"En la carta que presentamos esgrimimos los argumentos de por qué creemos que el 26 de octubre desnivela un plano de igualdad que pretendemos para un partido de tanta envergadura. Lo que hicimos fue proponer el 2 de noviembre. Esto ayuda a la transparencia y la jerarquización de la Copa Argentina en esto de promover que un partido tan trascendente, con los antecedentes que tiene, tenga las mismas condiciones para ambos equipos". La frase pertenece a Luciano Cefaratti, vicepresidente primero de Central. La reflexión con formato de postura institucional es del 5 de octubre, casi un mes antes del enfrentamiento con Boca por los cuartos de final de la Copa Argentina. La entidad auriazul peleaba para alejar lo más posible el partido con Boca del clásico con Newell's fijado para el 23 de octubre en el Gigante. Ni antes ni después, más lejos. Coudet, aunque declarara todo lo contrario y hasta se mostrara desinteresado por el día en que canallas y xeneizes reeditarían la final de 2015, no quería saber nada con juntar ambos encuentros. Sabía a la perfección qué podría pasar si eso sucedía. Central ganó esa pulseada y el partido de Copa Argentina se disputó el 2 de noviembre, una semana y media después del clásico. Nada asegura nada, pero los canallas llegaron sin desgaste físico y con el duelo bien elaborado por la derrota frente a Newell's.
River quería jugar la final de la Copa Argentina de mañana recién el próximo miércoles 21 por los mismos motivos por los que Central logró posponer los cuartos de final, pero el hecho de que Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) haya puesto como fecha tope para el cierre de la actividad para la primera división el lunes 19 lo dejó sin chances de concretar su estrategia. Ni más ni menos que la misma que utilizó Central antes de Boca y con el clásico ya fijado.
Gallardo, como Coudet antes, tampoco quería que se le pegaran el superclásico y Central.
Pasado el River-Boca del domingo, aquella obsesión canalla adquirió argumentos indiscutibles: los clásicos siempre dejan secuelas. Jugar entresemana después de un clásico no es recomendable. Y las pruebas están a la vista más allá del resultado, que encima fue un bombazo en el centro de la autoestima millonaria.
"Iremos paso a paso. Lo primero es el superclásico y después pensaremos en Central. Jugamos dos partidos de muchísima importancia. El más inmediato es el clásico, de esos partidos especiales. Y en segunda instancia el partido más importante del semestre, contra Central". Gallardo jugó dialécticamente en la semana previa al superclásico pero tuvo que poner a los mejores para afrontar un partido que jamás se negocia.
Por más que todo River considerara y considere más importante el partido de mañana, el domingo padeció un desgaste que puede influir en el desarrollo de la final de la Copa Argentina.
Los clásicos dejan secuelas. Mientras los jugadores titulares de Central miraban confortablemente desde un palco al piberío del club que intentaba arrancarle algo al campeón Lanús, varios pesos pesado del plantel millonario todavía maldecían la derrota en el vestuario del Monumental. Algunos hasta con hielo en sus músculos por el esfuerzo realizado y las altas temperaturas soportadas. No es determinante, pero el esfuerzo de River juega a favor de Central que de mínima, claro, tendrá que estar a la altura de las circunstancias porque si no consigue ese piso de rendimiento de nada le servirá el desgaste que arrastrará el rival.
Ponzio jugó con un esguince de rodilla desde antes de los 15 minutos del primer tiempo por una pelota que trabó fuerte con Peruzzi y llevó la peor parte.
Driussi, hoy por hoy el jugador más importante de River más allá de la mejoría notoria de D'Alessandro en los últimos partidos, se retiró antes del final con una leve fatiga muscular. El propio Andrés, que manejaba los hilos de su equipo, fue reemplazado casi a la hora de juego claramente exhausto y también con fatiga. En ese momento, en el que cambió drásticamente el desarrollo del superclásico por un error de Batalla, empezó a aparecer la sensación de que Gallardo ya pensaba en la final de mañana. Alario es otro que terminó tocado por el esfuerzo del superclásico.
A propósito del fallo grosero de Batalla, el juvenil arquero no llegará en las mejores condiciones anímicas al partido del Kempes. Necesitará de un par de atajadas tranquilizadoras para empezar a disipar el trauma que seguramente le generó haberle obsequiado el empate a Tevez justo cuando River jugaba para hacer el cuarto antes que el tercero.
Gonzalo Martínez también padece una molestia muscular casi imperceptible y Maidana el cansancio lógico de volver a jugar después de un mes y medio y en semejante partido.
Son datos objetivos que no alcanzan para inclinar la balanza del favoritismo para el lado auriazul, pero conforman una ventaja mínima que Central podría aprovechar si, se insiste porque es imprescindible, está a la altura de las circunstancias.
Mientras el Chacho tiene el equipo claramente definido al menos en su cabeza, nadie podría asegurar que el Muñeco, un gran estratega en los duelos mata-mata como el de mañana, esté en la misma situación.
¿Habrá quedado conforme Gallardo con los laterales y con Mina? ¿Correrá el riesgo de poner a Ponzio después de la torcedura que sufrió en su rodilla? ¿Cuántos minutos soportará D'Alessandro luego del trajín del superclásico?
River cuenta con un cúmulo de jerarquías individuales superior a las de Central, pero el estado sanitario canalla es inmejorable.
Especulaciones al margen, el gran desafío auriazul es consigo mismo. Absorber las presiones de una tercera final consecutiva con la necesidad de ganarla posándose sobre sus espaldas es el partido más difícil de todos aunque River le ofrezca la ventaja mínima de haberse desgastado anímica, futbolística y físicamente en el superclásico del domingo.
Menos rodaje y exigencias
Desde el último parate por eliminatorias hasta mañana, el día de la final, Central y River habrán jugado 5 partidos en 25 días, pero uno solo de todos los supuestos titulares estuvo en cancha todos los minutos: Augusto Batalla, el arquero de River. Sebastián Driussi y Gonzalo Martínez son los otros titulares millonarios que estuvieron en los 5 partidos aunque en algunos casos fueron reemplazados en el segundo tiempo y en 1 oportunidad cada uno ingresaron en el complemento. Moreira, Martínez Quarta, Mayada, Nacho Fernández y Alario participaron de 4 encuentros. Ningún jugador de Central que vaya a ser titular jugó en ese lapso más de tres partidos. Incluso José Luis Fernández y Teo Gutiérrez apenas 2. Los 5 partidos disputados por ambas instituciones incluyen 4 compromisos por el campeonato de primera división y la semifinal de la Copa Argentina cuyo título dirimirán mañana. Exceptuando la semifinal en la que enfrentaron a rivales de dificultades similares (Belgrano y Gimnasia), Central visitó a Boca y a Unión con titulares y recibió a Olimpo y Lanús con suplentes. River enfrentó a Newell's en el Parque y después jugó tres clásicos consecutivos: Huracán, Independiente y Boca.
La razón de ser de todo 2016
Central y River tienen un andar bastante parecido en 2016. Fueron partícipes secundarios en el primer torneo del año que ganó Lanús porque atendieron a la Copa Libertadores, en la que los millonarios fueron eliminados en octavos de final y los canallas en cuartos. Ambos son actores principales del último partido de la Copa Argentina, pero están
desentendidos del campeonato actual al que todavía le
faltan 17 fechas. River está
11º con 19 puntos, a 9 de
Boca, mientras que Central
se ubica increíblemente
26º con 12 unidades a 16 del líder. El partido de mañana
es para los dos, sin dudas,
la razón de ser de este año.