Esta semana se caracterizó por su efecto absurdo. La Real Academia Española define a esa palabra como algo contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido. Y es precisamente el sinsentido lo que primó informativamente en estos siete días en Rosario.
Cuando se creía que se había visto todo el día en que los concejales declararon al Carlito (tradicional sándwich de jamón y queso con ketchup) patrimonio cultural y gastronómico de la ciudad, las situaciones absurdas volvieron a sacudir la agenda mediática.
El martes pasado, una cuadrilla de la EPE dejó sin luz a una comisaría tras constatar que había una abultada deuda en el pago de la factura. La seccional en cuestión fue la 19, ubicada en bulevar Seguí al 5300, e inaugurada con bombos y platillos a mediados de este año, cuando la provincia comenzó a hacer modernas dependencias vidriadas bajo el concepto de que la actividad de las mismas “debe ser transparente”.
Los operarios se percataron de que estaban dejando a oscuras una seccional y pusieron en marcha un plan sin dudas muy argentino: engancharon la dependencia al cable del tendido eléctrico de la calle. Así, los rosarinos conocieron la primera situación absurda de la semana. El propio Estado (la EPE es una compañía estatal) comete un delito (hurta energía al colgarse de la luz) y es la policía quien saca provecho del mismo. Seguramente el atribulado lector estará pensando cuántos delitos más tienen a la policía como principal beneficiada.
La explicación oficial de ese bochorno plasmó la segunda situación absurda de la semana. Dijeron que en realidad se trató de una deuda de la empresa que construyó la seccional, y como el medidor estaba a su nombre, se dispuso el corte del servicio.
Pasándolo en limpio: el gobierno provincial dejó la construcción de las comisarías en manos de una empresa que no paga las facturas de la luz. Seguramente la firma es parte de la Patria Contratista que se reparte las licitaciones públicas en territorio santafesino, a pesar de no cumplir con sus obligaciones de abonar los impuestos.
La tercera situación absurda llegó con la inusual ola de calor que padeció la ciudad entre lunes y miércoles. Subió la temperatura, con ella llegaron los clásicos cortes de luz y los eternos reclamos de los comerciantes del centro.
Dos días después, algunos se reunieron con funcionarios de la EPE y acordaron suspender en diciembre una obra clave (como la renovación de todo el tendido eléctrico de la peatonal Córdoba) para que los trabajos no interfieran con el ritmo de las compras navideñas.
Una suerte de gataflorismo prácticamente inexplicable que seguramente redundará en las pocas quejas que esbozarán a fin de año cuando se corte la luz. ¿O acaso protestarán igual?
El Concejo Municipal no podía quedar afuera de esta movida absurda. El jueves se aprobó un proyecto que incentiva a los rosarinos a asociarse a los clubes de barrio. La ordenanza vio la luz el mismo día en que La Capital le dedicó su tapa a la coyuntura de los clubes Federal y El Luchador, de la zona oeste, cuyos dirigentes denunciaron públicamente recibir amenazas de bandas delictivas que les disputan el territorio que hoy esas entidades han recuperado.
“Entendemos los clubes de barrio como instituciones no solamente deportivas, sino culturales y sociales fundamentales en el desarrollo de la convivencia ciudadana”, decía el proyecto que impulsó el oficialista Manuel Sciutto en el marco del programa “Todo empieza un día”, que fogonea la Municipalidad.
Antes de impulsar la afiliación de socios tal vez era conveniente interiorizarse sobre la coyuntura de los clubes. En El Federal y El Luchador están a los tiros. Parece que los concejales no lo sabían.
La semana de los absurdos cerró con la presentación del sistema de transporte público que se pretende plasmar en 2015. Salvo escasos aspectos, es casi el mismo que presentó Hermes Binner en los 90. Líneas troncales, barriales y mejores frecuencias. En el medio pasaron 20 años. Alguien está vendiendo el mismo discurso desde hace décadas y mientras tanto los rosarinos viajan cada vez peor.
En fin, situaciones absurdas en la ciudad de la convivencia. La misma que en diciembre tendrá en sus calles 2.500 efectivos federales para evitar que tanta convivencia no termine en desmanes.