Lo peor que puede hacer la selección argentina en las horas previas a la gran final es mirarse en el espejo retrovisor. Nada de pegarse esos viajes relámpagos al pasado más inmediato para saber con qué Chile se encontrará el domingo en Nueva Jersey.
Lo peor que puede hacer la selección argentina en las horas previas a la gran final es mirarse en el espejo retrovisor. Nada de pegarse esos viajes relámpagos al pasado más inmediato para saber con qué Chile se encontrará el domingo en Nueva Jersey.
De lo que sí tiene que estar seguro Gerardo Martino es que el equipo de Juan Antonio Pizzi se parecerá bastante poco al que enfrentó en la primera fecha en Santa Clara. Quizás, al Tata le convenga más recolectar referencias si observa de nuevo el video del partido que le ganó en marzo pasado por las eliminatorias sudamericanas en Santiago. Aquella noche, Chile perdió 2-1 pero fue bastante consecuente con esa mecánica tan reconocible de su juego. Hasta un analfabeto táctico se daría cuenta de la búsqueda que moviliza al todavía actual campeón de América. Cómo tendrá de aprendidito el libreto que Pizzi tocó algunos nombres con relación al proceso de Jorge Sampaoli y el funcionamiento se resintió en pequeñeces, pero no en las formas de fondo. Y eso que entre los matices del nuevo ciclo se observa, con bastante limpieza, que Juan quiere un equipo más aletargado que el del Zurdo. Que se inspire en la misma iniciativa, pero que descubra más lugares de descanso cuando la pelota pasa o cae en los pies de Arturo Vidal, Marcelo Díaz o Charles Aránguiz.
También está prohibido olvidarse de que en el estreno contra Argentina por el grupo D más que a Chile se pareció a Panamá cuando usa la camiseta roja. De hecho, a este mismo enviado especial a Estados Unidos no lo traiciona la memoria y vio in situ cómo Argentina le copaba la parada en lo posicional y estratégico durante casi todo el desarrollo. Esto no deja de ser una situación extraña para los equipos que enfrentan a Chile. Y acá se incluye también a una selección del peso específico de Argentina.
Es que son contados con los dedos de una mano, los casos de selecciones que saben ponerle los puntos a Chile. Cuando Martino habla maravillas del rival de mañana lo hace con el mismo convencimiento con el que cree que a Messi es imposible controlarlo adentro de una cancha. Y eso que el Tata siempre admitió que la marcación escalonada y aplicada que le preparó Sampaoli para la final del año pasado fue el factótum por el cual el crack rosarino aquella tarde no pudo hacer abuso de sus condiciones. La única vez que sorteó la selva de piernas chilenas Higuaín se perdió un gol que era más fácil hacerlo que errarlo y precisamente lo erró. De hecho, junto al que desperdició contra Alemania en la final del Mundial 2014, seguramente se los llevará a la tumba.
Argentina definirá si sepulta los 23 años sin subirse al podio de los ganadores contra la peor selección que le podía tocar. Con la única que ya le sacó la ficha sobre cómo tiene que jugarle. Se lo demostró hace un año en la Copa América pasada y también en el encuentro por las eliminatorias sudamericanas, más allá de que el triunfo fue para Argentina. Lo que ocurrió en el debut en Santa Clara fue una excepción, aunque el equipo de Martino tiene que hacer todo lo posible para que el trámite de mañana mantenga esas mismas coordenadas. Además, esta vez tendrá a Messi en la cancha y cuando él está es obvio que lo que en un instante asoma imposible siempre termina en posible.
Chile podrá jactarse de tener un funcionamiento colectivo que hasta el propio Martino remarcó que Argentina nunca lo tendrá, al menos por ahora. Pero Argentina siempre tiene la ventaja de que juega con 12 con Leo. Ojalá mañana sea una de esas jornadas en las que el hombre de más se haga notar como el artífice de la gran conquista en suelo americano.