Entre las demandas de los trabajadores y la posición empresarial hay siempre una distancia. Pero la brecha con los pasajeros, afectados por los paros, es la peor. Indefensos, quedaron atrapados por la huelga de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y, hay que decirlo, las pretensiones particulares de la firma Rosario Bus en su puja por los subsidios con la Municipalidad. Como siempre, se trata de una disputa por cuestiones salariales, que afecta el servicio más sensible para la población. Pero, además, jamás cuenta con una reacción esperable por parte de la Intendencia que no puede, ni siquiera mínimamente, suplir los micros que, de golpe, dejaron de funcionar. Otra vez, miles de rosarinos quedaron a la deriva por un reclamo sectorial que reaparece cada vez que sobrevuela el fantasma de suba de la tarifa. Y nadie toma nota de que se trata de personas que no en todos los casos pueden apelar a taxis o remises. Así, la de ayer fue otra jornada penosa para la gente, que ya venía soportando el segundo día consecutivo de paro municipal. Como si eso fuera poco.