Parece sacada de un cuento, pero es una historia real. Alhambra Nievas descubrió el rugby a los 19 años, mientras estudiaba telecomunicaciones en la Universidad de Málaga, y cuatro años más tarde comenzó a dirigir "de casualidad", según cuenta, después de que una amiga le solicitara que lo haga en un torneo de escuelas. En ese momento empezó un nuevo derrotero en su vida. Dirigiendo en 2010 dio el salto a la categoría nacional, en 2012 debutó internacionalmente y el año pasado estuvo en la terna de World Rugby para el Mejor Arbitro del Año, junto a Nigel Owens y Jerome Garces. Esta española estuvo estos días en Rosario realizando un campus junto a los árbitros que dirigirán en los próximos días en los Juegos Olímpicos y de manera distendida, en uno de los pocos ratos libres que tuvo en la ciudad, dialogó con Ovación.
El objetivo de este campus fue enfocar a los árbitros en el juego de seven, "buscando armar un grupo consistente y con un rendimiento alto para ayudar a que el rugby brille en los Juegos Olímpicos", como destacó la propia Alhambra, quien ya cuenta en su palmarés con partidos de Mundial, del 6 Naciones europeo y también de las World Series de Sevens (todo femenino). "Particularmente estoy muy agradecida de poder haber venido a Rosario a terminar la preparación para Río", continuó.
—El rugby está nuevamente en los Juegos Olímpicos. ¿Qué pensás?
—Que el rugby se merece estar dentro de los Juegos Olímpicos por los valores que tiene, que son muy similares a lo que el espíritu olímpico defiende. En ese sentido, en estos Juegos el rugby se juega mucho. Tiene que salir todo bien... Tenemos que dar una buena imagen, tenemos que mostrar la grandeza del deporte. Para nosotros es muy importante y tenemos una gran responsabilidad en poder realizar nuestra función en el más alto nivel, además de tener la mínima influencia en cómo la competencia se desarrolle. Tenemos que dejar que los jugadores sean solamente los protagonistas de los Juegos. De nuestra parte queremos contribuir a que sea un gran espectáculo y ayudar a que el juego sea dinámico.
—¿Notás un crecimiento del rugby femenino?
—Sí, tanto en el rugby de quince como en el seven. La evolución del juego ha sido brutal en los últimos tres o cuatro años. El último Mundial femenino ha sido un éxito en el nivel de juego y en todos los sentidos.
—Venís de un país donde culturalmente el rugby no está tan arraigado como podría ser en Inglaterra, Irlanda o Escocia. ¿Qué fue lo que te llevó primero a jugarlo y luego a arbitrar?
—Siempre me gustaron los deportes, de hecho de niña practiqué muchos. Cuando llegué a la Universidad de Málaga tenía 19 años y no sabía lo que era el rugby. En esa época en España no era un deporte conocido como lo es ahora. Se hablaba poco y nada y la verdad no tenía ni idea. El juego me generó curiosidad y cuando empecé a entrenar enseguida me di cuenta de que era mi deporte. Me enganchó muchísimo y di el salto a la selección. Simultáneamente arbitraba pero le daba preferencia a jugar. Y llegó un momento en el que me propusieron para dirigir en la División de Honor (la máxima categoría en España) y empezar a arbitrar en torneos internacionales. Fue entonces cuando decidí centrarme en la carrera arbitral y colgar los botines, aunque creo que esto es momentáneo porque en algún momento voy a volver a jugar.
—¿Esto cuando fue?
—En 2011 ascendí a nivel nacional y un año después decidí dedicarme en forma profesional al arbitraje.
—Y el año pasado fuiste ternada para el mejor árbitro del año junto a Nigel Owen y Jerome Garcés... una carrera vertiginosa.
—Sí, se dio todo muy rápido pero creo que fue porque estuve en el momento adecuado y en el sitio adecuado, lo que no significa que al final, cuando tenés una oportunidad, hay que estar preparado para aprovecharla. Eso creo que ha sido la clave de este presente.
—En Río vas a poder cumplir otro sueño. ¿Qué esperás de ahora en más?
—No me marco metas concretas, pero espero seguir disfrutando de lo que hago dando lo mejor de mí. Hoy por hoy sólo pienso en disfrutar del primer partido que tenga en los Juegos Olímpicos e ir creciendo poco a poco.