Bajo la lluvia, vestidas de negro y dispuestas a vociferar una vez más el hartazgo de tanta muerte, las mujeres volvieron a marchar. Lo hicieron en ciudades de todo el país, incluso en localidades del interior de la provincia. Así como la muerte de Chiara Páez las empujó a la calle al grito de "Ni una menos", ese que estalló por primera vez el 3 de junio de 2015; ahora fue la muerte de Lucía Pérez, la adolescente que fue violada, torturada y asesinada en Mar del Plata, la que volvió a hacerlas bramar, y esta vez el "Vivas nos queremos" inundó las calles.
Desde la plaza San Martín hasta los Tribunales, la movilización, que pese a la lluvia convocó a cerca de 15 mil mujeres y hombres que se encolumnaron en más de una decena de cuadras, marcó además el cierre del "Miércoles negro", una jornada histórica, la del primer paro nacional de mujeres.
"Hoy paramos". Así lo decían los carteles en la marcha y mostraban cómo muchas se habían sumado más temprano al cese de actividades que por primera vez en todo el país llevaban adelante las mujeres en contra de la violencia machista.
"Nosotras paramos. Porque nos duele y nos indigna que en este mes de octubre ya se cuenten 19 muertas", decía también el documento de las mujeres y organizaciones de "Ni una menos" a nivel nacional, un texto donde tampoco quedaban afuera "las variables económicas que reproducen la violencia machista", lo que se expresa en dos puntos más de desocupación cuando se habla de mujeres, y una brecha salarial promedio del 27 por ciento.
Movilizadas. Así como se planteó en ese texto y se vio en la calle, fueron "las amas de casa, las trabajadoras de la economía formal e informal, las maestras, las cooperativistas, las académicas, las obreras, las desocupadas, las periodistas, las militantes, las artistas, las madres y las hijas, las empleadas domésticas, las que te cruzás por la calle, las que salen de la casa, las que están en el barrio, las que fueron a una fiesta, las que tienen una reunión, las que andan solas o acompañadas, las que decidieron abortar, las que no, las que deciden sobre cómo y con quién vivir su sexualidad. Mujeres, trans, travestis y lesbianas".
Todas ellas, durante una hora dejaron de hacer lo que hacen habitualmente; y a las 18, en la plaza San Martín, comenzaron a convocarse, vestidas de negro, con los labios pintados de negros, con pancartas y carteles, con las fotos y los nombres de las mujeres muertas, con sus hijas y sus hijos, con sus hermanas y amigas, organizadas y no, con amigos, esposos y compañeros, y volvieron a marchar al grito de "Vivas nos queremos".
Ni la lluvia los detuvo cuando a las pocas cuadras de que la columna saliera por Santa Fe para tomar Oroño, se hizo más intensa y obligó a abrir los paraguas. Así y todo continuaron caminando y exigiendo la declaración de la emergencia nacional, el aborto legal y denunciando la existencia de "desaparecidas en democracia y esclavizadas", convirtiéndose en "el grito de las que no tienen voz".
Varones también estuvieron presentes y acompañaron. "Ella no es mi propiedad, es mi compañera", sostenía el cartel que colgaba del cuello de un muchacho; y Mario, al costado de la movilización, empujaba el triciclo de su hijo de dos años y la bicicleta del otro de 5, mientras la mamá marchaba.
Escalinatas. "Se va a acabar esa cultura patriarcal", fue lo primero que sonó, pasadas las 19, cuando la bandera de "Ni una menos" a la cabeza de la marcha subió las escaleras de Tribunales y se ubicó de frente a una plaza del Foro colmada, cuando la columna seguía llegando desde el bulevar.
Los nombres de las mujeres muertas sonaron de a uno a uno, y la réplica del "presente, ahora y siempre" de la multitud. Lucía Pérez y Chiara Páez, pero también Paula Perassi, Ana María Acevedo, Rosa Silva, Sandra Cabrera, Vanesa Celma, la niña Guadalupe Medina, y tantas otras. "Ni una menos", sonó una vez más.