Nano Stern pide pista en la Argentina, y tiene con qué. Heredero de la impronta de Los Jaivas, pero también de Joni Mitchell y hasta de Led Zeppelin, el cantautor chileno se presenta por primera vez en Rosario este miércoles, a las 21, en Distrito 7 (Ovidio Lagos 790). A solas con su guitarra, y con Jorge Fandermole y Sandra Corizzo como invitados especiales, Stern llega para presentar su 6º disco de estudio "Mil 500 vueltas", en donde participan figuras de la talla de Joan Báez, Jorge Drexler y Pedro Aznar. Defensor a ultranza de la fusión, sus canciones siempre dejan una llama encendida: "A la hora de crear creo que no existen las fronteras y menos las fronteras de géneros y de estilos musicales. Creo que la música es una".
—Más allá de que se te ubique como integrante de la tercera generación de autores chilenos, ¿cuáles son tus verdaderos referentes musicales y culturales de la canción chilena y de la música del mundo?
—Básicamente tengo cuatro pilares por los cuales sustento mi música, que son la música docta, el jazz, el folclore y el rock, porque son cuatro mundos con los que me ha tocado relacionarme de manera intensa a lo largo de mi vida. Por supuesto que hay presencias muy fuertes en mi música de Violeta Parra y de Víctor Jara porque ellos, más allá de su propia obra que es gigante y que llega fuerte a mí, además han influenciado a muchos de los que me han influenciado. Gente como Inti Illimani, Congreso, Los Jaivas, bandas que son parte de mi propia casa musical. Por otro lado, desde el mundo de la canción, lejos de las fronteras de Chile y de Latinoamérica, también me ha influenciado gente como Joni Mitchell, bandas de rock como Led Zeppelin (que podría decir que es mi banda de cabecera) y la tradición de la música docta, la cual empecé a absorber desde muy chico por mi abuelo, que tocaba el piano y porque estudié el violín desde los 3 años. Tengo muchas horas de mi vida tocando esa música.
—Tu música cruza aires folclóricos con una fusión que va del jazz al rock y la world music. ¿A la hora de crear no hay fronteras?
—A la hora de crear creo que no existen las fronteras y menos las fronteras de géneros y de estilos musicales. Creo que la música es una. Vivimos en un mundo en el cual no existen las tradiciones en estado puro o por lo menos no existen en las ciudades en donde vivimos y nos desenvolvemos nosotros. Y enhorabuena se están descubriendo maneras interesantes y hermosas de mezclar cosas que antes hubiesen parecido harinas de costales distintos. Hoy día pasa de manera natural porque somos una generación de músicos que empieza a entrar en su adultez y en su etapa de madurez creativa crecimos escuchando y tocando música tan distinta de manera desprejuiciada, eso desemboca en un lenguaje nuevo que se mueve sin drama por esos territorios, entendiendo que no hay fronteras que los separen.
—¿Hay que romper convencionalismos estéticos más allá de respetar siempre la esencia?
Creo que somos esclavos de los cánones propios de la música pop y del single de tres minutos y medio y peleo en contra eso de manera consciente e inconsciente. Hay canciones en las que me demoro cinco minutos antes de entrar a cantar y es porque la música lo pide, es porque hay que generar un cierto estado antes de decir algo y me parece que muchas veces callando se dice más que hablando. El silencio otorga.
—"Festejo de color" es un canto a la inclusión que celebra la diferencia, como bien citás en el tema. ¿El pedido de Latinoamérica unida y que terminen los enfrentamientos por raza, color, religión o elección sexual es una utopía o todavía es posible?
—Creo que el sueño de una patria grande está vivo y lo construimos nosotros. Al margen de que los grandes intereses económicos y los poderes de facto atenten en contra y de que los gobernantes en su desesperación interna echen mano a los supuestos conflictos exteriores, como sucede por ejemplo en el caso de Bolivia con Chile, debemos nosotros como ciudadanos y como habitantes de países colindantes y como hermanos que somos, ir más allá y tener una profundidad espiritual mayor. No nos podemos dejar engañar por esos discursos de odio que lo único que pretenden hacer es fragmentarnos y separarnos (ver aparte).
—Vas a tocar con Fandermole y Corizzo en Rosario, ¿qué referencias tenés de ellos y qué opinás sobre la música rosarina?
—Una de las grandes causas de alegría ha sido finalmente tener la posibilidad de ir a tocar a Rosario, en donde sólo estuve una noche fugaz con Bruno Arias en una peña, y la pasamos muy bien. Ahora podré ir a hacer un concierto, ir a conocer la ciudad y compartir con esos grandes músicos que hay allá, con esa escuela fantástica de la cual mucho se sabe acá, en Chile. Jorge es un referente para mí. Hace mucho tiempo que vengo escuchando sus discos. A Sandra la conocí en el Encuentro de Cantautores de Alta Gracia y quedé maravillado con su voz, con su onda, con su groove y con su encanto. Por lo cual estoy muy agradecido de que vayan a ser parte de este primer concierto mío en Rosario.