A una semana de la trágica noche que terminó con la vida del rugbier mendocino Genaro Fortunato, se conoció que su novia, Julieta Silva, estaba alcoholizada cuando lo atropelló y lo mató después de dar una vuelta en "U" para volver a embestirlo. La tragedia ocurrió en San Rafael, Mendoza. La novedad agrava aún más la situación de Silva, al menos de cara a la opinión social: desde el punto de vista judicial podría ser un factor favorable a la defensa de la acusada.
En el expediente que lleva adelante la fiscal Andrea Rossi figura que Silva, en el dosaje que se le practicó en el hospital Schestakow, registró 1,07 por ciento gramos de alcohol por litro de sangre, más del doble del máximo permitido por la legislación provincial. Además, una fuente judicial consultada por el diario San Rafael dijo que Silva le confesó a una policía que "había fumado marihuana". Sin embargo, todavía no se tienen los resultados de los exámenes para corroborar ese consumo.
Las pruebas están incorporadas a la causa que caratuló la fiscal como "homicidio doblemente calificado por el vínculo de pareja y su comisión por alevosía", imputación que prevé la prisión perpetua. Según ya determinó Rossi, Silva recorrió unos 150 metros, luego dio una vuelta en 'U' y regresó, momento en que "le pasó por encima" a Fortunato, cuando el muchacho se encontraba sobre el asfalto. Julieta Silva está presa en el penal de San Rafael. En tanto, la defensora oficial de Silva, Florencia Garciarena, buscará demostrar que la detenida atropelló "accidentalmente" a Fortunato. "Estaba bajo efectos del alcohol, conducía sin anteojos a pesar de los síntomas de astigmatismo y la visibilidad no era óptima por las condiciones climáticas de la madrugada del 9 de septiembre. Son viables las razones que aduce Silva al explicar por qué no vio a Fortunato", comentó una fuente sobre la estrategia de la defensa. En otras palabras, el estar alcoholizada es un factor favorable a la imputada, pese a que la primera impresión pueda ser la opuesta para un lego.
El hecho ocurrió el sábado 9, alrededor de las 5, cuando Genaro y Silva se encontraban en el boliche "La Mona", ubicado en Hipólito Irigoyen y El Chañaral, en el sur de San Rafael. "Le creo totalmente a mi hija. Si fuera una asesina hubiera matado al padre de sus hijos, con quien ya tenía problemas", alegó el papá de Julieta Silva.
Según relató un cuidacoches del lugar, el joven mantuvo una discusión en la puerta con la pareja, quien luego se retiró sola en su auto, un Fiat Idea, y posiblemente, tras tocarlo con el auto, cayó al piso. Fue entonces, cuando la joven dio la vuelta, lo embistió y lo mató. Le aplastó el cráneo. "Pensé que había pisado un pozo", declaró Silva ante la fiscal después de conocer su imputación. Aseguró que no quiso atropellarlo y que "desconocía" lo que había ocurrido. "El chico me decía: lo pisaste, lo pisaste, pero no lo había visto", afirmó sobre el momento en que el cuidacoches le avisó lo que había sucedido.
Para la defensa, el alcohol y la droga avalan la versión de la acusada sobre que no vio a su pareja y fue un accidente