El debut tan temido, por aquello de los nervios y, en este caso puntual, por lo desmoralizante que suele ser para Argentina jugar sin Messi, ya pasó. Es pieza de archivo. Lo trascendente es que se consumó con uno de esos triunfos que sirven para tomar envión y creer que todo será menos difuso. No es que antes no había motivos para ponerle unas fichitas al equipo de Martino, pero la verdad es que afrontar un estreno ante el último campeón con la carta de Leo guardada en el mazo no pintaba alentador.
Por suerte, esta vez los que sacaron la cara y mostraron esa vena competitiva tan rosarina fueron Di María y Banega. Central y Newell's se unieron para hacer causa común con un país que ya empezó a encolumnarse detrás de la camiseta argentina. Es que con Angelito y Ever encendidos como el lunes en Santa Clara, más el Diez recuperado claro, sí dan ganas de comprarle un ticket a la esperanza para seguir por los caminos que depare la Copa América.
Con esto nadie está insinuando que es tiempo de embalarse. Pero sí de valorar la respuesta global en los laberintos de un debut. Y en ese sentido, Argentina se hizo escuchar fuerte en el Levi's Stadium. Gritó con ese amor propio que busca revancha. Por eso valió la pena tanta afonía de los miles de hinchas que gozaron con las actuaciones protagónicas del ex canalla y ex leproso.
Aunque la victoria contra Chile haya sido ajustada, no se logró cortando clavos ni Romero anduvo a los revolcones más allá de alguna tapada providencial. Mucho menos con el equipo emboscado por temor al empate. En esto se impone hacer una salvedad, porque el que avisa no es traidor. Tampoco hay que perder de vista que este grupo aún tiene heridas abiertas que cerrarán con el título.
Pero volviendo a lo futbolístico, Argentina ganó porque construyó fútbol y situaciones. Tuvo actitud y aptitud protagónicas. Además, estos arranques siempre amplifican la confianza y evitan la transpiración en las manos a la hora de agarrar la calculadora para empezar a sacar cuentas. En ese sentido, y de no ocurrir una catástrofe, Argentina se quedará con el grupo D y Chile será el que peleará con Panamá y Bolivia por el 2º puesto.
Es que cuando un equipo del linaje internacional de Argentina pega primero, golpea en el abdomen de los futuros adversarios. Barniza de calma al que gana y llena de interrogantes al que pierde.
Martino también sumó un poroto de esos que hay que reconocer. Porque no era fácil no fallarle a la lectura del partido contra un rival que se intuía actualizaría la idea madre de Sampaoli, pero con el mensaje de Pizzi. Encima, calibrar el ojo clínico sin Messi. Y el Tata supo encontrar con algunas correcciones, como los ingresos de Gaitán y Augusto Fernández, más Di María y Banega, un comportamiento colectivo que explicó la sustancia de lo que quiere.
Se supone que ahora contra Panamá, al que le sobran rasgos físicos pero le falta todo lo que hace a un buen equipo, Argentina tiene la mesa servida para encontrar más páginas del manual que mejor reconoce. Hasta puede prescindir de nuevo de Messi, aunque si él se siente apto es imposible verlo otra vez en el banco. Es una obviedad decir que siempre es mejor que juegue pero si no lo hace, el equipo ya hizo sonar el primer campanazo para que lo escuchen todos.