La masiva concentración anual conocida como Marcha de la Marihuana conmocionó este año a la opinión pública con voces de padres y madres que reclaman no ser detenidos por comprar marihuana para acceder al aceite que requiere, por ejemplo, la epilepsia refractaria de su hijo. Niños y familiares expuestos a los riesgos de la ilegalidad del mercado, el cultivo y la tenencia evidencian las contradicciones de un sistema represivo que, en su lucha contra las drogas y supuesto intento de control del consumo de sustancias, hace de un potencial medicamento una droga clandestina.
Actualmente el mercado negro es cada vez más amplio. Pero ha aparecido también un nuevo fenómeno: las redes de solidaridad entre usuarios recreativos de marihuana y cultivadores para con los pacientes y familiares que requieren del aceite de marihuana.
La presión de la política de guerra contra las drogas ha contribuido a ocultar la evidencia sobre los usos terapéuticos que tiene la marihuana y sus derivados, obstaculizando tanto la investigación como el debate en la Argentina.
A partir del año 2000 el tema es puesto en la agenda con la adhesión de Rosario a la Millon Marijuana March y en 2002 por el "Primer simposio sobre usos terapéuticos de la marihuana", organizado por Ceads UNR con el profesor emérito de la Academia Nacional de Medicina, Aquiles Roncoroni.
Como decía Albert Einstein, "es mas difícil quebrar un prejuicio que quebrar un átomo". Por eso, los defensores del prohibicionismo reducen el problema de los usos terapéuticos de la marihuana a un asunto político, porque temen que se ablanden las políticas legislativas sobre las drogas. Por eso también le temen a la evidencia de la utilidad terapéutica de las drogas prohibidas.
Lo mismo viene aconteciendo, desde hace años, con la reducción de daños y ha llevado a que se arraigue en la sociedad el mito de que la reducción de daños es una vía regia a la legalización de las drogas.
Sin embargo, es necesario no caer en las redes del prohibicionismo defendiendo causas justas con argumentos errados.
Defender el uso médico de la marihuana debe hacerse desde los argumentos científicos que los validan, diferenciándolos de los argumentos políticos, filosóficos, legales y sanitarios con los que se sostiene la despenalización de su consumo o incluso su legalización.
La propuesta de despenalizar la tenencia de drogas se sostiene en el respeto a los derechos humanos y el reconocimiento de los derechos individuales amparados en la Constitución.
La propuesta de legalización, en cambio, se sostiene en argumentos económicos y políticos, pero fundamentalmente en el convencimiento de que se trata de una alternativa para abordar en forma más justa y efectiva los problemas de las drogas, legalizando abordajes preventivos, asistenciales y de reducción de daños como políticas de salud y legalizando el respeto por los derechos de las personas sobre sus cuerpos y sus mentes a través de políticas legislativas en las que quede abolido el derecho penal como respuesta represiva.
La propuesta de legalizar el uso médico se sostiene en estudios costo-beneficio, pero especialmente en el reconocimiento del valor de la investigación científica que debe orientar a las leyes (clasificación de las sustancias, legalización de ciertos usos, legalización del cultivo para uso personal, por ejemplo) y no al revés, como vienen ocurriendo actualmente.
Los tres planteos —despenalización de la tenencia y/o consumo, legalización y legalización del uso médico— tienen en común el respeto por las decisiones individuales y la responsabilidad subjetiva. Para contribuir a que cada sujeto elija modos de vivir y de soportar su vida, se requiere que superemos los peores obstáculos que nos amenazan: la ignorancia y el miedo.