El estado de madurez de un equipo es lo más difícil de conseguir. Se entiende que con esa madurez suele llegar la solidez en el juego, la confianza y el acostumbramiento a los buenos resultados.
Nunca hay que olvidar que Central está militando en la B Nacional, donde el fútbol parece ser más rudimentario. Bueno, el hecho de romper en parte con ese molde y proponer otra cosa también vale.
Hace unos seis meses que se ve que el equipo de Miguel Angel Russo cambió su forma de jugar, de tener más paciencia a la hora de la búsqueda. Y por intermedio de esa calma los buenos resultados fueron apareciendo en forma constante, a tal punto que hace 17 partidos que el conjunto canalla se mantiene invicto, con un caudal de 15 victorias y 2 empates.
Ahora hay otros ingredientes. El primordial, y tal vez el más difícil de probar, tiene que ver con la confianza, ya como pata integrante del ADN futbolístico que le permite a este equipo sacar rédito luego de apretar el acelerador en los momentos que quiera y decida hacerlo.
En Tucumán nunca se desesperó, aguantó el vendaval y salió bien parado porque se decidió a ir a ganarlo.
En Mendoza siempre fue amo y señor del juego y pese a esos minutos de desconcierto en el inicio del complemento, cuando se lo propuso fue por la sentencia del partido.
Los citados son apenas dos ejemplos que sirven para graficar la capacidad que adquirió en esto de decidir en qué momento jugar, cuándo ir con decisión en busca del resultado, cuándo poner la pelota al piso y hacerla circular.
Siempre con los resultados puestos es mucho más fácil realizar los análisis y encontrar virtudes y defectos. Y si Central se encuentra ya casi con un pie en primera es porque esas virtudes paridas desde la convicción, el trabajo y la perseverancia le ganaron ampliamente la pulseada a aquellos defectos que condicionaron el arranque.
Sí, es cierto que Central tuvo que transitar demasiado para llegar a esto. Pero fue necesario para alcanzar un grado de madurez importante, del que hoy puede hacer gala. Y el que le permitirá llegar a la meta.