Toda una paradoja. En la misma cuadra donde el municipio está renovando las veredas como parte del plan de recuperación del área histórica, la casa familiar de Clemente y Juan Alvarez va camino a desaparecer. En el frente de la construcción de Maipú 1428 ya se exhibe el cartel que promociona el edificio de "alta gama" que se levantará sobre la casona donde vivieron sus primeros años los dos hermanos que dejaron su impronta en la biografía de Rosario.
Mañana, a las 11, organizaciones defensoras del patrimonio realizarán un abrazo simbólico al inmueble centenario que hasta hace poco tiempo perteneció a una institución de beneficencia. La propuesta surgió de los miembros de Basta de Demoliciones, que también se movilizaron para evitar el derribo del petit hotel de Corrientes al 700.
"La idea es hacer un homenaje a la casa recordando la historia de quienes vivieron allí: el matrimonio de Serafín y Felipa y sus hijos Clemente y Juan, a quienes les debemos mucho de las mejores cosas que tiene la Rosario actual", apuntó el arquitecto Pablo Mercado, integrante de la ONG Basta de Demoliciones y uno de los impulsores de la movida que se desarrollará mañana.
Serafín Alvarez fue un andaluz que muy joven se vio obligado a emigrar durante la Primera República Española. Hasta entonces había sido un férreo republicano, autor del libro "El credo de una religión nueva, bases de un proyecto de Reforma Social".
El exilio lo trajo a Rosario en los últimos años del 1800, junto a su esposa Felipa y su primer hijo, Clemente.
En el país fue periodista, maestro, escritor, legislador y magistrado. La casona de Maipú al 1400 albergó largas veladas y debates sobre sociedad, política y religión.
En ese ambiente se criaron Clemente y Juan, cuyos nombres bautizan actualmente al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez y a la Biblioteca Argentina (ver aparte).
Las vueltas de la vida
La construcción de Maipú 1428 no figura entre los inmuebles de valor patrimonial de la ciudad, por lo cual no pesa a sus propietarios ninguna obligación de conservarla.
La casona academicista tiene un frente simétrico con dos ventanales dispuestos a cada lado de puerta de ingreso. Adentro, los grandes salones y las habitaciones rodeaban a los dos patios de baldosas grandes. Uno de ellos, el del fondo, estaba coronado por una fuente.
Hasta hace unos meses, la propiedad perteneció a la Asociación Israelita Bikur Jolim, una entidad dedicada a la asistencia médica y la entrega de medicamentos a personas sin cobertura social, sean o no de la comunidad judía. El lugar servía también para la celebración de cumpleaños y eventos sociales.
Con poca actividad actualmente, la asociación decidió deshacerse de su sede, demasiado grande y costosa de mantener.
Así se concretó su venta a la constructora Di Mauro que, tal como anuncia el cartel colocado en el frente de la casona, proyecta construir un edificio de diez pisos, con unidades de 1, 2 y 3 dormitorios y áreas comunes como gimnasio, piscina, asadores y salón de usos múltiples.
Todo esto, sobre parte de la historia de la ciudad.