La exploración de Marte habría sufrido un serio revés con la más que probable pérdida del módulo Schiaparelli, de la misión ruso-europea ExoMars, un aparato tecnológico destinado esencialmente a probar diversos dispositivos para futuras misiones, incluido un nuevo paracaídas, un escudo térmico y una plataforma para amortiguar el impacto final.
El módulo debía haberse posado en el planeta a las 16:48 hora española, y la confirmación de la operación debería haber llegado a la Tierra diez minutos después, pero ello no ocurrió y el silencio se impuso en el Esoc, el centro de control de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Darmstadt (Alemania).
La señal del Schiaparelli se perdió 30 segundos antes de tocar el suelo marciano. El director de vuelo, Paolo Ferri, informó desde Darmstadt que la señal logró mostrar el inicio del descenso, el despliegue y el despegue del paracaídas, pero que al instante se evaporó.
El módulo debía convertirse en el primer robot fabricado en Europa que se posaba con éxito en Marte. El primer intento, con el pequeño módulo británico Beagle 2 en 2003, acabó con la pérdida del aparato debido a un impacto.
Las principales hipótesis son obviamente dos: o bien la maniobra de descenso y aterrizaje no se desarrolló como estaba previsto —hubo una colisión contra la superficie o cayó en un lugar inaccesible, por ejemplo— o bien el módulo sufrió algún problema técnico que le impidió transmitir los datos. Dos veteranas sondas todavía activas en Marte, la europea Mars Express y la estadounidense MRO, transitaron por el supuesto lugar de aterrizaje y no pudieron contactar con el módulo. Se intentará de nuevo.
Si Schiaparelli logró alcanzar la superficie de Marte sin dañarse, sus baterías deberían ser capaces de permitirle operar por entre tres y diez días, ofreciendo así múltiples oportunidades para restablecer la comunicación, informó la ESA.
La Agencia Espacial Europea tiene previsto brindar una conferencia de prensa hoy a las 8 GMT (5 de Argentina) para dar cuenta del estado de la misión ExoMars (contando con los datos de telemetría del OGT que llegarán esta madrugada), según adelantó en su cuenta de Twitter: @ESA—ExoMars.
La TGO, exitosa. La nave TGO (Trace Gas Orbiter), con la que Schiaparelli había viajado acoplado hasta el planeta rojo, sí cumplió las expectativas e ingresó con éxito a la órbita marciana, lo que al menos sirvió para elevar un poco los alicaídos ánimos de la ESA. De hecho, de TGO depende el grueso de la investigación científica que la misión ExoMars debe desarrollar en Marte.
Tras un viaje de siete meses y 496 millones de kilómetros, Schiaparelli y TGO llegaron a las cercanías de Marte el pasado domingo. Entonces se produjo la separación: mientras el módulo empezó a descender por su cuenta en caída libre, la nave inició las maniobras de inserción en la órbita marciana. Según los planes previstos, el contacto de Schiaparelli con la atmósfera debía producirse a las 16:42 y el descenso final se iba a prolongar durante seis minutos, hasta tocar tierra a las 16:48. Se abriría un paracaídas, luego se activarían unos retropropulsores —guiados por un altímetro láser— y el impacto final sobre la superficie sería amortiguado por una estructura comprimible de aluminio. La confirmación de la maniobra se iba a recibir diez minutos después, el tiempo que tarda la señal en llegar a la Tierra desde Marte. Pero no fue así. Lo único seguro, pues se recibió una confirmación, es que el módulo llegó a la atmósfera y luego se abrió el paracaídas. A partir de entonces no se sabe nada.
Maldición marciana. Más de 40 naves han tenido Marte como destino desde los años 60, pero prácticamente la mitad acabaron en fracaso porque se perdieron durante el viaje, no alcanzaron su destino o se estrellaron.
"A pesar de que Marte es el vecino planetario más próximo a la Tierra, es un lugar difícil de visitar", recordaba premonitoriamente la ESA antes de que el Schiaparelli iniciara su descenso.
La exploración de Marte avanzó a pasos de gigante en los años 60 y 70 como efecto colateral de la guerra fría, con pequeñas naves cuyo gran objetivo era acercarse al planeta y obtener imágenes, como la estadounidense Mariner 4.