La designación del árbitro para el partido ante Boca por Copa Argentina era para Central una cuestión de Estado. Así lo hicieron saber los dirigentes canallas desde el momento en que se conoció que los equipos de Eduardo Coudet y Guillermo Barros Schelotto debían enfrentarse por los cuartos de final y lo dejaron en claro en la tarde de ayer en la Asociación del Fútbol Argentino, en el instante en que se llevaba a cabo el sorteo. Porque el vicepresidente primero Luciano Cefaratti solicitó tocar las bolillas que iban a ser introducidas en el bolillero para evacuar cualquier tipo de dudas, lo que fue visto como una muestra de desconfianza y que tomó estado público y tuvo una repercusión impresionante debido a que la ceremonia del sorteo estaba siendo filmada. El directivo auriazul habló de que se trató de un "acto simbólico" (ver página 4). "Lo que pasa que quien se quemó con Boca ve un partido y llora", fueron las palabras de Cefaratti hacia el vicepresidente del Colegio de Arbitros, Rubén Matiauda, quien presidía el sorteo, antes de que el encargado de cargar las bolillas (un empleado administrativo) cumpliera con su labor, que era sólo cargar el bolillero y extraer la bolilla.
Ayer viajaron a Buenos Aires Cefaratti y el vicepresidente primero Carlos Carloni no sólo para formar parte del sorteo, sino para participar de una reunión con otros presidentes de clubes. Pero claro, lo más importante pasaba por el nombre del árbitro que iba a tener a su cargo un partido que a esta altura ya tiene ribetes de final, no de cuartos.
Cefaratti y Carloni estaban dentro del recinto. En el momento en que se anunció que se iba a sortear el árbitro para el partido Central-Boca, el auxiliar de la mesa tomó una de las bolillas (la número 1, que pertenecía a Darío Herrera, mientras que la 2 correspondía a Loustau), pero antes de introducirla al bolillero Cefaratti irrumpió: "Perdón, como vicepresidente de Central, no es nada con el cuerpo porque hay un absoluto respeto, pero entienda que por una cuestión de antecedente nos gustaría poder tocar las bolillas y poder quedarnos con la tranquilidad y poder transmitirles a nuestros socios..."
"No le voy a decir que me pone contento...", acotó Matiauda, del otro lado del escritorio. Y la respuesta de Cefaratti llegó de inmediato: "Lo comprendo, pero quien se quemó con Boca ve un partido y llora", dijo antes de tomar ambas bolillas con la mano derecha en teoría para constatar, en principio, temperatura y quizá peso. Diez segundos después se conoció que la bolilla sorteada era la 2.
Parece innecesario contextualizar el tema, pero nunca está de más. Aquella final de la Copa Argentina del año pasado entre Central y Boca, que resultó un escándalo por el mal arbitraje de Diego Ceballos, produjo un malestar muy grande en Arroyito, incluido los dirigentes, quienes al día siguiente de ese partido pensaron hasta en solicitar jugarlo nuevamente.
Así, con Central ya clasificado, cuando Boca eliminó a Lanús la designación del árbitro comenzó a tomar demasiada trascendencia. Desde ese momento la dirigencia canalla solicitó que el elegido debía salir entre Herrera y Loustau, que son los árbitros mejor ranqueados. Y Central veían con buenos ojos que fuera el segundo, sobre todo porque consideraban que Herrera iba a estar imposibilitado (igual fue al sorteo), ya que había dirigido al xeneize en el encuentro de octavos de final.
Igual, si los dirigentes de Central, por más acto simbólico que fuera, pretendían que se notara su preocupación por el nombre del árbitro a designar, lograron su cometido.