En el sur de Santa Fe, la campaña estival 2013-2014 presenta características diferentes de las previas. En el mes de diciembre y principios de enero de este año ocurrieron algunas lluvias y los estratos bajos de los cultivos presentaron infecciones tempranas de "mancha marrón" (Septoria glycines).
Sin embargo, las elevadas temperaturas y la baja humedad ambiental de la segunda quincena de enero, detuvieron el progreso de esa enfermedad.
Cuando comenzaba a observarse pérdida de folíolos debida a la sequía, se inició un período de lluvias copiosas y continuas que se extendió durante todo el mes de febrero, determinando un ambiente favorable para la manifestación de enfermedades en forma anticipada con respecto a años anteriores.
Según explicó María Elena Lago, fitopatóloga de la Estación Experimental (EEA) de Inta Oliveros, en el área de influencia de la experimental, "las enfermedades que más avanzaron en un principio fueron las bacteriosis, que no se controlan con fungicidas. Pero, a partir de la segunda quincena de febrero, se advirtió un crecimiento sostenido de las enfermedades de fin de ciclo de origen fúngico".
Entre ellas, "la que más progresó fue el «tizón foliar» (Cercospora kikuchii), que se caracteriza por producir manchas irregulares de color morado o púrpura en las hojas", explicó la especialista.
Con el avance de esa enfermedad, estas manchas adquieren una coloración plateada que produce un ampollado de los tejidos y la hoja adquiere una textura áspera, similar al cuero.
Además, Lago agregó que "dicha coloración se presenta en ambas caras de la hoja. Esta aclaración es importante, ya que se reciben consultas en las cuales se confunde este síntoma con el daño por sol o por ataques severos de trips. A diferencia de lo que ocurre con el «tizón foliar», en estos casos, la tonalidad se observa solo en la cara inferior de la hoja. Frecuentemente, estas confusiones derivan en la aplicación de un fungicida en ausencia de la enfermedad".
Mancha marrón. Paralelamente, se advirtió un incremento en los niveles de «mancha marrón». Esta enfermedad, que en sus etapas iniciales se encuentra en los estratos bajos de los cultivos, ya alcanzó en algunos lotes el estrato superior, justificando medidas de control.
Con respecto a «mancha ojo de rana», la situación es variable según el tipo de cultivar utilizado. A partir del 15 de febrero, en la red de cultivares de soja de primera del Inta Oliveros, "se registraron importantes diferencias entre genotipos", aseguró la fitopatóloga. Luego, agregó que "mientras que los materiales de buen comportamiento sólo presentan algunas manchas aisladas, en los cultivares más susceptibles la enfermedad avanzó notablemente, aunque sin alcanzar el umbral de daño (5-9 manchas mayores a 2 mm/folíolo, como promedio de 40 folíolos)".
El tratamiento. Con respecto a los monitoreos, más si se tiene en cuenta que el ambiente es propicio para la manifestación de enfermedades foliares, es importante realizarlos semanalmente, y particularmente en los cultivos que se hallan en estado crítico (entre R3 y R6).
A la hora de decidir la aplicación de un fungicida es fundamental asegurar un diagnóstico correcto y, en caso de dudas, consultar a un especialista. De esta manera, agregó que, "cuando el nivel de enfermedades justifique una aplicación, deberá evaluarse la alternativa más adecuada para cada situación (ver cuadro).
Finalmente, es importante tener en cuenta que la aplicación reiterada de un fungicida con el mismo modo de acción favorece la generación de resistencia. Por este motivo, en aquellos lotes donde sea preciso recurrir a un segundo tratamiento con fungicida, es conveniente el uso de productos que posean un sitio de acción diferente.