Georgina O. tiene 19 años y está detenida desde el sábado acusada de suministrar a su hija de un año y tres meses clonazepam y vino espumante en una plaza de la zona oeste. Ayer fue imputada de "tentativa de homicidio doloso agravado por el vínculo" y se le impuso prisión preventiva. Antes de que el juez tomara esa decisión e hiciera lugar a los planteos de la Fiscalía, Georgina habló, lloró y describió un contexto de desprotección. Dijo que esa mañana su familia la había echado de su casa, que compró las pastillas y el vino y que se fue a la plaza a tomarlos. "Me quería perjudicar yo, no a ella", sostuvo mientras negaba haber administrado las drogas a la nena. Los relatos que reunió Fiscalía coinciden en que la joven gritaba en medio de la plaza que quería matar a su hija. Ella dijo más de una vez que no lo recuerda.
"Ese día me habían echado de mi casa con la nena, me había peleado con toda mi familia, me enteré que mi hermano está enfermo. Compre pastillas, me compré un vino y a la nena masitas y un jugo y me la llevé. Iba caminando, me tome una pastilla, el vino y de ahí quede perdida. No tenía nada en el estómago, estaba mal. No sé si la nena agarró una pastilla y la tomó. No me acuerdo de nada de lo que pasó en la plaza, solamente cuando me llevó la Policía. Ni que le pegué, ni que la quise regalar".
Así de crudo fue el relato de la joven que desde el sábado está detenida acusada de intentar matar a su hija.
Ayer fue sometida a una audiencia imputativa presidida por el juez José Luis Suárez, que la imputó del delito de "tentativa de homicidio doloso agravado por el vínculo".
Según la acusación planteada por la Fiscalía, el sábado, cerca de las 17, Georgina estaba con su hijita en la plaza Eloy Palacios, una de las cuatro plazas de Provincias Unidas y Mendoza.
Una mujer que estaba en la misma plaza —dijo la fiscal Gisela Paolicelli— escuchó a unos nenitos decir que Georgina había vociferado que quería vender a la nena. Ella se acercó, le preguntó qué ocurría y, según su testimonio, la joven le espetó: "Ella tiene que morir, no tiene que estar viva, por eso la empastillé con Rivotril".
La mujer dijo que vio cómo la muchacha, que se notaba que había consumido estupefacientes, le metía una pastilla en la boca a la nena. Su reacción fue arrebatarle a la niña de los brazos, meterle los dedos en la garganta y obligarla a vomitar. Según dijo, de ese modo expulsó cinco pastillas y líquido rojo.
Otros testigos aseguraron que la escucharon decir cosas similares.
La nena fue trasladada al Hospital de Niños Víctor J. Vilela, adonde le realizaron un lavaje de estómago y extrajeron líquido que será sometido a un examen toxicológico. Se encuentra fuera de peligro y a disposición de la Secretaría de la Niñez. Según la fiscal, el médico que la atendió dijo que si el episodio de la plaza hubiera ocurrido en un ámbito privado, la niña —que pesa diez kilos— hubiera entrado en estado de coma o muerto, porque lo que ingirió fueron depresores del sistema nervioso central.
"Yo no le di pastillas a la nena. La tuve nueve meses en mi vientre, sufrí tanto para tenerla ¿Para qué?, ¿para matarla? Me puse mal porque no sabía dónde iba a pasar la noche, a dónde la iba a llevar. Me tomé las pastillas pero en ningún momento le quise dar a ella. No sé si las agarro, si se me cayeron a mi", dijo Georgina, quien aseguró que está embarazada. El juez desestimó el pedido de la defensa de enmarcar el hecho en una conducta de carácter culposo por el estado en el que se encontraba la joven en la plaza. "Quien voluntariamente ingiere pastillas tiene que asumir la culpa de los actos que vienen detrás de eso. Si comprendía o no al momento el hecho, lo tendrán que establecer especialistas", remarcó el magistrado, que ordenó constituir una junta especial de salud mental para que dictamine si la joven comprendía sus acciones al momento del hecho.