Es uno de los pianistas referentes del país y a lo largo de su trayectoria cosechó numerosos premios como el Konex y el Kajo-Schommer Forderpreis en reconocimiento a su estímulo a jóvenes pianistas. Alexander Panizza comenzó sus estudios en su ciudad natal, Toronto, en Canadá, y continuó en la Argentina, Francia y España. Cursó en el Royal College of Music de Londres, donde obtuvo la Medalla de Oro Hopkinson y como solista actuó con más de treinta orquestas, como la Brucknerakademie de Alemania, la Filarmónica de Buenos Aires o la Sinfónica Nacional de Argentina.
Panizza cerrará el ciclo "Noches de Piano", que comenzó el viernes, reuniendo a los grandes referentes del instrumento del país y del mundo. Antes de su concierto, que será esta noche, a las 21, en el Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), el pianista dialogó con Escenario sobre su presente artístico, dijo que este tipo de eventos "multiestilísticos" (sic) sirven para limar las barreras entre los públicos, aseguró que no hay muchas diferencias entre un músico de cámara y uno de rock y aconsejó a los futuros talentos: "No confíen en que uno puede aprender a ser músico de la misma manera que uno aprende a ser ingeniero".
—¿Qué importancia tiene para Rosario contar con un encuentro de piano con la presencia de figuras tan relevantes a nivel nacional e internacional y con distintos géneros como el tango, folclore, jazz y música de cámara?
—Solemos pensar que los formatos de conciertos son cuestiones fijas cuando en realidad están constantemente evolucionando. La separación de la música en categorías surge de una necesidad analítica, pero para disfrutar cualquiera de estos estilos se necesita exactamente lo mismo: sensibilidad hacia el lenguaje. Y esto, contrariamente a lo que a veces se piensa, no se logra a través del estudio sino de la exposición al determinado estilo. Creo que los eventos "multiestilísticos" y de alto nivel como éste sirven para limar un poco las barreras entre los públicos y así ayudarnos a todos expandir nuestro propio campo de sensibilidad.
—Sos uno de los pianistas argentinos más destacados de la última década. ¿Considerás que el camino fue fácil o difícil? ¿Qué diferencia existe entre ser un rockero o un pianista de música clásica?
—Simplemente traté, y sigo tratando, de encontrar una coherencia entre lo que el discurso musical de una obra me sugiere y mi interpretación de ella, siempre al más alto nivel posible. El arte no es como el deporte donde es muy fácil ver quien es el más rápido o el más fuerte. Nuestro campo es mucho más complejo. Uno puede ver artistas que tocan muy bien su instrumento, pero eso no quiere decir que vaya a tener éxito. En cuanto a las diferencias entre un rockero y un pianista de música clásica, pienso que hay menos de lo que parece. En ambos campos hay personalidades interesantes, aburridas, mediáticas, profundas o superficiales.
—¿Cómo elegiste el repertorio para este concierto? ¿Se piensan en piezas para un público selecto de música clásica o para cualquier tipo de espectador?
—Es fundamental intentar hablar un idioma que el otro entienda. Por ejemplo, para alguien que no conoce mucho de rock, tal vez le sea más reconocible Elvis Presley que Frank Zappa. Por eso al querer mostrar el lado "clásico" del piano, además de la sonata de Mozart que haremos con Adrián Pistono a cuatro manos, elegí tocar obras de Chopin por considerar que es un muy buen representante de esa categoría, y que suele llegarle a públicos de todos los campos.
—¿Ves nuevas generaciones de talentos? ¿Qué consejos les darías?
—Siempre hay muchos jóvenes talentosos. Como consejo, les diría que no confíen en que uno puede aprender a ser músico de la misma manera que se aprende a ser ingeniero. El aprendizaje institucional puede dar muchas cosas positivas pero también tiende a generar una gran uniformidad de criterio que puede ser muy útil para una fabrica de bulones pero que resulta absolutamente nocivo para nuestro campo.