Si hubiese que elegir por dónde empezar a salvar a "Los que aman, odian", sin duda habría que apuntar a la excelencia técnica: desde el diseño de producción hasta el vestuario, pasando por la iluminación, la música y el sonido. También se podría rescatar el giro del final, aunque para llegar ahí hay que transitar casi dos horas de película. Todo lo demás está sujeto a discusión. Basada (bastante libremente) en la novela homónima de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, la película tiene como protagonista a Enrique Huberman (Guillermo Francella), un médico que dice estar estresado y decide pasar unas vacaciones en el hotel de su prima en las playas de Ostende. Pero la tranquilidad que va a buscar se termina cuando descubre que en el mismo hotel se aloja Mary (Luisana Lopilato), una ex paciente con la que mantuvo un romance tortuoso. Mary es una comehombres que seduce y rechaza a Huberman a su antojo, y además coquetea con su cuñado en las narices de su hermana. El director Alejandro Maci (que tiene una larga trayectoria en televisión con programas como "En terapia") primero presenta este triángulo de pasiones, celos y mentiras, y después se mete de lleno en el thriller (al estilo Agatha Christie) cuando uno de los personajes muere y todos los que se alojan en el hotel están sospechados de ser autores del posible crimen. El gran problema de la película es que los personajes no vibran, no son convincentes, y aun cuando crece el suspenso en el último tramo los conflictos parecen superficiales. Francella se prueba otra vez en un rol dramático, pero sin la mano firme de un director (como en este caso) puede cometer deslices. Lopilato, por su parte, sólo aporta su magnética belleza, porque el papel de femme fatale le queda demasiado grande.