La hija de Sabrina tiene 9 años y había recibido una tablet para su cumpleaños. Quería instalar un juego para el que se necesitaba una cuenta de Facebook. La madre se la abrió, aunque la controlaba a través de su celular. Hace pocos días, descubrió que la niña había recibido una solicitud de amistad de un individuo que le llamó la atención. Haciéndose pasar por su hija, le llevó la corriente en una charla por chat, en la que el hombre le hacía preguntas sobre dónde estaba, con quién y qué ropa tenía puesta. Siguiendo la conversación, Sabrina le dijo que estaba con la abuela, que no la controlaba. Y fue entonces que el sujeto le dijo si se podía levantar la remera, entre otras proposiciones. "Me di cuenta de que era un mayor por la forma en que escribía. En su perfil tenía una foto de lo que parecía ser un sobrino, y de nenes y nenas", contó.
Ayer, en diálogo con LaCapital, Sabrina contó que después de hacer público el episodio muchas madres la llamaron y se comunicaron con ella para expresarles que habían tenido malas experiencias, aparentemente con el mismo individuo, e incluso con otros.
"Había mamás de Maciel que habían pasado por lo mismo, pero que no denunciaron sus casos porque es un pueblo muy chiquito y les parecía que podían quedar mal con la gente. Yo también soy de un pueblo chiquito (Los Molinos) pero no pienso de la misma manera", aclaró.
Sabrina tiene 29 años y dos hijos, la pequeña de 9 años y un nene de 11. Afortunadamente, asegura, el hombre no llegó a comunicarse nunca con su hija. "Toda la charla fue conmigo", contó, y advirtió: "Si se lo hubiese hecho a mi hija, hoy no estaría vivo".
Asegura que en el momento del episodio sintió "una mezcla de sentimientos raros, uno lo que más respeta es a los hijos, yo me sacrifico todos los días para brindarles lo mejor, no solamente en el plano económico, sino enseñándoles valores".
Y tiene un consejo para aquellos que viven o pueden vivir una situación similar. "Primero, les digo que acompañen a los hijos, que no los dejen solos en las redes sociales, pero además que no se queden callados y que vayan a la Justicia, que tiene herramientas para trabajar el tema".
Pero no opina lo mismo de la policía, la que, considera, "no está del todo capacitada para recibir denuncias de este tipo. Cuando fui a hacer la denuncia no sabían qué nombre ponerle al delito. Recién tuvo nombre cuando llegó a la Justicia", dijo, e ilustró sus sospechas con una anécdota: "La persona que me tomó la denuncia me confesó que tenía una hija de 11 años y que no conocía la contraseña". Para ella, es "indispensable que los hijos tengan un seguimiento de los padres".