El mismo día que el edificio de barrio Tablada donde funcionaba el Laboratorio Apolo explotó, dejando el saldo de cinco heridos y severos daños estructurales en la zona, la Justicia intimó a la empresa para que en el plazo de cinco días hábiles efectivizara los pagos a sus acreedores para no hacer efectiva la quiebra. La sociedad anónima se encontraba en concurso preventivo desde 2005 y el año pasado inició un proceso de quiebra tras una demanda laboral.
En 2005, Laboratorios Apolo SA —una sociedad anónima constituida originariamente en 1989 con el objetivo de elaborar "toda clase de productos o materiales medicinales para uso humano o veterinario"— entró en un concurso preventivo de acreedores, un procedimiento de renegociación de deuda que se utiliza con el fin de evitar las quiebras.
La empresa se mantuvo en esa situación hasta 2015. En ese plazo efectuó propuestas de pago a sus acreedores que fueron homologadas mediante acuerdos.
Fuentes judiciales detallaron que en medio del concurso fueron apareciendo nuevos acreedores que solicitaban la quiebra de Laboratorios Apolo SA, pero la empresa consiguió sortearlos depositando los fondos que, en concepto de deuda, exigía el acreedor que solicitaba la quiebra, más los intereses correspondientes.
Sin embargo, en marzo de 2015 una ex empleada presentó una demanda laboral. La empresa no consiguió sortearla y, en ese contexto, la titular del Juzgado Civil y Comercial de la 1ª Nominación, María Andrea Mondelli, la declaró en quiebra. Apolo pidió que fuera levantada, pero para esto, debía saldar deudas con la mujer que la inició y con los demás acreedores.
El laboratorio aceptó hacerlo, pero fue intimado en varias oportunidades ya que los pagos nunca fueron efectivizados. El 30 de mayo último lo hizo la magistrada, el 7 de junio lo hizo un juez en suplencia.
Finalmente, el mismo día que estalló la caldera del edificio de Alem al 2900 —el lunes 27 de junio último— Mondelli intimó a Laboratorio Apolo SA a saldar esas deudas en el plazo de cinco días hábiles. De no efectivizarse los pagos, la quiebra se concretará y se deberán liquidar los activos para saldar las deudas con los acreedores.
La explosión del laboratorio se registró cerca de las 5 del lunes en el edificio de Alem 2967, una propiedad de tres plantas con unos 50 metros de fondo. Las calderas, que proveían agua caliente para la elaboración de agua destilada, están ubicadas cerca del corazón de manzana. El incidente provocó daños severos en el edificio y en inmuebles linderos, y dejó como saldo cinco personas heridas.
Polémica. La explosión encendió una acalorada polémica en el seno del Concejo Municipal, ya que son varios los ediles que se preguntan por qué el laboratorio estaba funcionando en un centro de manzana (ver página 4).
El siniestro dejó además al desnudo una historia tortuosa de la planta, en la que se mezclan tanques en mal estado y pegados con masilla plástica, denuncias de producción de sueros sin controles técnicos que culminaron con el desplazamiento de una funcionaria provincial, un planta siete meses tomada por los empleados, y la autorización por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), hace dos meses, para que allí se elaborara efedrina.
En efecto, en abril de este año Laboratorios Apolo fue autorizado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) a producir efedrina.
La empresa había manifestado el extravío del certificado que lo avalaba a tal fin y es por eso que tramitó uno nuevo.
Bajo la disposición Nº 3.774 publicada en el Boletín Oficial del organismo el 13 de abril, el organismo nacional extendió entonces un nuevo certificado actualizado de inscripción en el Registro de Especialidades Medicinales.
El aval lo habilitó a producir la especialidad medicinal denominada Efedrina Apolo y Efedrina Sulfato, bajo la forma farmacéutica de solución inyectable. Dos meses después, todo voló por los aires.