Javier Malosetti cuenta cómo se gestó este proyecto musical y afirma que se le "encarnó". Dice que es un fan más de Inés Estévez y que este dúo es "lo que más le hubiese gustado" a su padre, el guitarrista Walter Malosetti, una leyenda del jazz que murió en 2013.
—¿Primera vez que vienen a Rosario juntos?
—Sí, esta es la primera gira que hacemos juntos en la historia de este proyecto, que empezó cuando hicimos un clip para Navidad de "La vie en rose". Primero se hizo toda una movida, con las dobles funciones tremendas en Capital Federal, y todo empezó como un juego acá en casa. Después largamos el otro video, con el tema de Aretha Franklin y ahora estamos con una gira recontra federal y en un par de meses volvemos a Capital y llega la grabación del disco. Yo no la puedo creer, e Inés, que nunca en su vida cantó profesionalmente, menos.
—¿Qué viste en ella para este proyecto?
—Mirá, todas las actrices hacen unos tiritos y se graban un disco, hacen un ciclo en un boliche con un violero que la acompaña en los boleros y así, en algún momento, con mayor o menor talento para el canto, probaron. Mucha gente puede creer que esto se trata de otra cosa, pero ella ha cantado jingles incluso de pendeja en la música publicitaria, con grandes tipos que laburan en ese palo, como Leo Sujatovich, que es un amigo y un genio, fue músico de Spinetta también, y que cuando se enteró que yo estaba en este proyecto me dice "boludo, yo la tengo grabada a Inés en uno de estos carretes de cinta".
—Ni vos te lo habías imaginado.
—No, y me muestra una propaganda de Volkswagen, cualquiera, ¿viste? Me dijo que la usó como voz femenina para varias propagandas. Ella ni siquiera se quería acordar porque le da pudor, y a mí me encanta la anécdota, porque Leo también le vio lo que le vi yo en casa: ella tiene buen gusto para cantar. Porque afinar, afinamos todos más o menos, pero la onda es el gusto, que no tenga esos vicios de vibratos, que cante la melodía, que le dé el valor a las notas originales sin llenarlas de esos filetes que a veces las cantantes, echando mano de su oficio, terminan empastando la melodía original de la canción, con una serie de arabescos unidos (risas). Y eso Inés no lo tiene, Inés canta con linda estética la melodía tal cual vino de fábrica. Además, está viviendo una cosa de banda y nos vamos de gira. Está como loca.
—¿Componen juntos?
—Sólo algunas cosas que fantaseamos un poco en inglés y un poco en castellano, algunas canciones que yo tenía melodías y ella me escribió algo, pero nada en serio, me parece. El repertorio por ahora no es original, está basado en clásicos de jazz, el cancionero de Duke Ellington, George Gerswhin, hay bastante de bossa nova, Jobim, Caetano Veloso, algo de Stevie Wonder y un poco de soul y de blues, que aparece cuando hay que poner un poco más. Pero todo eso pasado por un filtro, una dirección artística, que es ese sonido de piano acústico, contrabajo, batería, escobillas y voces. El formato es intimista, no la cagamos a palos, no es una cosa enérgica y rockera como en mi banda. Acá hacemos una estética café concert, pero estamos fantaseando con la sala teatral. Al interior, vamos a tocar en teatros.
—¿Por qué sedujo a la gente, por el lado del jazz o del romanticismo?
—Por todos lados, les entra por el lado del jazz al que le gusta esa música; está el que sigue lo que yo hago; están las curiosas del amor que no les gusta el jazz pero les encanta ver a una pareja que se mira lindo. Inés es una persona pública, viste. Cuando estaba con la madre de mi hijo, siempre era yo al que tenían que esperar porque me sacaba una foto con alguien. Ahora soy un Carlitos, parado al lado de ella en la calle (risas), esperando que se saquen las fotos, que les firme, que les dé un beso a pibas, tipos. Yo la espero, viste, miro el celu, qué se yo.
—¿Compiten?
—No competimos nada, a mí me encanta, yo soy otro fan, igual que el tipo o mina que la para por la calle, a diferencia que yo no la tengo que parar por la calle porque está ahora en la cocina, y bajo la escalera de casa y la veo, pero soy igual de fan. Aparte del amor que le tengo, la admiro como artista y eso tiene que ver conmigo. Le dediqué mi vida y mi alma a la música y ella lo mismo, pero desde un abanico más amplio inclusive, no tan focalizado en una cosa, ahora está cantando, pero actúa, baila, escribió un libro increíble, dirige. Está bueno, porque es una mina inquieta y eso también te pone las pilas para hacer cosas.
—¿Qué hace especial al dúo?
—Es que esto tiene un poquito de conexión con mi viejo, ya que al tocar jazz tradicional hubiese sido por lejos el proyecto musical mío que a él más le hubiese gustado, lo largué a destiempo, ¿viste? Siento que con el amor a mi viejo y a Inés, este proyecto se me encarnó.