El músico santafesino dará un recital mañana en plataforma lavardén
El músico santafesino dará un recital mañana en plataforma lavardén
La música de Fernando Silva no anda sola, siempre está acompañada. Es Silva el acompañado por otros músicos, distintos, con diferentes estéticas, talentosos, famosos o no, populares o ignotos. Bajista, contrabajista y violonchelista son atributos que lo ilustran y hacen que mucha gente le siga la corriente y toque junto a él.
Este músico santafesino (San Jerónimo Norte, 1979), paranaense por adopción, ahora radicado en Ibarlucea, ha sido una pieza fundamental, en los últimos veinte años, en la construcción de la obra de muchos compositores argentinos contemporáneos, como por ejemplo la del pianista entrerriano Carlos Aguirre. Y su "toque" fue además constitutivo de la belleza emanada de recitales o discos de gente como Jorge Fandermole, Chacho Müller, Aníbal Sampayo, el Zurdo Martínez, Zé Miguel Wisnik, Gladston Galliza, Luis Salinas, Francesca Ancarola, Francisco Lo Vuolo, Juan Quintero, Andrés Beewsaert, los Aca Seca, Egberto Gismonti, Hugo Fattoruso, Quique Sinessi, Coqui Ortiz, Sergio Santos, John Stowell, Hernán Jacinto... Y la lista podría seguir. Con todos ellos se ha cruzado este gran músico. Académico de la intuición, Silva descifra con una creatividad tan bella como sorprendente lo que otros codifican: es "el método Silva de control mental", bromean sus amigos entrañables.
A bordo de un auto que estos últimos llaman "la nube-móvil", en el cual carga trastos e instrumentos, Fernando Silva, colgado de su inocencia, cruza puentes y caminos del Litoral, sin horarios ni agendas restringidas, para sumar su aporte a las músicas populares más refinadas de la hora.
Mañana las estrellas lo sorprenderán en Rosario, cuando se presente en el Petit Salón de la Plataforma Lavardén, a las 21, para tocar en el ciclo Jazz en el Petit junto a Mariano Ruggieri en piano, Fede Riva en guitarra y el maravilloso Sergio Verdinelli en batería. "Hemos hecho esto otras veces, con el saxofonista Rodrigo Domínguez o el trompetista Enrique Norris. No me considero un jazzista, pero me encanta el jazz y aprendo mucho; el jazz es también para nutrirse como loco y después bajar toda esa información a lo que uno quiere decir", comenta Fernando a propósito del show de este sábado. Recital que aparece como "abierto", según sus palabras, pues también tendrá un atractivo: el abordaje de músicas de Luis Alberto Spinetta.
"La canción siempre me gustó mucho, acompañar canciones me atrajo -explica-, y dentro del mundo de la canción mi referencia es Spinetta. El nunca dejó de buscar...la armonía, el vuelo, sus palabras; me cautivó su obra, su búsqueda tímbrica. Uno escucha Pescado Rabioso y ve que eso ya tenía un color sedimentado; sin embargo él no se quedó ahí, siguió buscando".
A veces Silva parece no dar abasto a tantas demandas de músicos que requieren su aporte, pero aún en el singular marasmo en el que se mueve y se dispersa sostiene su participación en, por lo menos, cuatro formaciones estables: Luz de Agua, grupo con el que grabó ya dos discos; el trío junto a Carlos Aguirre y Luis Cuviello; el grupo de Jorge Fandermole, y el proyecto con los hermanos Ibarburu, Juanpi Di Leone y Hernán Peirou. "Para mí es un privilegio estar trabajando con estos artistas. Esto con los Ibarburu me interesa bastante porque mostramos nuestras músicas y con un perfil rioplatense, algo que siempre me gusta", dice.
¿Y la música del Litoral?: "La música del Litoral es un corredor muy grande, es como nuestra casa. Me siento muy cómodo tocándola. Hay un andar, una respiración común en la música del Litoral y no hay palabras para definir eso. Tuve la suerte de tocar con grandes de ese palo, como el Chacho Müller, Aníbal Sampayo o el Zurdo Martínez. Para mí la música del Litoral tiene mucho vínculo con la de Minas Gerais (Estado mediterráneo de Brasil), siento que hay algo muy próximo con gente de allí, con Toninho Horta, con Milton Nascimento, encuentro familiar todo eso. Es como algo que sucede aquí y allá a la vez... Y bueno, a lo mejor ese corredor grande empieza en Minas y termina en Uruguay".
Cuando habla de Carlos Aguirre, a quien lo unen dos décadas de amistad y sociedad musical, reflexiona: "El Negro ha sido y es para mí como una beca de estudios, es mi Universidad, mi padrino musical, aunque a él le guste más hablar en términos de hermandad. Me siento un aprendiz a su lado; todo lo que puedo ofrecer me viene de él. Hubo un tiempo en el que ensayábamos muchísimo todos los días y eso fue muy rico para mí. Ahora estoy muy movilizado con el proyecto junto a él y Luis Cuviello. Esa música me está llamando porque hay mucha improvisación, mucho juego, cosas que terminan de sonar ahí y todo depende de estar atento a lo que pasa en el momento".
Mientras habla con Escenario, Fernando Silva vuelve a divagar, a dispersarse en su propio paisaje mental, ese en el que mejor se mueve. Acaso esté pensando en los temas que tocará esta noche. Nadie sabe. Cuando se le pregunta cómo es un día en su vida, responde: "Son todos re-distintos. No tengo una rutina común, al contrario. Pero trato siempre de enfocarme en lo próximo que tengo que tocar". Y en ese trabajo cotidiano, siempre parsimonioso, se entrega al juego de reinterpretar melodías, ritmos y armonías planteadas por sus pares. Hace poco tiempo, Carlos Aguirre confesó: "Siento que mis canciones están terminadas una vez que las ha tocado Fernando".
Gastón Bozzano