En una primera instancia, tras hacer un relevamiento de la escena que rodeó al hallazgo del cuerpo del sacerdote Juan Viroche, el fiscal Diego López Avila elucubró que el sacerdote había golpeado con su puño el vidrio que cubría la urna donde había un Cristo, que se rompió y le lastimó los nudillos de una mano. La urna cayó al piso, chocó contra una pila bautismal y el Cristo se rompió. Después, según recogió La Gaceta, caminó hacia donde estaban los bancos de madera, levantó el de la última fila y lo empujó hacia adelante. Luego subió por la escalera hasta el piso donde se ubica el coro, Viroche apoyó un banco de madera contra las barandas del balcón y envolvió una linga en él, trepó a ese banco y pasó por encima de las barandas, quedando del lado del vacío. Luego se tomó de una baranda y apoyó los pies contra la viga que está debajo del balcón. Las marcas de las alpargatas, que quedaron estampadas en la viga, hacen presumir que se impulsó con los pies para arrojarse al vacío. Por eso se cree que no fue empujado.