Empezaron a organizar partidas en bares del centro de la ciudad, después fundaron un club, organizaron torneos y ahora tendrán su propia escuela. En la Asociación Mutual Mercantil comenzará a dictarse un curso para aprender a jugar Scrabble.
Por Carina Bazzoni
Empezaron a organizar partidas en bares del centro de la ciudad, después fundaron un club, organizaron torneos y ahora tendrán su propia escuela. En la Asociación Mutual Mercantil comenzará a dictarse un curso para aprender a jugar Scrabble.
Detrás de las clases, que abarcan desde estrategias hasta ejercicios de entrenamiento cognitivo, hay un grupo de maestros en la especialidad de sumar puntos armando palabras sobre un tablero cruzado de estrellas rosas, celestes, azules y rojas.
El curso comenzará la semana próxima. El programa incluye las reglas básicas, estrategias, conocimiento del español, debate de jugadas, entrenamiento cognitivo y ejercicios de memoria.
Surgido en Estados Unidos en la gran depresión de la década del 30, el Scrabble es el juego de palabras cruzadas más popular del mundo. Para muchos, es el juego de mesa que remonta a la infancia y a estruendosas pulseadas para ver si una palabra era válida o no; pero para los integrantes del Club Rosarino de Scrabble se trata de algo mucho más serio.
"Es un juego apasionante que involucra muchas habilidades: un tercio de vocabulario, otro de estrategia y otro de azar", lo define Guillermo Dianda, uno de los referentes de la entidad y responsable de los primeros cursos que se dictarán para "principiantes, aficionados y de todas las edades".
Poco conocido. El club rosarino de Scrabble se fundó hace diez años. Hoy, unas veinte personas participan de las prácticas de los miércoles en un bar céntrico y de los torneos que se juegan un sábado por mes. En el bar de San Lorenzo y España se jugaron ayer las cuatro rondas de la sexta fecha de la competencia local.
En las mesas se dispusieron los tableros verdes, de 15 casillas por 15, fabricados por la firma Mattel. Porque si bien los tableros de Scrabble más populares por esta zona son los de color amarillo claro, los de Mattel son los elegidos por la Federación Internacional de Scrabble en Español, ya que sus fichas "respetan la frecuencia de aparición de las letras en español y no tienen ni la K ni la W", explica Dianda.
De cada lado del tablero el objetivo es el mismo: crear palabras que permitan sumar puntos y hacer Scrabble, es decir utilizar las siete fichas del atril. Los participantes destacan que "en una partida casera difícilmente se puedan sumar más de 200 puntos, en cambio en los torneos las partidas rondan entre los 500 y los 800 puntos".
Las partidas son cronometradas, cada jugador tiene 30 minutos para mostrarse. No se pueden usar nombres propios ni los de ciudades o países, sí los gentilicios. Y para definir qué palabras son válidas existe una aplicación libre "lexicón", que despeja dudas.
Los significados de las palabras, al fin y al cabo, importan poco.
Es más, muchos de los participantes no saben qué significa bey (en el imperio turco, gobernador de una ciudad, distrito o región), ni tampoco abey (jacarandá), pero las usan con frecuencia. Y recuerdan el récord alcanzado por el neozelandés Nigel Richards, tricampeón del mundial de Scrabble en inglés y último triunfador del mundial de Francia, sin hablar una sola palabra de francés.
El cuadro de honor. El club rosarino es parte de la Asociación Argentina de Scrabble. Casualidad o no, la entidad funciona en un local de la calle Jorge Luis Borges al 2000, en Buenos Aires. Desde allí se trabaja para promover la práctica del juego, organizar torneos y editar un boletín periódico con las novedades relacionadas con la actividad.
La asociación también fiscaliza el trabajo de los 14 clubes del país y mantiene un ranking nacional de jugadores, en base al sistema de puntuación ELO. Este método, usado también en el ajedrez, asigna una puntuación al jugador a partir de sus resultados contra sus oponentes.
En este cuadro de honor, Ricardo Bondino ocupa el noveno lugar. Hasta allí llegó después de disputar 568 partidas oficiales y coronarse dos veces en campeonatos mundiales. "Es uno de los mejores del país", dicen sus compañeros del club a modo de presentación. Este año Bondino participará del mundial que se disputará en Lily (Francia), donde por primera vez se jugarán las finales de los mundiales de Scrabble en español, inglés, francés y alemán.
Bondino no es de los jugadores que aprendieron a jugar de chiquitos, motivados por sus familias para completar el aprendizaje de la lectoescritura. Conoció el entretenimiento hace unos diez años, a través de una página de internet (redeletras.com) donde "hay reglas para la competencia y bastante gente destacada", explica.
De allí pasó a jugar "cara a cara" en los entrenamientos del club local y "a cara de perro" en los torneos. "Es un juego atrapante, puede llegar a convertirse en un vicio. Implica hacer muchas cosas al mismo tiempo: remover la memoria para decidir qué palabras enganchar, manejar el tiempo, tantear al rival para adivinar qué fichas tiene. Y todo eso hay que hacerlo al mismo tiempo", afirma.
¿Consejos para principiantes? Conocer las palabras. Prestar más atención a los verbos porque, conjugándolos, de cada uno sacás unos 40 posibles vocablos. Y conocer también las fichas, porque cada vez que se forma una palabra se abre una calle para forma otra, entonces hay que tener en cuenta cuáles son las vocales y consonantes que están en juego.
El resto es puro azar, pero como se advierte en el club de Scrabble, "es un factor que disminuye en función de la cantidad de partidas que se juegan".