José Luis Albano preside el Centro de Desarrollos e Investigaciones en Tecnologías Especiales
(Cedite), que tiene sede en la UTN Rosario. El centro funciona desde hace 22 años y tiene como meta
nada menos que pensar dispositivos tecnológicos y nuevos programas que ayuden a las personas con
discapacidad a aprender. Dicho de otro modo, a hacer más fácil el largo camino de la inclusión.
Albano es ingeniero, pero sobre todo un comprometido educador que ha puesto sus conocimientos al
servicio del derecho a educarse. Entiende que es clave que la nueva ley de educación superior, que
pronto entrará en discusión en el Congreso, atienda a las necesidades de las personas con
necesidades educativas especiales.
En diálogo con La Capital analizó la dura realidad que les toca vivir a quienes sufriendo alguna
discapacidad motora o del habla, pero manteniendo su capacidad intelectual intacta, están impedidos
de seguir estudiando. “Esto ocurre porque no se terminan de coordinar algunos aspectos en la
misma sociedad”, dice Albano.
Enseguida se refiere a la todavía no saldada discusión del lugar de la escuela especial y común,
el paso necesario para que los chicos con diferentes posibilidades logren alfabetizarse
plenamente.
“La verdad es que muchas veces a chicos con problemas del habla o de alguna parte del
sistema motor, como los que pueden derivarse de alguna parálisis, no se los recibe en las escuelas
comunes. Entonces van a la especial porque no les dejan otra salida, donde se mantienen pero no
siempre se alfabetizan como debieran”, explica.
El ingeniero se lamenta que muchos de estos chicos lleguen a los 20 años, con una mente capaz de
seguir un estudio universitario sin problemas, pero con una escasa alfabetización por no haber
encontrado el lugar en la escuela común a tiempo.
"Tenemos muchos de esos casos que vamos rehabilitando e incorporando y son casos de
éxito”, valora sobre el trabajo que desarrolla desde el Cedite.
Pero en esto -dice el ingeniero- “pasa que esos chicos tienen la visión clara y a tiempo
de los padres de pelear por su derecho, como el es el caso de Luciano”.
“Hay toda una problemática social, dentro de la complejidad que se le presenta a la
familia y a la misma sociedad, ocasionadas cuando los padres no tienen la fortaleza de poder
resolver el problema y el chico termina en una escuela especial, que en realidad lo entretiene con
jardinería, música y otras actividades pero no lo alfabetiza”.
Albano insiste en que hay que ver en esas realidades que la capacidad de aprender de esos chicos
está intacta: “Por ahí es lento para hablar, para mover una mano, para escribir en una
computadora pero es rápido internamente, entonces hay que pensar que los seres humanos tenemos un
proceso interno y otro externo para realizar una actividad, siempre diferentes”.
Por lo tanto, ¿antes de pensar en que los chicos con necesidades especiales lleguen a la
Universidad , hay que pensar a la escuela como un paso previo clave?
Por supuesto. Por ejemplo, ahora tenemos el caso de una nena que nació sin piernas ni brazos.
Esto es incorregible, pero su cabeza, su parte intelectual está intacta. Lo que esa nena necesitará
es hablar bien para poder manejar con la voz una computadora. Para eso antes tengo que estimularla,
y eso implica mandarla a una escuela común, en una especial nada hará en su caso. Hay que tratar
desde chiquitos fortalecer todos los potenciales, ahí está todo el secreto, y desde allí diseñar la
tecnología que podrá necesitar.
¿Cuántos alumnos en la Argentina con diferentes discapacidades llegan a la Universidad ?
Nosotros manejamos para la Argentina un registro que es muy bajo, sobre todo si se lo compara
con lo que se llama la “población normal”, es del 0,5%, tanto en la Universidad pública
como privada. Es decir no se llega al 1% del total de estudiantes. De todas maneras no hay que
olvidar que recién la última ley de educación superior (aprobada en los 90 y aún vigente) es la que
habla de la incorporación de estos estudiantes. Pasa que incluso los docentes no están muy
preparados. Hay docentes que me preguntan cómo hacer con chicos que hablan mal o tienen algun
problema de parálisis. Y la verdad es que todo es cuestión de tiempo.
Hay que trabajar entonces el tema de los recursos junto la prepración profesional, al mismo
tiempo...
Nosotros lo dividimos en dos: una parte es un problema tecnológico-educativo y el otro es lo que
llamamos transformacional, que está orientado a la sociedad, es decir tanto a las familias como a
las comunidades educativas. Por ejemplo, hay que entender esas situaciones donde un docente de
escuela común tiene en su mismo curso un alumno con serios problemas de conducta, otro autista y
otro con alguna parálisis, al pobre se le arma “una ensalada rusa” en la que no puede
resolver nada.
¿Cómo debería abordarse esta discusión en la nueva ley de educación superior?
El problema de la discapacidad tiene que tratarse fundamentalmente con la aplicación de
tecnología. Ya la medicina, que fue la que lideró el problema de la discapcidad, hoy reconoce en la
rehabilitación y la regulación de la independencia a la tecnología como elemento esencial. Esa
aplicación tiene que ser contemplada por la ley, y dentro de esa contemplación, la prepración de
los centros de tutores especiales en esos aspectos. Eso es fundamental. Es decir ante la aprición
de una nueva enfermedad seguro que quien se hará cargo será el profesional médico que obra por
confianza, y si hay que abordarlo desde la escuela se suma el profesional de la educación que es el
docente. Es decir, cada uno en lo suyo aportando a la calidad educativa.