El piloto del avión que se estrelló en Colombia el lunes a las 22.15 con 77 personas a bordo pidió auxilio a la torre de control del aeropuerto de Medellín por una falla eléctrica total y por quedarse sin combustible, según grabaciones filtradas.
El piloto del avión que se estrelló en Colombia el lunes a las 22.15 con 77 personas a bordo pidió auxilio a la torre de control del aeropuerto de Medellín por una falla eléctrica total y por quedarse sin combustible, según grabaciones filtradas.
En un diálogo difundido ayer se escucha cómo el piloto Miguel Alejandro Quiroga Murakami, de 36 años, pide indicaciones desesperadamente y de manera repetida a la controladora, que le da instrucciones mientras desvía otras dos aeronaves para dar prioridad al avión que transportaba al equipo brasileño Chapecoense y perdía altura y velocidad.
Cuando se autorizó aterrizaje preferencial, el avión de la aerolíneas boliviana LaMia estaba a unos 5.500 metros y en su último mensaje el piloto indicó que había llegado a los 2.740 metros de altitud. Estaba ya fuera de la visión de los radares de la torre de control y se encontraba a 8,2 millas "unos 13,5 kilómetros) de su destino, según la controladora del aeropuerto donde estaba previsto el aterrizaje.
Los audios difundidos por radios locales confirman el testimonio de Juan Sebastián Upegui, copiloto de un vuelo comercial de Avianca que sobrevolaba la zona en ese momento y que aseguró que los pilotos de LaMia se habían declarado con problemas de combustible momentos antes de accidentarse, aunque le sorprendió su demora en declararse en emergencia. Según las grabaciones, pasaron cuatro minutos entre el momento en que expresó problemas y el instante en que se declaró en emergencia.
Aunque no es la única hipótesis detrás del accidente, estos testimonios ayudan a los investigadores a confirmar si el avión de LaMia que se estrelló en los Andes colombianos se quedó sin combustible como sospechaban.
Por ahora, las autoridades evitan descartar otras causas del accidente en el que murieron 71 personas y otras seis quedaron heridas, entre ellas jugadores del equipo de fútbol Chapecoense que viajaba a la final de la Copa Sudamericana.
La investigación podría tardar meses antes de terminar la revisión de todos los aspectos del vuelo y la información de las cajas negras del avión. Estas fueron retiradas el martes del lugar del accidente.
De acuerdo con la página de internet ahora desactivada de LaMia —la empresa de chárters con sede en Bolivia contratada por el equipo de fútbol— la distancia máxima que puede recorrer el Avro RJ85 es de 2.965 kilómetros (1.600 millas náuticas), un poco menos de la distancia que separa Medellín del aeropuerto de Viru Viru, en Santa Cruz (Bolivia), de donde había partido el vuelo accidentado.
Una pieza clave para solucionar el misterio detrás del accidente podría venir de Ximena Sánchez, una asistente de vuelo boliviana que estaba sentada en la parte de atrás del avión y sobrevivió al accidente.
"Nos quedamos sin combustible. (El avión) se apagó", fue todo lo que la aeromoza dijo a Arquímedes Mejía, uno de los rescatistas.
También en el lugar del accidente, el cerro Gordo, una montaña del municipio de La Unión, en el departamento de Antioquia que debe ser superada por las aeronaves con una altura mínima de unos 3.000 metros, no se encontraron rastros de combustible.
Los heridos se recuperan en clínicas cercanas, tres de ellos en estado crítico, informaron los hospitales. La salud del jugador Hélio Hermito Zampier es la más preocupante, tras haber recibido cinco transfusiones de sangre en las últimas horas. Alan Luciano Ruschel, por quien más se temía el martes, se estabilizó después de ser intervenido. Ambos se encuentran en terapia intensiva.
El periodista Rafael Valmorbida también está grave, con fracturas en las costillas que afectan al funcionamiento pulmonar, según sus médicos. Jakson Follmann, arquero del equipo, perdió una pierna tras una amputación y permanece estable en terapia intensiva. Los tripulantes bolivianos Ximena Suárez y Erwin Tumiri están fuera de peligro, según los médicos.
Tumiri dijo ayer que sobrevivió porque siguió los protocolos de seguridad. "Ante la situación, muchos se levantaron de sus asientos y comenzaron a gritar. Puse las maletas entre mis piernas para formar la posición fetal que se recomienda en los accidentes", dijo el técnico de la aeronave de LaMia Corporation, quien, según el parte médico, está fuera de peligro aunque seguirá el observación algunos días más.
Anoche, 47 cuerpos habían sido identificados, según el Instituto de Medicina Legal. El canciller brasileño, José Serra, llegó a Medellín para empezar a repatriar los cadáveres a partir de hoy.
El estadio Atanasio Girardot se colmó anoche con 50.000 hinchas de Atlético Nacional, de Medellín, para homenajear a las víctimas del accidente aéreo. Todos los aficionados llegaron al estadio ataviados con prendas blancas, con velas encendidas. "Esta noche el fútbol está de luto en el mundo", fue la frase de cabecera que se enarboló en el inicio de la ceremonia que se llevó a cabo a partir de que la afición local entonó el canto característico del Chapecoense.