Los vecinos de algunos barrios de Arroyo Seco vivieron una verdadera película de terror el domingo pasado, cuando en siete horas cayeron 420 milímetros de lluvia que provocaron la peor inundación de la historia de esa localidad con alturas que llegaron a más de dos metros de agua en zonas como El Ombú o Las Ranas.
"Tuvimos que salir en lancha desde las ventanas del piso de arriba de la casa de mi comadre, que está pegada a la mía, porque en un ratito el agua llegó a los dos metros, nunca vimos algo así", relató Cristina Bustanete, quien contó que el domingo a la mañana salió a trabajar a la granja que está pegada a su casa y pocos minutos después tuvo que volver porque su hijo le avisaba que el agua había empezado a entrar. "Me fui y estaba todo bien y enseguida me llaman que ya había agua, volvimos y empezamos a levantar todo pero la velocidad con la que entraba el agua no se podía creer".
Desde ese día a la noche está junto a sus cinco hijos y su padre en el galpón donde las autoridades locales y organismos como Defensa Civil decidieron ubicar a los evacuados de esa localidad, que llegaron a ser casi 300 el lunes a la madrugada y que ayer martes eran menos de 200, muchos de los cuales comenzaban lentamente a intentar volver a sus casas.
Embarazadas, niños y ancianos
Todavía había decenas de grupos familiares como el de Cristina en el galpón que pertenece a Los Tiburones, donde se distribuyeron mesas en las que se reparten remedios, artículos de limpieza, comida y agua y ropa con la ayuda de gendarmes, trabajadores municipales y de Defensa Civil.
Muchas mujeres embarazadas, cantidad de chicos de todas las edades y abuelos se repartían entre colchones en el suelo y sillas de plástico, a modo de pequeños núcleos que buscaban recrear por un rato un sentimiento de seguridad y amparo en una situación en la cuál casi todas las familias perdieron todo.
"Yo ahora no tengo casa ni tampoco trabajo porque la granja donde trabajo se inundó y se murieron los pollos. No tenemos agua porque con este lío se robaron la bomba, todo se me inundó y me quedé sin nada" explicó, para agregar: "sufrimos tres inundaciones ya este verano, pero la del domingo cuando llovieron nueve horas seguidas fue de lejos la peor de todas", explicó la mujer, que agregó que sus nenes —sobre todo los más chiquitos— "no quieren volver porque tienen miedo de morirse".
Como otros vecinos autoevacuados, Cristina contó que dejaron la casa por sus propios medios cuando un vecino buscó una lancha y los ayudó: "llamamos a Defensa Civil y a todos lados pero recién aparecieron a las 11 de la noche".
En primera persona
A pocos metros de donde se encontraba Cristina con sus chicos estaba sentada Maira Suárez, embarazada de mellizos y ya madre de dos nenas también mellizas de 2 o 3 años de edad. Llegó al centro de evacuación desde el barrio conocido como Las Ranas el domingo junto a su hermana y sus tres hijos y su mamá con otros dos chicos más.
Como el resto de los evacuados, es la tercera inundación que padece en lo que va del verano, aunque —también como dicen los otros evacuados— considera que la de hace tres días fue "la peor que le tocó vivir".
"El agua llegó hasta el techo de mi casa, en menos de dos horas cubrió todo, algo que nunca había visto antes. Todavía no volvimos pero los que fueron dicen que es imposible estar ahí, está lleno de bichos y el olor es insoportable", dijo, para agregar que salió en un colectivo de la municipalidad al que pudieron llegar a duras penas y bajo una lluvia torrencial.
Además agregó que la principal ayuda llegó de parte de los propios vecinos, que se organizaban para sacar primero a los chicos y a los viejos: "la gente del barrio nos ayudó, porque 'los de acá' —dijo mientras señalaba con la cabeza las mesas donde se distribuía la ayuda— siempre llegan después del aplauso".
Maira contó que algo que la impresionó fue ver como todo salía flotando en medio de una correntada fuerte que se llevaba todo a su paso: "pasaban los muebles, la ropa, los colchones, todo. Era increíble la fuerza que tenía el agua".
Como replican otros testimonios, además de sin casa la familia se quedó sin trabajo. "Mi marido trabaja en la zona de quintas que desde hace un mes están inundadas", señaló, para aclarar que muchas de las personas que viven en los barrios que se inundaron hacen trabajos en el campo.
"La lluvia desparramó todo"
Ese es también el caso de la familia de Claudia Britte, de El Ombú, que hace tareas de cirujeo en la zona del basural. "Con el barro nos entran más camiones y además la lluvia desparramó todo, va a llevar tiempo volver a la normalidad", resaltó rodeada de varios niños y adolescentes.
La joven contó que el domingo se fueron de su casa en la canoa que les prestó un vecino, que llamaron a los números que tenían para pedir ayuda pero esa ayuda se demoró tanto que tuvieron que irse solos.
"La correntada que se armó era tan fuerte que se llevaba las cosas como si fueran barquitos de papel" agregó otro hombre también evacuado, que reclamó que esta vez puedan quedarse en el galpón hasta que puedan limpiar el lugar y sacar el barro.
"Con la comida nos arreglamos, pero precisamos que los chicos puedan quedarse a dormir unos días más en un lugar limpio y seco porque todo lo que tapó el agua quedó destruido", agregó, para explicar que el agua arrastra bichos y alimañas que después quedan escondidos en rincones de las casas y que cuesta sacar.
"Todavía no volvimos a casa, pero los que lo hicieron dicen que es imposible estar por el olor y los bichos"