La Nasa infló exitosamente ayer un nuevo habitáculo experimental en la Estación Espacial Internacional, con lo que produjo el primer compartimiento inflable para astronautas en el mundo. La operación demoró tres días, mucho más tiempo de lo proyectado.
El astronauta Jeffrey Williams pasó siete horas abriendo y cerrando una válvula de aire para ampliar el compartimiento. Finalmente ingresó el aire suficiente, de forma que el receptáculo blanco pudo expandirse a su tamaño de 3,9 metros de longitud y 3,2 metros de diámetro, un volumen equivalente a una recámara pequeña. Tanques de aire internos proporcionaron la presurización final para completar el trabajo.
Williams y sus cinco colegas de la tripulación tendrán que aguardar una semana antes de aventurarse a entrar. La Nasa quiere asegurarse de que la cámara es hermética.
Fue el segundo intento de la agencia espacial para inflar el Módulo Expandible de Actividad Bigelow (Beam, por sus siglas en inglés), que lleva el nombre de la compañía aeroespacial que lo creó como un precursor de hábitats que tiene pensado desarrollar en la Luna y en Marte, así como hoteles turísticos en órbita.
El Beam apenas se expandió un poco durante el intento de inflado del jueves. Los expertos creen que el compartimiento de paredes suaves formadas por múltiples capas de material flexible y con un peso de 1.400 kilos estuvo muy apretado mientras permaneció empacado durante mucho tiempo antes de su lanzamiento del mes pasado, por lo que las capas de tejido tuvieron dificultad en desplegarse.
La presión en el interior de la cámara fue aliviada el viernes para disminuir la fricción entre las múltiples capas. Aparentemente eso solucionó el problema. El cubículo se expandió 1,8 metros adicionales ayer, viéndose cada vez más como una pelota de playa.
Fue posible escuchar un ruido de un golpeteo sordo a medida que la presión se acumulaba dentro del Beam, era el sonido de la liberación de las correas internas que mantenían plegadas las paredes mientras el habitáculo crecía.
Bigelow Aerospace proporcionó esta primera sala inflable fabricada para astronautas.
La Nasa pagó 17,8 millón de dólares por la tecnología, que podría conducir a un compartimiento inflable aún más grande y que diera más posibilidades a los astronautas de la en la estación espacial.