La mañana estaba muy fría, tanto que hacía dudar de que las fotos se pudieran tomar en la cancha de Arroyito. Pero la idea era juntar a dos Maestros de la Vida, tal como los había distinguido el Ministerio de Educación de la Nación, en un escenario diferente. Y allí estaban Angel Zof, que caminaba como si estuviera en su propia casa, y Ovide Menin. Fue en 2008. Los dos contaban casi la misma edad, 80.
Don Angel, ex jugador y ex director técnico de Rosario Central, también ciudadano ilustre y declarado Mayor Notable por el Congreso de la Nación. Ovide, decano de la Facultad de Psicología (UNR), ex maestro de grado, director y supervisor y varias veces distinguido por su trayectoria académica, incluso declarado doctor honoris causa por la UNR. Cada uno un gran maestro en lo suyo.
"Tengo 6º grado, ¿de qué puedo ser maestro yo?", preguntó don Angel. "El término latino magíster habla del hombre y la mujer que son ejemplo en sus quehaceres, que no son sólo los que refieren a la educación formal o escolar. Así entendido, usted en lo suyo y yo en lo mío hemos sido maestros", retrucó Ovide.
Y así se prolongó la charla mientras el fotógrafo retrataba un encuentro en el que cada uno ofrecía algo de su experiencia. Zof le contó a Ovide anécdotas de cuando era técnico en el exterior y no entendía nada de inglés pero se valía de papelitos y una mesa para explicar los movimientos que pretendía, porque después de todo "el fútbol es un lenguaje universal". Ovide recordó su paso como maestro de primer grado en una escuela muy pobre donde la única psicología que tenían a mano era el sentido común y el afecto. También se definió un educador de "la vieja guardia, con sus errores y aciertos".
¿Y quién es un buen maestro? "Cuando pienso en un maestro pienso en alguien abierto, poroso, ávido de leer no solamente libros de texto", dijo Ovide y también aludió a quienes "ejercen su autoridad asentados en su saber". Hasta aquí el repaso de aquel encuentro, quizás una excusa para recordar qué es un Maestro de la vida cuando la arrogancia se adueña de los lugares de decisión y de poder.
Es que el cuestionamiento a la presencia de Ovide Menin y el ex legislador y rector de la UNR Juan Carlos Millet en dependencias de la delegación local del Ministerio de Educación es ofensivo. Tal como se informó, la delegada ministerial Marta Díaz le pidió a través de una nota al supervisor docente Gerardo Kahan que explicara "por escrito y en 48 horas" qué hacían en la sala de supervisores Menin y Millet, candidatos a diputado por el radicalismo. Invitados a conversar, sí, de política.
En sus argumentos la funcionaria de la ministra Rasino y el gobernador Binner increpaba al supervisor por armar una charla de política en un lugar que "no era público". Hasta el momento muchos pensábamos que los espacios del Estado son públicos, no solamente las plazas. O al menos se podría preguntar por qué dentro de la misma dependencia donde se cuestiona la presencia de educadores y candidatos políticos se admite que se vendan desde productos de belleza hasta bombachas.
Por suerte el inicio del ciclo lectivo en Santa Fe este año mostró un notable interés de distintos funcionarios, políticos y legisladores por la educación. Se hizo, al menos frente al escenario del Normal Nº 1, una hilera más que larga de asientos. Estaban allí desde el candidato oficialista a gobernador Antonio Bonfatti hasta quien aspira a ocupar el lugar de Lifschitz en la intendencia, Mónica Fein. También el diputado nacional por el Frente para la Victoria, Agustín Rossi, estuvo en la apertura de una nueva escuela realizada con aportes de la Nación.
Bienvenido sea. Durante mucho tiempo (eso cambió para bien) las instituciones escolares estuvieron divorciadas de la política, la vieron como una mala palabra o un "tema" que muy bien no sabían dónde encuadrar y por eso preferían dejarla afuera. No está nada mal que los chicos y maestros vean en vivo, puedan saludar y hasta peticionar sus quejas a quienes siempre, algunos más que otros, aparecen en fotos de los diarios o en la televisión. Menos que esto le pase a los adultos. Eso hace más legítimas y transparentes las aspiraciones que tienen, también permite evaluar en distintas situaciones qué causas se apoyan y cuáles no. Los maestros tienen memoria de quienes han acompañado sus reclamos y quienes se ausentaron o votaron en contra leyes clave para la educación.
En términos escolares se podría decir que cada uno toma nota de esas acciones y decide. Y lo hace apoyado, como bien dice Ovide, en la autoridad que les da el saber. Pero pasa lo contrario cuando la ignorancia impera y se hace amiga de la prepotencia.