimos que superar el prejuicio que rondaba acerca de que éramos «gente que tomaba la planta»”, acotó Ediht.
La segunda fue en 2007 y tuvo que ver con la conformación de la forma legal, un proceso que también fue intenso. “En 2008 pudimos levantar la copa y festejar”, aseguró Eduardo Ianni, síndico de la cooperativa quien manifestó también que desde el 2009 están abocados a la construcción de la nueva planta de 4 hectáreas en un predio que compraron en la localidad de General Lagos, que fue financiado con fondos propios, subsidios del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) y un crédito del Banco Nación (a través de Garantizar).
“La idea es estar allá a fines del 2011, aunque hay una dificultad en el traslado porque es necesario una parada en la producción”, afirmó Encinas y definió con orgullo que es el primer espacio recuperado que tiene su planta propia. “Pudimos recuperar puestos de trabajo, aumentarlos, generar riqueza” indicó la presidenta de la cooperatvia al mismo tiempo que Ianni señaló que también tuvieron que enfrentarse con nuevas funciones con poca capacitación de “la noche a la mañana”.
En ese sentido, el obstáculo que más les costó vencer fue que el cambio de mentalidad entre los asociados de la cooperativa, ya que ese cambio no se dio al mismo tiempo para todos. De todos modos, reconocen que a pesar de que el proceso tuvo también su matices, fue más corto que por ejemplo, el que tuvo la cooperativa Mil Hojas.
“Volvemos a elegir la autogestión, porque es una manera de trabajar”, opinó Ianni y también aclaró que si bien ha mejorado necesitan más apoyo del Estado.
Autogestión
Para caracterizar un poco más los procesos que llevan a la recuperación de una empresa, el economista Sergio Arelovich indicó que si bien desde su perspectiva hoy merecen un nombre diferente a cómo surgieron en 2001 — teniendo en cuenta la huida de los patrones y la autogestión en manos de los trabajadores— en el camino se han desarrollado casos exitosos y también hubo fracasos.
“En las exitosas hay una consolidación del proyecto desde el punto de vista empresario. Hay una experiencia autogestiva previa, que ahora es diferente. Esta experiencia no es monocolor. Implicó que los trabajadores tomaran otras funciones que antes no tenían, y que antes ocupaban por ejemplo, gerentes y jefes”, acotó y agregó: “Otro aspecto es que hoy por hoy hay un tratamiento diferente de los excedentes económicos. Antes lo tenía el empresario o los propios accionistas y ahora está en manos de los distintos miembros, más colectivamente”.
Para el economista tienen por delante distintos desafíos pero uno prioritario: la diversificación de su producción, porque hasta el momento fue inercial ya que producían lo que hacía la empresa anterior.
De todas maneras, marcó una diferencia entre las empresas que surgieron en 2001, y por ejemplo, las que lo hicieron en 2003, cuando se dejó atrás la depresión económica, ya que estos últimos casos no se sentaron mayoritariamene sobre la base de una quiebra o huida de los patrones.
“La autogestión muestra una camino diferente”, aseguró y por eso indicó que desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación se viene incentivando a que las personas no se enganchen sólo en en los planes de trabajo, sino que se organicen en cooperativas de trabajo, es decir que armen algo propio.
Balance
Con respecto al fracaso de algunos proyectos de empresas recuperadas, los especialistas consultados señalaron que el tema judicial fue una de las causas principales. Aluden a la demora para acompañar los tiempos urgentes que requieren estos procesos. “La experiencia de los trabajadores y su búsqueda muchas veces no pueden esperar. No se pueden estar casi dos años sin cobrar”, explicó Arelovich, y señaló que los créditos, por ejemplo, en muchos casos no fueron dados desde el sistema financiero formal sino de los propios proveedores.
De todos modos, los referentes de Mil Hojas y La Cabaña consideran positiva las experiencia y marcaron que se ha instalado en la sociedad otra posibilidad que es la experiencia autogestiva. “Es el trabajador el que decide y eso es lo que hace la gran diferencia”, insistió Caceres.