La muerte de Chris Cornell fue un nuevo golpe para el mundo del grunge. El sonido de Seattle, un subgénero del rock alternativo, alcanzó su pico de popularidad a fines de los 80 y principios de los 90, gracias a míticas bandas como Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, Alice in Chains, Stone Temple Pilots y Mudhoney. Pero varios de estos grupos se vieron golpeadas por la muerte de sus integrantes, en gran parte relacionadas al consumo de drogas. La pérdida más temprana e impactante fue la de Kurt Cobain (foto), el líder de Nirvana. En abril de 1994, y tras años de adicción a las drogas, al alcohol e ingresos hospitalarios, el cantante se suicidó a los 27 años. En 2002, la tragedia se repitió: Layne Staley, el vocalista de Alice in Chains, murió a los 34 años, como consecuencia de una sobredosis de heroína y cocaína. Seis años después, el grunge perdió a otro de sus líderes. Scott Weiland, que se hizo famoso como cantante de los Stone Temple Pilots, murió a los 48 años a causa de una sobredosis de éxtasis, cocaína y alcohol, sumado a otros medicamentos. Weiland, que también fue vocalista de Velvet Revolver, llevó toda una vida de excesos, marcada por sus innumerables internaciones por rehabilitación.