Algunos estudios confirman lo que todos saben desde hace tiempo. Por ejemplo, que casi dos tercios de los británicos afirman sentirse poco europeos. El debate sobre el "Brexit" vuelve a mostrar con claridad lo lejos que están los británicos del resto del continente, y no sólo físicamente. Pero, ¿por qué?
• La Commonwealth: no puede reprocharse a los británicos su falta de internacionalismo. Desde Canadá a India y Australia, se sienten conectados a la Commonwealth, la mancomunidad británica de naciones, aún cuando muchos no han superado el hecho de que Londres ya no tiene nada que hacer allí. Su pasado como potencia mundial refuerza la creencia de muchos británicos de que tendrían más influencia fuera de la UE. Incluso Winston Churchill dijo en una ocasión: "Cada vez que tengamos que elegir entre Europa y el mar abierto, siempre debemos optar por el mar abierto".
• Falta de traumas democráticos: ya sea internamente o debido a una intervención externa, casi todas las democracias europeas se han roto en algún momento. Pero Inglaterra fue conquistada por última vez el año 1066 y las instituciones democráticas se fraguaron durante siglos y sobrevivieron a la Primera y la Segunda Guerra Mundial. "En la Europa continental no se ha conseguido ese tipo de continuidad", escribió el historiador de Cambridge David Abulafia. Así que los británicos no consideran que la UE sea un seguro contra las dictaduras y el fascismo.
• El pecado original: los británicos se unieron en 1973 a la Comunidad Económica Europea (CEE). Y se tomaron ese nombre al pie de la letra: los políticos abogaron por la integración destacando casi exclusivamente sus ventajas económicas, algo que el historiador John Charmley ha calificado como el "pecado original". En aquel momento la normativa del mercado común ya estaba negociada, así que el nuevo país miembro no recibió desde el inicio lo que quería. Después, durante la crisis económica de los años 70, las ventajas económicas de estar en la CEE resultaron no ser tan grandes como se esperaba. No fue un buen comienzo.
• El "No, no, no" de Thatcher: la Dama de Hierro es uno de los iconos euroescépticos del Reino Unido. El famoso "no, no, no" a la integración europea de 1990 refleja claramente su opinión sobre la UE. Poco después la primera ministra perdió el poder. "Un tiempo después, las reticencias hacia Europa se convirtieron en una muestra de lealtad a la ex mandataria", escribió el diplomático británico Sir Stephen Wall. Ese efecto se ha prolongado hasta la actualidad.
• Cultura y cultura pop: William Shakespeare, Charles Dickens y JK Rowling, los Beatles, los Rolling Stones y Elton John, James Bond, los Monty Python y "El Señor de los Anillos"... No es de extrañar que los británicos estén orgullosos de sus autores y su cultura pop, tanto como para no dejarse impresionar por los productos "del continente".
• Vacas locas: durante un tiempo, decir "Reino Unido" era sinónimo de la enfermedad de las vacas locas (encefalopatía espongiforme bovina). Los británicos nunca han perdonado a la UE que en 1996 prohibiese la importación de carne vacuna británica. La cifra de euroescépticos aumentó notablemente. O como apunta el politólogo John Curtice de una forma muy británica: la prohibición de la exportación "no fue especialmente popular" en la isla.
• Britain is different": los británicos circulan por el lado izquierdo de la calle, no calculan la cerveza o la leche en litros sino en pintas y miden todo en pies y pulgadas en lugar de metros y centímetros. Esas diferencias pueden parecer divertidas a ojos de los otros europeos, pero también son una muestra de que las cosas son diferentes en el Reino Unido.