Bob Dylan no deja de sorprender: galardonado con el premio Nobel de Literatura el pasado jueves, para sorpresa de muchos, el cantautor estadounidense todavía no habló con la Academia sueca que le otorgó la distinción.
Bob Dylan no deja de sorprender: galardonado con el premio Nobel de Literatura el pasado jueves, para sorpresa de muchos, el cantautor estadounidense todavía no habló con la Academia sueca que le otorgó la distinción.
"La Academia ha hablado con el agente de Dylan y también con el responsable de su gira", explicó el canciller de la institución, Odd Zschiedrich. No se había podido contactar directamente con el galardonado, que tampoco se pronunció acerca del premio durante el concierto que ofreció el jueves por la noche en Las Vegas.
Según Zschiedrich, la situación no es completamente extraña.
"Ya sucedió varias veces el hecho de no poder hablar inmediatamente con el laureado", aseguró.
En la lujosa sala de eventos del hotel Cosmopolitan de Las Vegas, donde sonó con su banda, Dylan no pronunció palabra sobre el Nobel, pero en realidad nunca tiene alguna para su público. En sus conciertos no se preocupa demasiado por saber si se le ve bien en el escenario y sólo toca sus grandes éxitos en raras ocasiones. Tan elocuente con la pluma, el prolífico cantautor es sin embargo de pocas palabras.
Según el Washington Post, que contactó a allegados del artista, "Dylan guardará silencio". Uno de sus amigos, el cantante Bob Neuwirth, declaró al diario estadounidense que el cantante "incluso podría no agradecer" el galardón.
Todo esto no impide que se agoten las entradas. En Las Vegas Dylan no cambió de costumbres. Tocó pocos de sus míticos temas, no autorizó ni una sola foto y ni siquiera dedicó un "¡Buenas noches, Las Vegas!". Encadenó las canciones como si de nada se tratara.
Unos 3.000 espectadores reunidos en el salón tuvieron que esperar hasta el bis para escuchar la eterna "Blowin in the Wind" (1963), tal vez la más célebre de las baladas del gran compositor.
En un ambiente cargado de blues, los asistentes pudieron disfrutar a Dylan en la batería, la armónica y el piano durante aclamadas pero menos conocidas canciones como "Simple Twist of Fate," "Love Sick" y "Make You Feel My Love."
Reconocido desde los años 60, Dylan, como de costumbre, no se dejó ganar por la nostalgia. La mayoría de los temas que interpretó pertenecen a discos grabados en este siglo.
Hubo hombres con sombreros de cowboy, espuelas y bigotes, como si fueran personajes de un western. Algunos viejos roqueros se acodaron en la barra luciendo bandanas y chaquetas de cuero de motociclista para tomar una piña colada.
"Te amamos, Bob", gritó un fanático a través de una espesa barba. "Leyenda", gritó otro admirador tras escuchar "Highway 61, Revisited" y "Its All Over Now, Baby Blue".
El público —el que podría esperarse en un concierto en un hotel de Las Vegas— vistió elegantemente, informal y lució de buen comportamiento. "Disfruté el espectáculo. Fue algo corto, pero creo que se merece el premio", dijo Ray Staniewicz, de 65 años. "Ha hecho mucho por el movimiento pacifista desde los años 60, 70 y hasta el día de hoy. La literatura, no se, no estoy muy familiarizado, en honor a la verdad", agregó.
Tradicionalmente discreto y alérgico a los convencionalismos, Bob Dylan —cuyo verdadero nombre es Robert Allen Zimmerman—, es, a sus 75 años, el primer cantautor premiado con el Nobel, consiguiéndolo antes que escritores como Salman Rushdie, Adonis o Ngugi wa Thiongo, favoritos en los círculos literarios.